Donde muere la lealtad

Capitulo 35

La nueva biblioteca era un templo de calma.

Estanterías altas de madera oscura, luz natural filtrada por cortinas translúcidas, una chimenea falsa que solo daba calor sin fuego. Libros traídos de Europa, ediciones de colección. Algunas con páginas subrayadas por Claudia misma, que Noah había recuperado de su antigua casa.

Todo estaba dispuesto con precisión quirúrgica. Como él era.

Claudia se refugiaba ahí cada mañana. Leía, a veces escribía. Tomaba té sin preguntar de dónde venía. Aceptaba los silencios de Noah con la misma normalidad con la que una jaula acepta sus barrotes cuando están hechos de terciopelo.

—¿Puedo pedirte algo? —dijo una tarde, sin levantar la vista del libro.

Noah se detuvo en la puerta. Era la primera vez que ella usaba esa palabra: pedir.

—Dime.

—Quiero una mesa grande. Para dibujar. Papel de verdad. No digital. Y lápices.

Él asintió. No preguntó por qué.

A las pocas horas, la mesa estaba ahí. Robusta, blanca, limpia. Los materiales de mejor calidad. Italianos. Suizos.

Y cuando la vio inclinarse sobre el papel con total concentración, Noah comprendió que la estaba reconstruyendo. No como era. Sino como él quería que fuera: dependiente, tranquila, convencida de que nadie más podría darle eso.

Abajo, en el sótano, el aire era distinto. Más denso. Más real.

James ya no hablaba. Noah se había asegurado de que no pudiera. Su voz era ahora un susurro deformado por el dolor. Los dedos, antes veloces en teclados y armas, eran muñones vendados, deformados.

—¿Recuerdas a tu contador, Steven? —preguntó Noah, caminando alrededor suyo.

James giró la cabeza, con esfuerzo.

—Vendió tus claves bancarias por menos de lo que tú pagaste por tu auto —añadió, con una leve sonrisa—. Toda tu red. Tus movimientos. Tus refugios.

En una pantalla encendida, James vio cómo sus cuentas eran drenadas. Cómo sus propiedades en otro país eran vendidas bajo presión legal.

Noah se inclinó y le susurró:

—¿Y sabes qué es lo mejor? No estoy robándote. Estoy haciéndote desaparecer. Como si nunca hubieras existido.

Cada día, James perdía algo más. Dinero. Contactos. Identidad. En una ocasión, Noah hizo traer al perro de James… y luego le mostró cómo alguien más se lo llevaba, cariñosamente, sin saber que alguna vez había pertenecido a un hombre que ahora solo era un prisionero sin nombre.

No era castigo.

Era extinción controlada.

Arriba, Claudia salía al jardín por primera vez en semanas. Lo hacía de a poco. Sin vigilancia visible, aunque todo estaba controlado.

Se sentaba bajo el sauce junto a la fuente. A veces dibujaba. A veces simplemente respiraba.

Noah la observaba desde la distancia. Sin interrumpir. Sin hablar.

Pero siempre presente.

Le dejaba libros con mensajes escondidos entre páginas. Una línea subrayada aquí. Un papel doblado allá. Frases como:

“No estás rota. Solo estás en transición.”

“Todo lo que dolió puede volverse una herramienta.”

“Puedes construir con las ruinas.”

Y lentamente, Claudia comenzó a dejar los dibujos donde él pudiera verlos. Paisajes. Sombras humanas. Casi siempre… un hombre de espaldas. Un símbolo que solo ella entendía.

Noah entró al cuarto de control. Las cámaras mostraban a James inmóvil, encadenado.

—¿Listo para el siguiente acto? —dijo al micrófono.

Luego activó una señal.

A los pocos minutos, en los teléfonos de los últimos socios de James —incluyendo uno que aún estaba prófugo—, comenzaron a llegar imágenes: de James derrotado, roto, irreconocible.

Un mensaje simple acompañaba las fotos:

“Esto no es venganza. Es limpieza. El que siga leal a él, comparte su destino.”

Y eso fue suficiente. Dos traiciones nuevas ocurrieron esa noche. Dos hombres entregaron ubicaciones, documentos, rutas.

Noah cerró el archivo. Se recostó, satisfecho. Observó una última imagen: Claudia, dormida sobre la mesa de dibujo, con lápices regados como pétalos.

Ella estaba empezando a confiar.

Y James…

James ya no era una amenaza.

Era un símbolo.

Uno que Noah planeaba exhibir hasta el último día de su reinado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.