Donde Nadie Nos Encuentre

Capítulo 2: “Tinta en la piel, raíces en el alma”

El pequeño estudio costero se volvió un refugio. “Libre”, con su letrero de madera pintado a mano por Axel y colgado torpemente sobre la entrada, era más que un local: era una declaración.

Axel se dedicaba al arte con pasión. Sus tatuajes eran intensos, llenos de historias. Cada línea tenía la calma de alguien que, por fin, había encontrado un lugar donde quedarse. Yoon, por su parte, había convertido sus fotografías en un relato visual de su viaje juntos. En una esquina del estudio había una pared entera cubierta de fotos: desde la primera noche en carretera hasta la playa donde se besaron por primera vez sin miedo a ser vistos.

Pero con la libertad venían nuevas responsabilidades.

Una tarde, mientras Yoon organizaba su exposición más ambiciosa —una serie de retratos de personas que también habían escapado de entornos opresivos—, Axel recibió un mensaje que lo dejó inmóvil.

Era de la madre de Yoon.

“Solo quiero saber si está bien. No diré nada. Dime si es feliz.”

Axel se quedó mirando la pantalla por largos minutos. Sentía el peso de esos ojos que tanto habían juzgado, ahora buscando señales de vida. Dudó. ¿Decírselo a Yoon? ¿Ignorarlo?

Esa noche, mientras lavaban platos en la pequeña cocina del estudio, Axel lo soltó:

—Tu madre escribió. No para buscarte… solo quería saber si eras feliz.

Yoon no dijo nada al principio. Solo dejó el plato a un lado y se sentó.

—¿Le respondiste?
—No. No sé si era mío ese mensaje o tuyo.

Yoon bajó la mirada. Una parte de él aún dolía. Aún esperaba una disculpa que tal vez nunca llegaría.

—Respóndele —dijo finalmente—. Dile que estoy más feliz de lo que jamás imaginé. Pero no estoy listo para volver. Y que, si de verdad quiere saber de mí, puede venir… sin condiciones.

Axel asintió.

Ese mensaje cambió algo. No de inmediato, pero sí lentamente. Unos meses después, Yoon recibió una carta. No una disculpa completa, pero sí una grieta en la muralla:

“Sigo sin entender muchas cosas, pero estoy tratando. Vi tus fotos online. Son hermosas. Tú eres hermoso.”

Yoon lloró esa noche. Axel lo abrazó sin decir nada.

Un año después, Libre era más que un estudio. Era un espacio de arte abierto, donde jóvenes de toda la región venían a expresarse sin temor a ser juzgados. Axel enseñaba técnicas de tatuaje, y Yoon ofrecía talleres de fotografía y escritura.

No todos los días eran fáciles. El dinero aún era justo, y a veces el pasado regresaba en forma de dudas o pesadillas. Pero cada vez que se sentaban en la azotea del estudio a mirar el atardecer, Axel tomaba la mano de Yoon y decía:

—Lo logramos, ¿no?
—Lo estamos logrando. Y eso vale más que todo.



#1782 en Otros
#418 en Relatos cortos

En el texto hay: superacion union, romancejuveniel, lgbt+

Editado: 30.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.