Un día, una joven de diecisiete años entró al estudio con el rostro cubierto de miedo y esperanza. Se llamaba Lucía, y solo dijo:
—Vi sus fotos. Escuché sobre ustedes. ¿Puedo quedarme un tiempo? No tengo dónde ir.
Axel y Yoon se miraron. No dijeron que sí enseguida. Pero prepararon el sofá, hicieron té, y dejaron la puerta abierta.
Así, Libre se convirtió no solo en un espacio para ellos, sino en un hogar para los que, como ellos, buscaban una nueva historia.