Donde Nadie Nos Encuentre

Capítulo 28: “La promesa más grande”

Axel llevaba semanas planeándolo en secreto.
La cajita azul seguía escondida en el fondo del cajón del estudio,
pero su corazón ya no quería esperar mucho más.

—Quiero que sea especial —le dijo en voz baja a Lucía una tarde—. No perfecto.
Solo… nuestro. Y con quienes nos vieron crecer.

Lucía lo abrazó sin preguntar más.

—Entonces deja que te ayudemos.

Los planes comenzaron una mañana en Libre.
Los chicos hacían dibujos, Paula preparaba algo dulce, Dante diseñaba un cartel y Abril tejía guirnaldas de papel reciclado.

Lucía mantenía a Yoon ocupado con excusas que iban desde “necesitamos traducción de un cuento coreano” hasta “Paula necesita ayuda con la lavadora”.

Miker, por su parte, fue parte esencial del plan.

Axel se arrodilló una tarde frente a él, con la cajita en la mano.

—Escuchame, Miker… esto es un anillo. Es un secreto. ¿Puedes decir ‘anillo’?

—¡Aguio! —dijo Miker, serio.

—Perfecto. Pero no lo digas delante de tu papá, ¿sí?

—¿Paa? —preguntó, mirando hacia la cocina.

—Sí. Él. Silencio.

Miker puso un dedo sobre sus labios, como si comprendiera la importancia de la misión.
Axel sonrió, con los ojos húmedos.

Una tarde especial fue elegida:
el aniversario exacto del día en que Yoon regresó de Italia.
La excusa: una celebración de Libre por los “años de arte y comunidad”.

Pero todos sabían que no era una celebración cualquiera.

El espacio estaba decorado con luces suaves, dibujos hechos por niños, fotos de Axel y Yoon colgadas en hilos:
sus manos entrelazadas, Miker en brazos, un atardecer en la playa, una tarde bajo la lluvia.

Y justo en el centro, una pequeña tarima con flores y una silla infantil decorada como trono: el lugar de Miker.

Cuando Yoon llegó, con Miker en brazos, no entendió del todo.

—¿Qué es esto?

—Una sorpresa —dijo Lucía, guiñando un ojo.

Y en ese instante, Axel subió a la tarima.

Llevaba una camisa blanca simple, pero sus ojos brillaban como si llevara un cielo entero encima.

Yoon lo miró, aún sin entender, hasta que lo escuchó decir:

—Desde el día en que escapamos juntos, tú fuiste mi hogar.
Desde que volvió tu risa, el mundo me pareció más claro.
Y desde que llegó Miker, todo tuvo un sentido nuevo.
Pero todavía me falta algo.
Quiero prometerte todo, formalmente, frente a quienes somos y frente a quienes amamos.

Y entonces, sacó la cajita.
Y Miker, desde su trono de cartón, aplaudió sin saber exactamente por qué.

Yoon se llevó las manos al rostro, con lágrimas cayendo silenciosas.

—Tú me salvaste —dijo Axel—. Y yo quiero pasar la vida entera agradeciéndotelo.
¿Te casarías conmigo?

Yoon bajó del todo el cuerpo. Se acercó. Se arrodilló también.

—¿Tú sabés cuántas veces soñé con este momento?
Pero en mi sueño nunca fue tan hermoso como ahora.

Axel rió con nerviosismo. Miker bajó de su silla y corrió hacia ellos, abrazándolos como si también supiera que ese era el sí más importante.

Y ahí, rodeados de quienes los vieron romperse y reconstruirse,
rodeados de dibujos, luz, flores,
Yoon dijo sí.

Y todo fue como debía ser.

Esa noche, ya en casa, mientras Miker dormía entre ellos,
Yoon tomó la mano de Axel, besó el anillo y susurró:

—Gracias por esperarme. Por elegirme. Por imaginar un siempre conmigo.

Axel lo abrazó fuerte.

—Gracias por decir que sí a una vida que todavía estamos aprendiendo a vivir.



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Editado: 21.08.2025

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