Donde Se Esconden Las Mariposas

La Estrategia de Ainoa

El sol ya comenzaba a caer cuando Paulina llegó a casa.

El viaje en autobús había sido su momento de desconexión, con la música en sus auriculares ayudando a despejar su mente de lo que había pasado en el colegio. Sin embargo, mientras se quitaba la mochila y se dirigía a su habitación, no podía sacarse de la cabeza el grito de Ainoa. Había algo en la manera en que la había llamado "bambina", con ese tono arrogante, que le provocaba un escalofrío.

En ese momento su teléfono vibró. Era un mensaje de Susana.

_"¿Todo bien? Vi lo que pasó con Ainoa. ¿Qué quería?"_

Paulina suspiró antes de contestar.

_"Nada importante. Lo mismo de siempre, intentando molestarme. La ignoré."_

Dejó el móvil a un lado y se tumbó en la cama, mirando el techo. Sabía que ignorar a Ainoa no siempre sería suficiente. Si la conocía bien, probablemente no se detendría ahí. Quería hacer algo para llamar su atención, y cuanto más la ignoraba, más insistente sería.

Mientras tanto, en otro rincón del colegio, Ainoa no había olvidado el pequeño desaire que Paulina le había hecho esa tarde. Estaba reunida con las "malas chicas" en el mismo lugar de siempre: las escaleras del patio trasero. La luz del atardecer teñía el cielo de tonos rosados, pero Ainoa apenas prestaba atención al paisaje. Su mente estaba ocupada tramando algo.

—No puedo creer que esa Paulina me haya ignorado así —bufó, dando una calada larga a su cigarro y dejando salir el humo lentamente—. La de la mochila con mariposas... ¿Se cree mejor que yo?

Carla, sentada a su lado, soltó una risita. —Es una aburrida. Siempre está metida en sus cosas con Susana, ni caso les hagas.

Ainoa sonrió de forma pícara, sus ojos brillando con una idea que estaba empezando a tomar forma en su mente. —Ya veremos quién se ríe al final. Creo que es hora de que la princesita tenga una pequeña lección.

—¿Qué tienes en mente? —preguntó Sofía, otra de las chicas, interesada.

Ainoa dio una última calada y apagó el cigarro con la suela de su bota. —Nada demasiado complicado. Solo quiero hacerla entender que no puede ignorarme. Quizás la próxima vez no sea tan fácil salir corriendo a su bus sin dar la cara.

Las demás chicas la miraron con una mezcla de expectativa y curiosidad.

Sabían que cuando Ainoa se proponía algo, era mejor no interponerse en su camino. Y esta vez, Paulina parecía ser su objetivo principal.

A la mañana siguiente, Paulina y Susana llegaron al colegio como de costumbre.

Habían repasado juntas para el examen de matemáticas, y a pesar del estrés que les generaba la materia, se sentían bastante preparadas. Todo parecía normal hasta que llegaron a su aula y notaron que algo raro pasaba.

En la pizarra, escrito con letras enormes, había un mensaje: "La princesa de la mochila con mariposas está demasiado ocupada para hablar con nosotras. ¿Qué te pasa, Paulina? ¿Miedo?"

Paulina sintió su rostro enrojecer al instante. La clase aún estaba vacía, pero el mensaje claramente había sido escrito para todos los que entrarían después. Susana se acercó rápidamente, preocupada.

—¡Esto es obra de Ainoa! —susurró, enfadada—. ¿Qué vamos a hacer?

Paulina miró el mensaje durante unos segundos, sintiendo una mezcla de vergüenza y rabia. Ainoa no solo quería molestarla, quería humillarla. Pero entonces, en lugar de dejarse llevar por el enojo, Paulina respiró hondo. No iba a dejar que esa tontería la afectara.

—Vamos a borrarlo —dijo finalmente, tomando un borrador y comenzando a eliminar las palabras de la pizarra.

Susana la ayudó, y en cuestión de segundos, el mensaje desapareció, como si nunca hubiera estado ahí. Sin embargo, Paulina sabía que Ainoa no se daría por vencida tan fácilmente. Esto era solo el principio.

A medida que los estudiantes comenzaban a entrar al aula, Paulina se sentó en su pupitre, tratando de mantener la calma. Sabía que en algún momento tendría que enfrentarse a Ainoa, pero no iba a dejar que ella controlara su vida. Susana la miró con admiración y le dio una sonrisa de apoyo.

—No te preocupes, P. Estoy contigo en esto. Ainoa no tiene ni idea de con quién se está metiendo.

Paulina asintió. Aunque el día había comenzado con una desagradable sorpresa, no iba a dejar que el miedo o la vergüenza se apoderaran de ella. Sabía que, pase lo que pase, siempre tendría a Susana a su lado. Pero ahora, más que nunca, tenía que estar preparada para lo que Ainoa pudiera hacer.

El juego apenas comenzaba.

BAMBINA expresión en idioma italiano significa NIÑA




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