Tyler
—¿Puedes escucharme aunque sea un minuto? Solo eso, por favor.
No respondo y mantengo la misma cara desde que entró. Antes de que empiece a hablar ante mi silencio la quito de mi habitación, como es común en ella forcejea todo lo que puede e insiste que la deje explicarse solo por un segundo. Tengo que admitirlo, esta vez me costó echarla más que otras veces. Cierro la puerta con fuerza y pongo el pestillo antes de que ella pueda abrirla, escucho sus constantes golpes y palabras a través del pedazo de madera.
Me siento frente al escritorio y cubro mis orejas con ambas manos para callar los golpes de la puerta, odio cuando hace eso, pero no va a lograr nada de esa forma, lo único que voy a hacer ahora es esperar a que pare, porque de ninguna manera pienso abrirle y meterme en una charla con mi hermana que terminaría de dos formas diferentes; ella destruida o yo más enojado de lo que ya estoy.
Los minutos pasan y los golpes y ruegos detrás de la puerta no ceden aún, es más, se hacen más fuerte con cada segundo que pasa y mis manos en mis orejas no ayudan mucho para ahuyentarlos, voy a terminar con esto antes de que mi cerebro pueda viajar al pasado, donde los golpes no eran a la puerta.
—¡¿Eres estúpida o sorda?! ¡Porque si no eres ninguna de esas dos cosas no entiendo como no puedes dejarme en paz!—grito apenas abro la puerta, tal vez me pasé un poco.
Se queda perpleja con los ojos bien abiertos, no espero a su respuesta y cierro la puerta, pero no lo logro ya que segundos antes de pensar en eso ya tenía a Alice abrazada a mí, pero no dice nada, se mantiene en su posición.
Tomo sus dos brazos y la aparto, tan pronto como pasa eso vuelve a donde estaba anteriormente. Bufo y hago lo mismo, mismo resultado.
—Gracias—susurra, lo suficientemente bajo para que solo ella pueda oirse, yo también lo hago y me deja mas que desconcertado, pero mantengo mis ganas de preguntar "por qué"—Gracias por todo lo que has hecho, y lo digo en serio.
—Lamento haber sido tan estúpida y egoísta con todo esto, te enfadaste por razones obvias y sinceramente me merecía todo lo que pasó, y me refiero a todo. Jamás debí haberte dicho esas cosas, no tenía ningún derecho a soltarlas después de todo lo que hiciste, solo tratabas de protegerme como cualquier persona con dos dedos de frente haría.
Pero también se equivoca, no se merece absolutamente todo lo que le haya pasado, ella no, lo único que hizo fue caer en su trampa.
Dispuesto a dejar todo esto atrás devuelvo su abrazo estrechandola con fuerza.
—En serio lo lamento tanto—
—Esta bien, esta bien—intento calmarla, ya que por su tono de voz cualquiera se daría cuenta de que va a hechar a llorar en cualquier momento—. No te mereces todo lo que pasó, no tuviste la culpa de ese acontecimiento.
—¿Estás bien?
Su pregunta me tomo por sorpresa, la separo de mi y la miro directamente a la cara después de días, buscando algún indicio de alguna broma, pero nada, se encuentra preocupación en sus ojos y sus labios forman una línea recta.
—¿A qué viene eso?
—Solo, quiero saber cómo te encuentras.
—Estoy bien, g—
—¿Ahora puedes no mentir?
—¿Disculpa?
Esto se siente demasiado raro para mi, siempre era yo quien preguntaba.
—¿Podemos sentarnos?
Hago un ademán para indicar que se siente en la cama mientras yo tomo asiento en la silla giratoria, me observa intentando averiguar algo, ojalá sepa y me diga qué.
—¿Y bien?—pregunto después de minutos, verla pensando en que decir a continuación, estar en silencio me estresa demasiado.
—Solo.. no se como decirte esto, ni como tocar el tema pero necesito hacerlo y tal vez sea un poco incómodo para mí primero pero.. solo—toma un segundo para respirar—, probablemente no te gustará el tema, pero me sentiré mal si no digo nada.
Asiento con la cabeza, dándole a entender que, en teoría, sé a lo que se refiere. Espero que no sea lo que pienso. Su semblante cambia a uno serio y culpable.
>>Se que desde la muerte de Lisa he estado más enfocada en todas las cosas que me sucedieron, ya sabes, todo fue de mal en peor y tu siempre estuviste ahí para mí y para mamá, pero solo tengo una pregunta, y necesito que respondas con toda sinceridad posible—asiento no tan convencido—. ¿Quién estuvo para ti, cuando mamá y yo nos perdíamos?
Esa pregunta fue un balde de agua fría, es cierto, ninguna de las dos estuvo para mi en ningún momento desde la muerte de Lisa, y no las culpo, es entendible, mamá cayó en una depresión de la cual aún no se recupera por completo y Alice.. Alice es tan parecida a Lisa que mamá no quiso verla por dos meses enteros, y si soy sincero, me costaba mucho el simple hecho de mirarla sin recordar a Lisa, me costaba no derrumbarme frente a ella porque me recordaba a mi hermana muerta y al hombre que jamás volvió. Fui lo más fuerte que pude para Alice y mamá, me tragaba todas sus penas, las juntaba con las mías y las enterraba en el fondo de mi cerebro, en donde no podía liberarlas hasta estar con mis amigos, los cuales fueron mis estabilizadores en esos momentos, me desahogaba con ellos todo lo que guardaba del día. Las dos sufrían demasiado por su pérdida, yo también lo hacía, pero ellas estaban demasiado separadas como para ayudarse una a la otra, solo quedaba yo, así que prácticamente me partí en dos para poder ayudar a cada una a superar todo. No me gusta recordar esos meses, no me gusta hablar de ellos, no me gusta hablar de cómo estuve yo en esos meses.
—¿Para qué quieres saberlo?—reclamo, distante.
—Es que, siempre estabas con nosotras, nunca te separaste, en ningún momento, siempre veías la forma de estar con ambas.. pero ninguna estaba contigo... A lo que quiero llegar es que, realmente me siento una mierda por como te trate esos meses, tú parecías estar bien cuando en realidad también sufrías por ella, en esos momentos necesitaba a mi familia y eras la única, pero tú no tenías a la tuya acompañandote. Ni siquiera te preguntaba cómo te encontrabas, solo te llenaba de mis problemas que se mezclaban con los tuyos y los de mamá. Realmente lamento eso—finaliza con un susurro.
Editado: 28.04.2020