Como rey de todo el quinto universo, mi misión siempre ha sido tener todo bajo control. Que todas las almas cumplan con su función o lo que han escrito en su plan de vida y las que desean irse lo hagan siempre con sus guías espirituales a su lado para que los dirijan y puedan regresar al reino.
Pero a pesar que soy bueno en lo que hago, todo empeora cada día en mi vida porque no tengo el control de mi esposa.
Ella es un caos andante.
Su carácter es insoportable.
No cumple mis órdenes.
Mis consejeros dicen que tiene varios amantes.
Ya no me mira con ojos de amor como lo hacía antes, hace millones de años.
Entonces, en un arranque de ira me propongo hacer lo que ella me pidió que nunca haga.
La condeno a vivir varias vidas sin poder regresar a casa, a nuestro reino.
Vida tras vida sin recuerdos.
Sin poder regresar a nuestro hogar.
Muerte y reencarnación seguidos sin descansar.
¿Esa debe ser la solución verdad?
Alejarla de mí.
Como rey, poner orden.
Pero lo que nunca imaginaba es, que una pequeña falla de la persona que organiza el regreso de las almas iba hacer que ella volviera.
Y no imaginé que cuando la volviera a ver, esos muros que había creado se iban a romper en mil pedazos.