Desde hacía años estaba como apagada, con un brillo en el fondo, como si algo estuviera a punto de suceder. Sucedió Paco que la introdujo a Ulises. Su brillo se desató y su destino quedó sellado junto al suyo. Lo conoció en una situación absurda y casual, se enamoraron sin quererlo, y construyeron su relación en medio de la frenética vida de la gira donde Ella era la novedad, la calma…
En lo profundo de su corazón amargamente habitaba la certeza de que esto era fugaz. Ambos lo sabían. Por el momento lo disfrutaban.
Ulises era un romántico, y cuando estaban solos por más extraño que le parezca, la hacía sentir la única mujer posible en el planeta. Las cosas que tenían en común eran ellos mismos, y lo que construían sin proponérselo. Raro. Lo que hacían juntos era principalmente reírse, besarse y todo lo demás de ida y de vuelta aquí y más allá. Ella como 30 millones de personas más, decia que, se habia enamorado de su mirada, unos ojos de miel que la hacian vibrar, y de su voz aspera como terciopelo negro. Había algo en él que estaba fuera de este mundo. Y eso la hacía sentir como en casa. Ella tampoco era de este mundo.
La relación no era ni fácil ni un mar de pétalos de rosa. Era como… un prado de amapolas en medio de la montaña nevada: hipnótico y vibrante, frágil, bello, inesperado, y potencialmente destructivo.
Y así como si la casualidad fuera parte del mundo, las posibilidades múltiples habían colapsado en una, otro romance instantáneo en marcha. Sonrió satisfecha. Todo estaba funcionando según lo planeado.
Xcacel, Riviera Maya, Mexico.
El santuario de tortugas sería su guarida por los próximos días. Unas breves vacaciones después del último concierto les había propuesto. Una elección posiblemente nada caprichosa el destino que había elegido. La playa era soñada, la arena un polvo blanco, las aguas turquesas, ideal para desconectar.
Mientras terminaba de preparar los tragos los vio en la arena desparramados besándose. El sol los iluminaba tímido, o eran ellos que iluminaban al sol?
Se fue acercando embelesada y con esos celos lejanos que aun no terminaban de apaciguarse. Llegó a los pies de ambos que miraban ahora al mar con una expresión de paz y regocijo. Estaban conectados en una frecuencia a la que solo ellos accedían, era envidiable y mágico.
La miraron en simultáneo y le ofrecieron un espacio en medio. Como decir que no, si eran el amor de todas sus vidas y el amor de su amor.
(Dos corazones y una estrella.)
— Cuando conozcas a mi mujer, la vas amar guacha, es gloriosa, dice Catriel y la mira juguetón… —de pronto se le nubla el ceño algo no está bien intuye — … pero… Como que no la conoces, si vos y Paquirri están hace…cuanto tiempo…— Cato está confuso… ELLA sonríe y con su voz meliflua le dice: — Siempre hay tiempo… —, le ofrece el trago… no deja de mirarlo hasta que él lo toma y le vuelve a sonreír en calma…
ELLA se pregunta si él sabe que es un semidiós, y se está abusando. Quizás Morla y Casiopea tengan razón y sea este tan infame como todo esos dioses que nos son más que los remilgados hijitos acéfalos de seres con mucho poder, mezquinos y des-amorados, a los que les otorgan dones que no pueden manejar, seres gestados en el fondo de la podredumbre y la mezquindad…
Si hay algo que le cae mal son los dioses del Olimpo de esta línea del tiempo. En definitiva, los semidioses, también le caen mal y Cato le cae bien. Las tortugas están equivocadas, Él no se parece nada al bruto loquito de Hércules, o al tiquismiquis de Orfeo.
No le cierra esta motosierra ni la obsesión de Morla con estos dos…
…la obsesión es la misma que la de todo el mundo, pero para ella su magia no radica en la fuerza de ningún Olimpo caduco, ni venido a menos, radica en otra cosa, esta gente es mutante, y no de este planeta, solo que no lo saben aûn. Ó…ó… las hechiceras no están siendo sinceras otra vez…
Sin embargo tenía un trabajo, y muy a su pesar había prometido cumplirlo
Así fue como organizó el encuentro del modo más amigable posible.
(Aclaremos)
Ella está genuinamente enamorada de Ulises (siempre lo está), no es el primero, no será el último…. Sin embargo hay algo más…algo sabe diferente … le caen tan bien estos dos, entonces ese algo le hace cosquillas… como un recuerdo lejano de que alguna vez las cosas le importaron… Después de este trabajo tenía otro, era en otro espacio, una línea temporal complicada. Mejor no pensar en eso, se dijo. Acá en la playa, entre estos humanos encantadores que sin duda eran sus favoritos... la estaba pasando demasiado bien y no quería que se termine. Quizás… esta vez podría ser diferente…dudaba.
En cuanto a Morla y Casiopea, esa dos cada vez le caían peor… les tenía un moderado aprecio, producto de la historia compartida. Pero cada vez que la llamaban le daba la misma urticaria en el cuerpo, que cuando nadaba en el mar con aguasvivas, se estremeció con el recuerdo, si hay algo que no le gustaba eran las medusas, bichos de lo más infames y traicioneros. Mientras ella se perdía en sus dilaciones, Ulises le acariciaba el pelo, Catriel el brazo... que sujetos adorables, que pena que en un instante este momento idílico será detenido… se dijo.
El acto de circo de Casiopea empezaba (esta vez sin gente). Siempre era el mismo: El tiempo detenido por etapas. Primero se pausa una parte, luego el ruido que aturde, luego la violencia en algún lugar desata…en esta playa desierta, solo se observó un remolino de arena y un par de cangrejos olvidables…luego el silencio… lo de las olas que no rompían en la playa era un efecto que le quedaba siempre bonito, pero siempre lo mismo, que poco creativa, así el imperio de las memorias no va a funcionar… pensó casi indignada.