Dos Simples Tragedias (corregido)

Cap.3=Aquí comenzó.

Han pasado dos semanas desde la muerte de Richard, y todavía no he salido de la casa ni de su habitación. Mi vestido negro está tirado en un rincón de la desordenada habitación; estoy viendo la película favorita de Richard y comiendo nuestro helado favorito. Justo cuando la película está por llegar a la mejor parte, escucho un estruendo afuera de la casa. Me levanto con muy poca voluntad y me asomo a la ventana.

—¿Qué carajos? —digo mientras veo dos camiones de mudanza frente a mi casa, junto con un matrimonio y sus tres hijos. Uff, nuevos vecinos.

No tengo muchos vecinos aquí, ya que es una zona privada y, siendo tan costosa, no mucha gente vive aquí. Antes había más vecinos, pero poco a poco se fueron trasladando más cerca de la ciudad. Las casas aquí son caras y están alejadas. Nunca fui amiga de los niños que vivían aquí. Uno se comía los mocos, otro se creía demasiado especial, y había una niña mugrienta que nunca se bañaba.

Los dos chicos están en la entrada, revisando algunas cajas. Los padres cargan cajas del camión hasta la puerta. La única persona que no hace nada es una chica. Su cabello es rojo y le llega hasta los hombros. Lleva un jardín de mezclilla y una camiseta amarilla, y está descalza.

¡Con este frío está descalza!

Me quedo mirando a la familia por un buen rato. Luego mi vista se centra en la chica, y cuando vuelvo a observar al resto de la familia, noto que uno de los chicos me está mirando atentamente. Él frunce el ceño, mira a la chica y luego a mí, hace una expresión extraña y le habla a los otros chicos. El descarado me señala y le dice algo al otro chico.

Miro a los costados para cerrar las cortinas rápidamente. ¡Ay Dios, qué vergüenza! Me agacho y me siento en el suelo de la habitación, quedándome allí un rato. Tapando mi cara, siento mi corazón latir desbocado y mis piernas temblar. Hago lo que menos esperaba: sonrío y lloro al mismo tiempo. Agacho la cabeza y río cada vez más fuerte... me estoy volviendo loca.

Me levanto del suelo y observo la habitación. Qué asco. Salgo al largo pasillo, que está oscuro. Peligro, peligro, peligro. Todas las alarmas en mi cabeza comienzan a sonar. ¿Y si hay algo en la oscuridad? Siento que la oscuridad se acerca, tratando de devorarme. Corro de vuelta a la habitación, cierro la puerta detrás de mí y me apoyo contra ella, bajando lentamente hasta sentarme con las piernas abrazadas. No puedo soportarlo.

Desde que tengo uso de razón, le tengo un miedo irracional a la oscuridad. Afortunadamente, Richard estaba aquí cuando me escondía de la oscuridad. Él encendía todas las luces de la casa cuando caía el sol y, cuando se cortaba la electricidad, él estaba conmigo. Me leía cuentos o me cantaba hasta que me dormía. Siempre decía algo como...

—Estarás bien. Estoy aquí para ser la luz en esta oscuridad, pero también debes brillar para que esa oscuridad se aleje. Cuando tengas miedo, ven a mí; siempre estaré para darte un fuerte y cálido abrazo.

—¿Adónde iré ahora que ya no estás? ¿Qué debo hacer? ¿Por qué me pasa esto a mí? —digo entre lágrimas. Me levanto lentamente y voy al baño privado de la habitación de Richard, que ahora es más mío que nunca.

Llego al baño y me miro al espejo. Me veo horrible. No he podido dormir bien. La imagen de Richard pidiendo un abrazo antes de morir no deja de repetirse en mi cabeza. Él no deseaba verme así, lo sé, pero ¿cómo supero la muerte de la única persona que estuvo conmigo?

Primera etapa: Negación. Aún escucho sus canciones en la cocina, su perfume, sus abrazos. Quizás no merezca cosas bonitas o personas especiales. Tal vez estoy pagando por pecados que ni siquiera recuerdo haber cometido. No lo merecía. No merezco ser feliz.

Camino hasta la tina y abro el grifo. No me importa si el agua está caliente o fría, solo quiero desaparecer. Cuando la tina está lo suficientemente llena, me meto poco a poco hasta quedar sentada. No siento ni frío ni calor, no estoy triste ni feliz. Solo siento la presión en el pecho y esos susurros diciéndome que lo haga de una vez. ¿Deseo tanto desaparecer? Bueno, debo hacerlo para dejar de sufrir. Nadie me recordará. Solo tenía a Richard y ya... a nadie le importará si muero.

Poco a poco hundí mi cuerpo en la tina. Antes de que mi cabeza se hunda también, recuerdos llegan a mi mente: mi primera vez andando en bici, la primera vez que conduje mi auto, cuando preparé el desayuno sola, cuando fui a la escuela por primera vez. En esos momentos, a pesar de haber llorado, fui feliz porque tenía a mi padre. Solo quiero un momento con él, quiero sus abrazos de vuelta...

Hundo lentamente mi cabeza en el agua y siento una lágrima que sale de mi ojo, hasta que el agua toca cada parte de mi cuerpo. No me siento pesada, me siento extremadamente liviana. Poco a poco, voy dejando el aire contenido en mis pulmones y abro los ojos para ver las pequeñas burbujas flotando hasta la superficie...

¿Cuándo se volvió mi soledad tan opresiva?

¿Sobreviviré?

Richard ahora mismo es lo que nunca desearía que fuera: un recuerdo lleno de tristeza. Lo vi en su peor momento, con su última sonrisa. Perdí a la persona que me crió. Fui abandonada en un orfanato por mis padres biológicos, nunca tuve amigos, estoy sola... ¿será eso para mí? ¿Acabar sola en una habitación oscura? La oscuridad acabará con mi dolor, pero no deseo una muerte lenta y dolorosa. Deseo una rápida y sin dolor, así todo terminará más rápido.

Nunca debí asomarme a la ventana. Ver a esa familia me hizo sentir tan sola y triste.

Después de un rato, el agua en la tina dejó de moverse y yo dejé de respirar... Espérame, voy a ir contigo.




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