Dosmundos

CAPÍTULO III

BARAK

Comenzaba a preocuparme por Shanth. -mi hermana- Desde esa vez que se fue a jugar a las praderas, y vino mojada de pies a cabeza, hace como un mes; su salud se ha deteriorado.

No debí, dejarla sola por tanto tiempo, debí estar con ella, cuidándola.

Eres un idiota Barak.

-Bak. -la débil voz de Shanth me saca de mis pensamientos.

Me encuentro sentado a un lado de su cama, mirándola detenidamente; visualizando como el estar enferma, la ha perjudicado bastante; luce muy delgada, pálida, débil, casi ida...; recuerdo a Shanthel risueña, vivaz, bulliciosa, traviesa...

Me siento devastado tan solo verla.

-Qué pasa Shan. -le respondo suavemente-

-Regresaste proto...

-Sí. Hubo... algunos percances...

-Si lo hubiera sabido..., te habría ido a recibir a palacio...

Sí, Claro. En ese estado, ni siquiera llegarías a la puerta de la habitación...

¡BARAK POR DIOS, QUE ES TU HERMANA!

-Me hubiera encantado.

Shanthel suelta una risa floja.

-Sé que es mi comentario fue... algo absurdo.

Solo un poquito.

-Claro que ni siquiera podría ponerme en pie.

Y no solo lo dije yo...

-Será mejor que descanses Shan. -esbozo una sonrisa mientras me acerco para abrigarla con un cobertor-

-Cuéntame Bak, ¿cuál fue el percance, que los hizo volver pronto? -dijo preocupada-

Cambia de tema Bak, Cambia de tema...

-¿Tienes sed...?, voy por agua. -volteo para retirarme.

¡Es enserio Barak!, definitivamente, apestas disimulado.

-No Barak. Espera. -volteo con asombro a su dirección por la firmeza de su voz- Qué está pasando, necesito saberlo.

-No Shanthel, no necesitas saberlo. -digo firme- Esto solo es incumbencia del gobernador y los guardianes.

Me mira con tristeza.

-Pero soy tu hermana Bak, me preocupas. Y no quiero te pase algo malo.

Suavizo mi mirada ante su declaración. Me acerco hacía su cómoda, para acariciar su cabeza suavemente.

-Nada malo va a pasarme. Se cuidarme, Shanth.

No me permitiría morir y dejarla sola, en este jodido mundo.

-Lo sé, lo sé... eres muy fuerte, Barak de Mares.

Sonrío.

-Tú también, Shanthcabezahueca.

-Oh, cállate. Que manera de arruinar el momento.

Rio abiertamente ante su respuesta.

-¿Tienes sed?

Pregunto, para evitar que quiera sacar nuevamente el tema. Shanth se da cuenta, pero no dice nada y solo asiente.

-Vengo en un instante. -sin más, salgo a paso lento de la habitación, cerrando la puerta detrás mío-

Camino por los pasillos tomándome mi tiempo, para llegar a la cocina.

¿No que iba a ser en un "instante"?

Solo fue un decir.

-¡BARAK!

No llego a la cocina, por que la voz de Boris a mis espaldas me frena. Volteo en su dirección y lo veo corriendo hacia mi desesperadamente.

-¿Ah?

-Que... bueno encontrarte. -dice agitado-El gobernador nos ha enviado a llamar, lo más rápido posible.

¡¿Está de broma?!

Pongo mala cara ante sus palabras, y caminamos inmediatamente hacia la sala de reuniones.

-Qué es lo está pasando. -hablo sin un ápice de humor-

-Tampoco lo sé exactamente, pero un vasallo observo desde lo alto del castillo, un gran incendio en los bosques.

Ahora entiendo...

-Así que creen que son los Spírius... tratan de atacarnos. -digo con preocupación-

-Sí. Bueno al manos eso creíamos.

Lo miro sin entender nada.

-Verás... hemos confirmado que eran los Spírius, pero no vinieron a atacarnos precisamente a nosotros.

-A qué te refieres.

-Causaron destrozos, pero solo en una parte. Como a un kilómetro de distancia del reino.

-Esto es muuuy raro. -digo- Ya que, por lo general, esas cosas solo son atraídas por grandes cantidades de poder mágico, o solo para satisfacerse devorando humanos.

-Sí. Y ya que descartamos la parte de devorar humanos...

-Solo nos queda averiguar, que es eso que lo atrajo.

-¿Pudiste saber, cuantos Spírius eran? -Le pregunto, y observo que Boris traga su propia saliva con dificultad-

-Alrededor de diez. -dice en un hilo de voz.

Paro en seco, y lo miro buscando algún tipo de burla en su cara. Pero esta es simplemente de preocupación.

Diez. Malditos. Spírius.

-Me tienes que estar jodiendo.

-Créeme, también desearía que fuese una broma. Cuando me lo dijo el vasallo, casi le parto la cara pensando que se burlaba de mí.

Sigo sin creérmelo.

-Qué pudo tener tanto poder mágico para atraer a diez, de esas cosas.

-Ha de haber sido un monstruo enorme y peligroso.

-No creo que haya sobrevivido...

-Tampoco lo creo.

Entramos inmediatamente a la sala de reuniones, abriendo la puerta dramáticamente; se encontraba el gobernador Felipe; su mano derecha, Sir Anton; su consejero, Marcus; por último, los guardianes reales, Adonis, Laurice, Boris y yo.

-Nos mandó a llamar, gobernador. -hablamos Boris y yo al unísono.-

Todos en la sala voltearon a vernos con sorna en los ojos.

El gobernador Felipe hace una mueca con la boca, tratando de contener la risa, pero trata de guardar la compostura.

Sí, su personalidad... muy poco común de alguien con gran poder, y un cargo importante.

-Uhm. -se aclara la garganta- Bueno, ya que estamos completos, vamos directo al grano.

-¿Qué haremos, Felipe? -habla Laurice, en un tono aburrido-

-Oye. No es, Felipe. Es nuestro señor. -objeta Boris-

La pelinegra pone los ojos en blanco, y dirige nuevamente su mirada hacia Felipe, pero de reojo le hecha miradas despectivas al rubio.




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