Drac ©

3

DRAC ©
Capítulo 3

Por fín era viernes, lo que significaba que podría descansar todo el fin de semana, me senté en el sillón y encendí el televisor, pero para mi desgracia alguien tocó la puerta. Escuché como alguien le decía a Max, mi guardaespaldas, algunas cosas no muy apropiadas.

—¿Tienes novia, Max?

Cuando abrí la puerta, observé a Barbara, sonriendole coqueta a mi guardaespaldas.

—¡Deja de acosar a mi guardaespaldas, Barb!

Ella me miró con una mueca en sus labios mientras caminaba resignada hasta la puerta.

—No es mi culpa que tengas guardaespaldas sexys.

Ella se sentó en el sillón mientras yo me disculpaba con Max por la vergonzosa actitud de mi amiga.

—¡Que asco! —se quejó obstinada al no encontrar ninguna película buena.

—Pobre, Max.

Sus ojos azules me inspeccionaron de arriba a abajo y frunció el ceño.

—¿Por qué no estas vestida?

Me observé a mi misma, sin entender a que se refería.

—Si. ¿A caso no te dije que iríamos a Drag Racing?

La miré confundida, no realmente no recuerdo eso.

—No. ¿Qué es Drag Racing?

Ella abrió su boca sorprendida.

—¿Jamás has ido a carreras clandestinas?

Negué con mi cabeza.

—Bueno, Drag Racing es el rey de las carreras.

La observé desde el sillón, no imaginé que a mi amiga le gustara ese tipo de actividades.

—¡Tenemos que ir, ya! —miró el reloj en su muñeca —¡Es tarde!

—No se si tenga ganas de ir —le confesé, sin ningún deseo de levantarme de ese sofá—Además, dudo que las carreras clandestinas sean tan interesantes.

—Claro aburrida, como tienes un mejor plan que quedarte en casa toda la noche viendo —miró hacia el televisor — viendo Tarzán.

La observé ofendida, no había razón para meterse con Tarzán.

—¡Esta bién, iré a la maldita carrera!

Ella sonrió mientras yo caminaba hasta mi habitación para colocarme ropa adecuada.

Cuando estuve lista, me dí cuenta de que mis guardaespaldas no me dejarían ir sin ellos y obviamente no aceptarían que fuera a ningún tipo de actividad ilegal.

—¿Qué sucede? —preguntó Barbara, desde el sillón.

—¿Cómo vamos a hacer con los guardaespaldas?

Ella suspiró. Pero luego sus ojos se iluminaron.

—Tengo una idea —indicó —espero que funcione, aquí vamos.

La observé salir del apartamentos sin saber que es lo siguiente que pasaría, hasta que la ví hablando con Max , su plan era seducir a Max.

Ella me hizo una seña de que escapara cuando se abalanzó sobre el cuello de Max, obstruyendo su campo de visión. Rápidamente cerré el departamento y corrí sigilosamente hasta la entrada, el conserje me observó extraño pero se limitó a seguir leyendo su revista, al cabo de unos segundos Barbara estaba caminando hacia su vehículo, simplemente la seguí, ella tenía una sonrisa en su rostro.

—No voy a morir sino le doy un beso a Max—suspiró con una sonrisa en sus labios.

—Ya cállate y maneja pequeña soñadora.

Después de unos minutos ella pusó en marcha su pequeño vehiculo, el lugar quedaba muy lejos de mi casa, quizás a media hora, cuando llegamos no hallamos dónde estacionar,  así que tuvimos que dejar el auto a unas cuadras.

—Demonios, si hubiéramos llegado mas temprano no tendríamos que caminar tanto.

—¡No es mi culpa, tu eres la que habla todo a última hora!

El aire frío de invierno me provocaba escalofríos y el cielo estaba tan gris que parecía que dentro de poco caería una gran tormenta. Llevaba unos shorts que ahora que lo pienso fue una muy mala idea, asi que mis piernas se sentían expuestas. El lugar era inmenso y había tribunas para que las personas se sentaran pero estaban completamente llenas, habían autos y mujeres con vestimentas muy cortas,  dentro de mi pensaba, se deben estar congelando. Un fuerte olor a alcohol y marihuana llegó hasta mi nariz, acababa de llegar y ya quería irme. Por un momento perdí de vista a Barbara, pero volví a respirar cuando la ví hablar con un chico.

—¡Amber, no te alejes! —me reprendió —al menos que yo te lo pida, claro está —bromeó.

—Esta bien.

No me sentía comoda en este lugar. Sentía que habían demasiadas personas extrañas, demasiadas cosas ilegales y solamente el hecho de pensar que quizás en cualquier instante la policía llegaría me daba escalofríos.

—¡El es Thomas! —me gritó Bárbara a través de la música —Competirá esta noche.

Extendí mi mano pero Thomas la tomó entre la suyas y depósito un beso. Lo miré sonrojada.

—Amber —me presenté.




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