Drac ©

4

DRAC©
Capítulo 4

Cuando abrí los ojos, me encontré con una habitación desconocida, había olvidado por completo lo que había pasado, miré hacia un reloj y aun era de noche, quise mover mi pié pero el dolor era insoportable, seguro tendría una fractura. Primera semana y ya estaba metida en problemas. Escuché unos pasos acercarse a la habitación así que cerré mis ojos, fiengiendo estar dormida. La puerta se abrió y no parecían los pasos de una sola persona, sino de dos.

—¿Quién es ella?

Escuché preguntar, una voz profunda y gruesa que hizo que un escalofrío me recorriera el cuerpo entero.

—La conseguí en el picodromo, estaba lastimada, casi muere pisada y no recordaba donde había aparcado su amiga.

—¿Y qué? ¿Desde cuándo te das la tarea de héroe?

—No es eso y lo sabés.

Escuché como alguién golpeó algo con enojo. Me asuste automáticamente, quería abrir mis ojos, pero estaba tan asustada que preferí no hacerlo.

—Eso es tu maldito problema, Derek.

Después de eso escuché como la puerta se cerró con demasiada fuerza, así que abrí mis ojos esperando estar sola pero no era así. Mis ojos se encontraron con el chico que me trajo aquí mirando a la nada. Cerré mis ojos nuevamente antes de que se diera cuenta de en realidad estaba despierta, pero ya era tarde.

—Se que no estás dormida.

Abrí mis ojos nuevamente y sus ojos azules seguían sin mirarme.

—¿Dónde estoy?—pregunté con timidez.

—En una casa, ciega.

Su tono irónico me asustó un poco, su voz era de una persona seria y parecía un poco mayor.

—Lo se, pero llamaré a mi amiga para que me venga a buscar.

El negó levemente con su cabeza.

—No hace falta, le diré a alguien que te lleve.

Asentí con mi cabeza, no me sentía segura, para nada segura. Derek llamó a alguién y le dijo que viniera por mi, pero al parecer esta persona estaba ocupada o simplemente no quería, puesto que Derek tuvo que insistirle.

—¿Qué hacías en el picodromo?—preguntó Derek, mirándome—No parece un lugar al que te guste ir.

Suspire—No me gusta, en realidad—miré hacia otro lado ya que comenzaba a sentirme asustada otra vez—Solo quise acompañar a una amiga.

El simplemente asintió con su cabeza. Unos minutos después su teléfono sonó.

—Bien, te llevaré a abajo.

Intenté bajar de la cama por mis medios pero no lo logré, ahogaba las lágrimas que querían desbordarse a través de mis ojos, finalmente Derek me ayudó a bajar escalón por escalón, y aunque no era muy comodo apoyarme en el, terminé haciéndolo, no tenía elección.

Un chicó fumaba un cigarrillo, hasta que nos escuchó bajar las escaleras y lo tiró al suelo, pisándolo con su zapato.

—Listo.

Derek se detuvo asegurandose de que estuviese bien.

—¡Llévala, Drac!

Mí corazón se detuvo por un segundo, las palmas de mis manos empezaron a sudar, mi cuerpo quedó prácticamente estático en su lugar, no lograba moverme, ni decir nada, ni siquiera respirar.

Entonces recordé todo lo que me habian contado sobre el tal Drac.
El se giró a verme pero no hubo ninguna expresión en su rostro, no estaba sorprendido, no estaba feliz pero siempre tenía una mirada de enojo.

—¿Estas bien?—me preguntó Derek, antes de irse.

Asentí con mi cabeza. Derek cerró la puerta del vehículo y caminó hasta la casa nuevamente, le dijó unas cuantas palabras a Drac y este parecía enojado. Drac caminó hacia el auto, subió cerrando la puerta violentamente y pusó en marcha el auto a demasiada velocidad.

No podía evitar observarlo, sus brazos estaban forrados en tinta, parecía un chico malo, de esos que describen en algunos libros, de esos que golpean mujeres, hombres y niños, pero que en realidad no son así, parecía de esos que esconden su personalidad y su vida ante una fachada o mascara ficticia. El se dió cuenta de que estaba observándolo y eso pareció enojarlo, porque pisó el acelerador con fuerza mientras sus nudillos se tornaban blancos en el volante. Estábamos alcanzando la máxima velocidad, sentía que iba a morir nuevamente, me aferré a mi asiento rogando porque se detuviera, el auto brincaba a cada segundo, hasta que observé unas luces que pertenecían a un tren.

—¡Detente!—le grité exaltada con el corazón en la boca.

El no se detuvo parecía muy concentrado en lo que hacia, intentar matarnos.

—¡Por favor!—le supliqué, viendo como nos acercabamos cada vez más y el tren también, las lágrimas caían por mis ojos sin contemplación, ya no me importaba llorar en público sí en unos minutos un tren aplastará mi cuerpo—¡Drac!

El auto logró pasar antes que el tren, sin embargo la bocina del tren me había dejado sorda y sus luces, ciega, Drac detuvo el auto cuando pronuncié su nombre en voz alta. Sus ojos me miraron por primera vez en la noche, parecía bastante enojado ahora mismo. No debí haberlo dicho en voz alta. No debí. Mi corazón latía frenéticamente dentro de mi pecho, estaba petrificada.




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