DRAC©
Capítulo 10
Su cuerpo resbaló hasta caer prácticamente a mis pies. En otras circunstancias, estaría felíz de ver al asesino de mi padre, a mis pies y agonizando. Pero por alguna razón que desconocía, no era así. Quizás yo tenía corazón y no podía dejar a nadie morir, ni siquiera a la persona que en pocas palabras acabó con mi vida. Lo observé en el suelo de mi apartamento mientras su camiseta empapada de sangre manchaba mi suelo. Sus ojos se cerraban de a poco y su piel era pálida. Odiaba ser tan buena persona. Rápidamente, con las manos temblorosas, lo ayudé a levantarse. Sus movimientos eran lentos y torpes, su cerebro no reaccionaba, quizás por la gran cantidad de sangre que había perdido.
—¡Oh por dios!—murmure, intentando llegar hasta el sofá con él, en mis hombros—¡No cierres los ojos!
Su mirada aceitunada se fijó en la mía durante unos segundos, mi corazón latía frenéticamente dentro de mi pecho.
¿Qué diablos estaba haciendo?
Déjalo morir.
—Voy por el botiquín de emergencias.
El simplemente asintió con su cabeza, mientras yo caminaba hasta el baño con las piernas de gelatina y el estómago apretado. Esta era mi oportunidad de hacerlo pagar. Tomé el botiquín que estaba en un estante y me senté en el inodoro.
Diablos.
Tenía un montón de emociones en mi estómago ahora mismo, pero ninguna era agradable. Me levanté empapada en sudor y caminé hasta la sala. Su cuerpo se encontraba derramando sangre por todo mi sofá.
—¡Tenemos que ir al hospital!—dije, dejando el botiquín a un lado.
—¡No!—sus ojos se abrieron al tope—No podemos ir al hospital, abran policías allá.
—¿Y qué diablos importa eso?—le grité exaltada—No puedo curarte, vas a terminar desangrándote y muriendo de todas maneras.
El no dijo nada, en cambio esbozó una sonrisa irónica.
—Finalmente conseguiste lo que querías, pequeña Sullivan.
Lo miré atónita, debía estar bromeando.
—¿De qué hablas?
—No te hagas la cínica ahora—me recriminó—Déjame morir, al fín y al cabo, yo asesiné a tu padre—sus ojos me observaron—No me arrepiento de haberlo hecho.
Solté una carcajada irónica.
—Estas muriéndote mientras sabes que soy la única persona que te puede ayudar y aún así sigues comportandote como un maldito idiota.
Me quedé observándolo durante unos segundos, debería dejarlo morir.
—No mereces que te ayude, debería dejarte morir... —lo observé—Pero no soy como tú—su cuerpo seguía manchando mi sofá —Además, dejarte morir así sería muy fácil. Yo quiero que sufras.
Después de eso ninguno dijo más nada, lo ayudé a quitarse su chaqueta que empapaba todo mi apartamento y luego su camiseta, unos tatuajes quedaron a mi vista, iban desde la parte baja de su vientre hasta casí su cuello, un escalofrío me recorrió el cuerpo al instante y la piel se me puso como de gallina. Tomé el alcohol con un algodón y limpié su herida, el decía algunas maldiciones por su parte, mientras yo intentaba limpiar su herida.
—Esto no esta resultando—comenté nerviosa—Tenemos que extraer las balas.
Sus labios se formaron en una línea recta.
—¿Tienes un cuchillo?
Asentí lentamente con mi cabeza, nerviosa de lo que el intentará hacer.
—Búscalo.
Corrí hasta la cocina en busca de un cuchillo, cuando lo encontré volví a la sala. Drac había logrado sentarse pero su herida no dejaba de sangrar.
—¿Ahora qué?
Sus ojos se fijaron en el cuchillo y luego en mí.
—¿Confías en mi?—preguntó seriamente.
En otra ocasión me habría reído hasta llorar.
—No—confesé sincera.
—Buena elección—sonrió vagamente—Porque yo tampoco. Lo que vamos hacer ahora, me va a doler más a mi que a tí.
Observó el cuchillo entre mis pequeñas manos. Oh dios. No puedo hacerlo.
—¡No puedo hacer eso!—dije tan pronto me dí cuenta de lo que planeaba hacer.
—Calmate, Sullivan—sus manos tomaron mis muñecas—Todo va a estar bien. Ahora, respira.
Respiré, su mano guió a la mía hasta un pequeño orificio sangrante en su pecho. El cuchillo apenas rozaba su piel.
—Cálmate—me alentó—Concéntrate, Sullivan.
Respiré profundo sintiendo como el aire se me era insuficiente.
—¡Maldita sea!—Drac dejó salir un gruñido acompañado de unas cuentas palabrotas mientras se retorcía de dolor.
Logré sacar la primera, aún faltan dos. El lado bueno, que en realidad no se si es un lado bueno, es que las balas estan superficiales.
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Editado: 06.05.2019