Drac ©

18

DRAC©
Capítulo 18

AMBER SULLIVAN

Me sentía una completa ilusa, jamás habría confesado mis sentimientos de tal manera para luego ser rechazada. El estómago me dolía y solamente quería correr a casa y llorar durante días. Desde el momento en el que Drac llegó a mi vida, mi personalidad había cambiando brutalmente. Quizás no de la mejor forma, todas mis defensas habían caído por los suelos. El era un criminal, eso lo tenía muy claro. El no sentiría nada por mi. Ni por nadie.

Observé su rostro, era tan varonil y su semblante tan frío como un témpano de hielo, su mandíbula bien marcada y sus ojos celestes, tan penetrantes que lograba ponerme nerviosa en un segundo. Su rostro tan angelical pero a la vez el de un propio demonio.

-¿Por qué quieres protegerme de ti?-sus ojos me observaban, penetrandome intensamente.

Juntó sus labios en una línea recta y se giró, su espalda era ancha pero con una cintura estrecha. 

-¿A qué juegas, Sullivan?-se giró nuevamente, quedando frente a mí-¿Qué diablos pretendes?-no entendía sus preguntas así que no respondí-¿Te das cuenta que fuí yo quien asesinó a tu padre?, ¿te das cuenta de que soy un criminal?

El nudo en mi garganta era tan profundo que no me permitía responder.

-¿Te das cuenta que te estas metiendo en algo que no deberías?

-Si-contesté finalmente-Se todas esas cosas, pero...-mis ojos se llenaron de lágrimas, joder me sentía tan estúpida en este momento-¿Crees que me siento bien estando enamorada de un criminal?-bufé mientras mi voz se cortaba-¡Eres un maldito asesino, Drac!-respiré profundamente mientras envolvía mis manos en puños, me sentía impotente al no poder hacer nada al respecto con lo que comenzaba a sentir-Solo, olvida lo que dije.

Me dí la vuelta mientras sentía el corazón apretado en mi pecho. El no me detuvo, solo se quedó observándome. Me sentía decepcionada, pero...¿Qué podía esperar de alguien así?

¿Que cambiara por mi?

¿Que correspondiera mis sentimientos?

Observé la luz del sol quien prácticamente me cegó. Caminé hasta la parada de autobuses y tomé uno directo a casa. Cuando llegué al edificio, saludé al conserje y subí por el ascensor, el cual ya lo habían arreglado. Observé detrás de mi hombro, tenía la sensación de que alguien caminaba detrás de mi. Abrí la puerta con mis manos temblorosas y observé a Hachi en el sofá.

No quería hablar con nadie, mucho menos con mi madre. ¿Con que cara le decía a mi madre que me había besado con la persona que ella mas odiaba en el mundo?

Entré a mi habitación y cerré la puerta a mis espaldas, escuché los ladridos de Hachi pero simplemente me acosté en mi cama y dejé que todas esas lágrimas salieran. Había sido muy un día muy largo.

...

-Eres muy cruel, Cristina-observé a mi padre quien discutía con mi madre, me quedé afuera de su recámara mientras escuchaba los gritos de mamá resonar-¡Es solo una niña!

-Por favor, Robert-le dijo mamá con sarcasmo-No vengas a hablarme de que es una niña porque sabes que a ti eso no te importa.

Papá se quedó callado mientras daba vueltas por la habitación.

-¿Crees que no me preocupa?-murmuró con la mandíbula apretada-No me saques en cara esas mierdas.

-Entonces, no te metas en mis decisiones tampoco-espetó sin más y salió de la habitación hecha una furia.

Su cuerpo chocó contra el mío, me observó con desprecio y luego siguió su camino. Abrí la puerta de la recámara de papá y lo observé, sentado en el borde de su cama mirando una foto entre sus manos.

-¿Papá?

Su vista no se levantó de la foto, la escondió detrás de su espalda y me observó.

-Ven aquí, pequeña.

Me acerqué en pasos agigantados hasta su cuerpo, el me cargó entre sus brazos y me abrazó con ternura.

-Prométeme algo, Am-sus ojos celestes buscaron los míos, asentí con mi cabeza mientras me preguntaba que estaba pasando-Algún día intentarán hacerte mucho daño, más del que te puedes imaginar-su voz era suave y de terciopelo-Te harán daño intentando destruirte, intentando dañarte, pero debes prometerme que no dejarás que pase-besó mi frente con delicadeza-Prométemelo.

-Te lo prometo-dije en un susurro.

Papá volvió a abrazarme como si quisiera protegerme de algo. Observó la foto de mamá, colgada en la pared beige.

-El amor no existe, ¿entendido?-asentí con mi cabeza-No debes enamorarte, pequeña. No dejes que te hagan daño-murmuró una y otra vez con su vista perdida en la nada.

Me desperté con el corazón agitado. Había sido un sueño. Pasé mis manos por mi cabello varias veces hasta que logré calmarme. Me levanté de la cama y observé a mamá en la barra de desayuno comiendo una ensalada de frutas.




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