Drac ©

23

DRAC©
Capítulo 23

DRAC

Ambos jugábamos en el pequeño parque que estaba cerca de casa, el viento primaveral soplaba las hojas de los árboles, llevándolas a cualquier otro lugar, la danza de las hojas junto al cantar de los pájaros. Observé a una niña, la niña corrió y se escondió detrás de un gran árbol, lucía realmente asustada, luego ví a un pequeño niño, el sonreía y se acercó hasta el pie del árbol, pero de pronto empezó a llover, el cielo se pusó gris y el viento era frío, el niño giró su pequeño rostro inocente hacía los lados, se dió cuenta de que estaba solo, completamente solo.

Un dolor de cabeza se instaló en la parte superior de mi cabeza, razón por la cual abrí mis ojos por completo. Tuve que pestañear repetidas veces para poder acostumbrarme a la tenue luz que entraba por la ventana. Traía puesto ropa de hospital y tenía una pequeña mascarilla sobre mi naríz. El sonido de la puerta me distrajo. Derek entró junto con un café entre sus dedos y soltó un pequeño suspiro al verme.

—Pensé que te tendríamos que congelar—bromeó pero no reí—Drac, ¿qué diablos te pasó?

Bajé mi mirada y apreté mis dientes, tragué un sabor metalico que no me causo agrado.

—La jodí.

Derek dejó el café sobre una pequeña mesilla y luego se detuvo frente a mí.

—¿De qué cojones hablas, hombre?

—Sullivan, la morena fastidiosa, la jodí, Derek. La involucré en mi jodido infierno y ahora corre peligro—solté un suspiro debido al dolor que me causó moverme—Quieren llevarsela.

—¿Günter?

—Eso creo—intenté sentarme pero solo logré hacerme daño—Sabes que Günter siempre obtiene lo que quiere, pero no voy a permitir que se la lleven.

—¿Te estás escuchando?—me interrumpió—Estamos hablando de Günter Dolveur, ése que no le importa asesinar a un niño con tal de lograr su objetivo. No podrás con él.

—Quizás, Derek. Pero debo intentarlo joder, es de esa chica de quién hablamos—apreté mis manos—¿Si Alessia corriera peligro no harías lo que fuera por protegerla?

Derek apretó sus labios y asintió lentamente.

—No voy a perderla a ella también, Derek.

—Lo entiendo. Pero Günter es demasiado para ti solo...—habló pensativo, moviéndose de un lado a otro—Deberías pedirle ayuda a tu tío.

Ni pensarlo.

—¡No me jodas con esa mierda!—dictamine mientras la sangre me empezaba a hervir y mi pulso cardíaco a aumentar—No pienso pedirle nada a ese maldito desgraciado.

Derek bebió un sorbo de su café, limpió sus labios y me observó fríamente.

—¿Quieres salvar a tu noviecita?—habló sin un tono de burla.

—Yo no tengo novias—repliqué, pero en realidad si quería sacarla del hueco en el que la había metido en mi egoísmo—Pero si, quiero salvarla.

Derek sonrió y se encogió de hombros.

—Entonces amigo mío, no tienes opciones.

Apreté mis labios y asentí con mi cabeza. De cierto modo, el tenía razón. Derek se quedó durante unas cuántas horas más hasta que el doctor finalmente decidió darme de alta. Derek me trajo ropa limpia para que pudiera cambiarme, observé un vendaje en mi abdomen, lo apreté con los dedos y mordí mis labios, dolía como el jodido infierno.

Bajé el borde de mi camiseta, tomé mi chaqueta que estaba sobre una silla y la coloqué en mi hombro, salí de la habitación en busca de Derek pero solo conseguí a su fastidiosa hermana.

—¿Tan rápido te irás?—inquirió mientras se acercaba hasta a mí.

—Si. ¿Dónde está Derek?

Alessia se encogió de hombros e hizo una mueca con sus labios. 
Ignore a Alessia y cuando me disponía a irme del hospital pude observar una cabellera café muy resaltante. Sus ojos me observaron dudosa como si debetiera dentro de su cabeza entre acercarse o no, sus ojos estaban rojos al igual que su naríz, sus mejillas tenían un color carmesí. Me acerqué hasta donde se encontraba.

—¿Estás bien?—me apresuré en preguntar mientras observaba su rostro entre mis manos. Tenía unos pocos rasguños pero nada grave—¿Ocurre algo?

Su mirada penetrante quedó fija en mis ojos, solo durante unos minutos porque luego la apartó. 

—¿Quién es Günter Dolveur?—preguntó observando un punto fijo en la pared.

Solo el hecho de escuchar su nombre me hacía hervir la sangre.

—¿Te hizo algo?

Ella negó con su cabeza y de nuevo fijó su mirada en la mía. Acaricie su  suave mejilla con mi pulgar mientras ella me observaba con temor.

Me cago en la puta.




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