Drac ©

25

DRAC©
Capítulo 25

AMBER SULLIVAN

Coloqué un vestido sobre la cama mientras Barbara colocaba otros sobre los sillones ya que no quedaba más espacio para colocarlos. No entendía como ésta chica tenía tanta ropa. Yo era más como de caricaturas, la misma ropa en todos los episodios.

—Entonces, ¿me vas a decir quién es el afortunado que te ha invitado a salir?—inquirió Barbara colocando sus manos sobre sus caderas.

Sabía que si le decía a Barbara que Drac me había invitado a salir se pondría como loca, me castraría y luego me encerraría en una habitación a repetir plegarias.

—No. Sólo te diré que saldré con alguien.

Barbara juntó sus labios y negó con su cabeza en modo de desaprobación.

—Espero que no sea con el criminal ese.

Mordí mis labios mientras elegía uno de los vestidos. Después de un largo rato finalmente me decidí por unos shorts cortos y un sweater beige, no sabía a dónde me llevaría así que prefería ir preparada, me coloqué mis deportivos y dejé mi cabello suelto. Barbara se había ido hace unos minutos así que estaba en completa libertad. Me senté en el sofá mientras sentía como corazón golpeaba en mi pecho, estaba nerviosa, eso era un hecho innegable.

El timbre sonó, me levanté deprisa y abrí, sus claveles celestes me observaron de pies a cabeza. El vestía un sweater gris junto con unos pantalones negros de esos que suele llevar, olía a limpio combinado con perfume masculino.

—¿Puedo pasar?—inquirió de repente.

Asentí con torpeza y cerré la puerta mientras el caminaba con confianza dentro de mi apartamento. Se detuvo frente a mi habitación, la cual estaba hecha un completo desastre.

—Creo que estabas algo indecisa sobre que ponerte—murmuró burlón.

—No soy yo, es mi amiga.

El asintió con su cabeza y se acercó hasta mi cuerpo, envolvió sus brazos en mi cintura y depositó un beso sobre mi frente. 
—Uses lo que uses siempre te verás hermosa, nena—susurró en mi oído.

Sentí como mi rostro se calentaba y me sentía una pequeña hormonal por permitir que sus palabras tuvieran tanto efecto en mí.

—Venga, vámonos.

Salimos del apartamento, me sentía extraña junto a èl, era la primera vez que salíamos juntos, al menos como personas normales, las otras veces habían sido involuntariamente. Su motocicleta estaba afuera del edificio.

—Espero que no le sigas teniendo miedo a éstas cosas.

Tomé la delantera y me subí a la motocicleta con firmeza, debía mostrarme segura de mi misma, solo recibí una sonrisa de su parte, se subió adelante de mi y encendió la moto acompañado de un fuerte rugir.

—Veamos que tanto puedes soportarlo—aseveró antes de poner en marcha la motocicleta.

Los faroles que adornaban las frías calles centellaban, la brisa rugía contra mi rostro y leves espamos me recorrían el cuerpo. Mis manos se aferraron a la estrecha cintura del joven frente a mi, mientras mayor era la velocidad mayor era la presión en mis manos, acuné mi rostro sobre su espalda hasta que la motocicleta se detuvo frente a una gasolinera.

—Te mostraré un poco más de mí—murmuró bajándose de la motocicleta.

Me apresuré en bajarme de ésta también, dejamos la Harley estacionada frente a la gasolinera y caminamos hasta la pequeña tienda, la cual yacía cerrada. Drac observó a través del cristal y rebuscó algo entre los materos que se encontraban frente a esta, de la cuál sacó una llave. Lo observé horrorizada.

—Vamos, Sullivan—me tomó de las manos—Conozco al dueño, tengo un pequeño almacén justo aquí.

Imaginé las cosas que podría tener en un almacén, en una tienda de gasolinera abandonada en una carretera desierta, las imágenes no eran nada agradables. Decidí apaciguar mis pensamientos y entrar a la tienda. Drac tomó una bolsa de golosinas y la abrió, caminó con ella hasta que su cuerpo se detuvo frente a una puerta.

—Espera aquí.

Asentí incómoda, observando el lugar, parecía una tienda normal no un lugar donde un psicópata traería sus cadáveres sin vida.

Deja de ver American Horror Story, te estás volviendo paranoica.

¿Quién puede culparme?

Tate es perfecto.

—¿Qué haces?—su voz me hizo dar un leve salto.

—Nada, sólo veía las cosas y ya.

El asintió mientras colgaba un pequeño bolso negro en su hombro. Caminó hasta la salida y me guió a través de la oscuridad hasta quién sabe dónde.

—¿Falta mucho?. No creo que pueda seguir caminando.

—Si eres obstinada, Sullivan—se giró y empezó a caminar en reverso—Eso me agrada. Pero ya hemos llegado.

Drac abrió el bolso y sacó de éste un arma. Mis ojos se abrieron como platos y estuve a punto de gritar.




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