Drac ©

36

DRAC©
Capítulo 36

AMBER SULLIVAN

Estoy conciente de todo lo que sucede a mi alrededor. Estoy conciente de cosas de las cuales antes no tenía ni la más remota idea. Estoy conciente de la verdad.

Al abrir mis ojos, me encuentro con una gran destellante luz, su resplandor es cegador. Pestañeo un par de veces para acostumbrarme a la intensidad de la luz. Me fijo en el lugar en el cual me encuentro, una pequeña habitación simétrica con paredes pintadas en tonos celestes, una gran ventana a un lado de la habitación cubierta por una innumerable cantidad de persianas blancas. Huele a medicina acompañado de un ligero olor a cloro, sinónimo de hospital. Deslizo mis manos por debajo de la gran manta que me cubre de pies a cabeza. La aparto un poco y consigo sentarme, un poco inclinada.

Un fuerte dolor retumba en mí cabeza, como si de un martillo se trátase. Tallo mis ojos e intento mantenerlos abiertos, mi cuerpo tiembla debido al frío, pues afuera se encuentra lloviendo.

De pronto, escucho el sonido de la puerta al abrirse.

—¡Vaya!—Gabriela coloca sus manos en sus caderas y ladea la cabeza, con una sonrisa en su rostro—¡Miren quien ha despertado de su profundo sueño, bella durmiente!

Sonrio de lado, mientras me enderezo en la pequeña cama individual. Ella saca un pequeño paquete de galletas de su bolso y lo lanza en mi regazo.

—Come.

—No tengo hambre...

—Tomad y comed, Amber Sullivan—curva sus labios en una mueca. Tomo la pequeña bolsa de galletas y me demoro en abrirla, mis dedos tiemblan ante cada movimiento que realizo—¿Cómo te sientes?

Llevo una de las galletas a mi boca. Son de chocolate. ¡Santo dios, están deliciosas!

—Pues, jamás he estado mejor.

Gabriela sonríe, asintiendo con su cabeza. Tiene puesto un vestido holgado para que las personas no noten su embarazo. Es una latina bastante hermosa.

Los recuerdos de aquella noche en el apartamento de Drac, aparecen en mi mente de pronto. Son imágenes borrosas, sin embargo todo está bastante fresco en mi memoria, lo último que recuerdo fue un arma frente a mis ojos.

—¿En dónde está...?—aprieto las palmas de las manos, clavando mis uñas en ellas mientras debato conmigo misma entre preguntar sobre Drac o guardar silencio. En realidad, temía que él no estuviese aquí—Olvídalo.

—¿Te refieres a Drac?—asiento con mi cabeza sintiendo una presión en mi pecho—Él ha estado esperando en esa sala de emergencias desde que ingresaste al hospital.

Desvío mi mirada hasta mi regazo. No parece algo que Drac haría. Mucho menos por mi. Desvivirse por alguien no es lo suyo.

—¿Cómo están mis hermosos sobrinos?—pregunto con inquietud, intentando cambiar el tema.

Gabriela lleva la palma de su mano hasta su vientre y lo observa con nostalgia.

Seguramente, le recuerda a Derek.

—Pues bien. He estado comiendo como no tienes idea. Además, me enfado por todo—una pequeña carcajada brota desde el fondo de mi garganta—No te rías, es en serio. Me saludan, me enfado, no me saludan, me enfado.

—Tu amiga mía, tienes un grave problema que va más allá de tu embarazo.

Gabriela alza sus cejas y me observa, amenazante. Seguidame se coloca de pie, acomodando su vestido.

—Te dejaré descansar.

Me limito a asentir con mi cabeza en un leve movimiento. Gabriela sale de la habitación, dando pequeños saltitos como una niña pequeña. Sin poder evitarlo, sonrío.

La habitación se encuentra en un silencio insoportable. Sin embargo, extrañaba esa sensación de paz y tranquilidad que tanto añoraba.

Mi vida se ha convertido en un huracán.

No me doy cuenta de cuando alguien ha entrado en la habitación, pues me encontraba perdida en mi cabeza.

Mi corazón se detiene y millones de emociones se aflojan en mi estómago al verlo. Sus ojos celestes me observan con ímpetu. Viste unos jeans desgastados junto con una camiseta ceñida a su cuerpo, de manera que los músculos de su pecho se marcan a través de la camiseta. Unas grandes ojeras se encuentran fijas debajo de sus ojos, su cabello está desordenado y tiene aspecto de haberse duchado hace poco.

Lo extrañaba.

Quería lanzarme en sus brazos, pero en ese momento el recuerdo de verle con Alessia, en su propio apartamento hace que mi corazón se arrugue dentro de mi pecho.

Decido romper todo contacto visual y fijar mi vista en mis manos, sobre mi regazo. Observo la pequeña bolsa azul de galletas de chocolate, pero el apetito se me ha esfumado.

—Hey...—su voz es suave, tanto que me quema por dentro. Camina lentamente hasta sentarse en un pequeño banco cerca de la cama. Mi instinto me delata, alzo mi mirada para encontrarme con esos hermosos ojos celestes penetrandome sin piedad—¿Cómo te sientes?

—Mejor — mi voz es neutra.

Drac curva sus labios formando una línea recta. Lleva su mano, pasándola por su desordenado cabello, apartando el mechón de cabello castaño que cae sobre su frente.

—Necesitamos hablar—dictamina con seguridad.




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