Drac ©

37

DRAC©
Capítulo 37

...

AMBER SULLIVAN

Suspiro insatisfecha. No debí haberlo dicho de esa manera. En mi cabeza había sonado muchísimo mejor.

Drac frunce el ceño, haciendo que sus espesas cejas bastante pobladas se junten sorpresivas.

—¿De qué estás hablando?—su mirada celeste se fija en la mía, helandome hasta los huesos.

Santa mierda.

—Pues...el día del accidente, la razón por la cual había venido era para decírtelo pero...luego pasó lo que pasó—el silencio es incómodo, él parece no poder procesar tal información, por un instante mi corazón se arruga de tristeza—Drac—él levanta su cabeza para observarme—Tu padre es Günter Dolveur. Mereces saberlo.

—¿Günter?—repite para sí mismo.

De pronto, se levanta de golpe, haciendo que mi corazón de un brinco nervioso. Cubre su rostro con ambas manos, mientras murmura algunas palabras en silencio, de manera que no logro escucharlas. Mi corazón palpita con fuerza en el momento en el que él comienza a golpear objetos en su entorno. El ensordecedor sonido que varías cosas producen al estrellarse contra el suelo, me hace sobresaltar.

—¡Suficiente, Drac!—continúa haciendo caso omiso, llevando sus puños hasta la pared. Sus nudillos sangran, al parecer se ha cortado pero no parece importarle—¡Suficiente!—se detiene, apoyando su peso de la pared frente a él—Se que no tiene sentido todo esto pero la vida es así. Recuerda que los retos más difíciles son para las personas más fuertes—mi voz tiembla ante cada palabra—Tu eres mucho más fuerte de lo que piensas que eres.

Camino con pequeños y cuidadosos pasos hasta llegar a su lado. Coloco mi mano sobre su hombro, presionando con suavidad.

—¿Cómo sabes todo esto?—se gira para observarme.

Me remuevo incómoda en mi lugar mientras pienso en lo siguiente que diré.

—Hace unos días, fuí a la antigüa casa donde ocurrió aquél trágico incendio—la sensación de vacío en mi estómago se vuelve cada vez más insoportable a medida que hablo—Encontré algunas cosas. Antiguas, fotos más que todo, además de esto...

Vuelvo mis pies, buscando mi pequeño bolso verde militar, palpo un objeto suave pero a la vez con un poco de aspereza. Él observa el pequeño peluche en mi mano, es un pequeño oso de color azul cielo. Tiene una pequeña mancha blanca en su barriga, sin embargo, casi no puede apreciarse debido al color gris que se extiende por toda la superficie del muñeco. Tiene un muy pequeño ojo marrón, mientras que en el otro lado tiene un botón de color morado. 
Para ser un peluche, carece de suavidad.

Drac camina lentamente hasta llegar frente a mi. Toma el pequeño oso de juguete entre sus grandes manos, haciendo que éste se vea más pequeño de lo que enrealidad es. Lo observa con nostalgia, incluso con sentimiento. Una pequeña, casi imperceptible, sonrisa se ensancha en su rostro mientras niega con su cabeza.

—Era de Daniela—masculla sin despegar la vista del objeto—No podía dormir ni una sola noche si no tenía a esta cosa junto a ella.

Mi corazón se arruga ante la calidez de su voz. Él levanta su rostro, ésta vez, fijando sus preciosas orbes en las mías.

—¿Por qué fuiste a ese lugar?

Muerdo mis labios con fuerza buscando una respuesta adentro de mi cabeza.

—Asuntos pendientes.

—¿Ah si?—achica sus ojos, por lo que unas pequeñas pero adorables arrugas se forman al final de sus ojos—¿Como cuáles, señorita Amberlee?

Me toma por sorpresa cuando me agarra por la cintura, atrayendo mi cuerpo hasta el suyo, aprieta sus dedos alrededor de mi cintura, provocándome escalofríos.

—¡No me llames Amberlee!

—¿Cómo debería llamarte entonces?—una socarrona sonrisa se cruza en sus labios.

Que bipolar este hombre.

Primero es todo un animal, golpeando cosas y diciendo palabras que no deberían ni existir mientras que luego es tan provocador.

Es toda una caja de sorpresas.

—Pues, si. Estoy tan conciente de mi nivel de bipolaridad que justo ahora quiero tenerte conmigo—me sonrojo al darme cuenta de que he estado pensando en voz alta.

—Pero, me tienes contigo, digo...literalmente.

—No me refiero a eso y lo sabes, muñeca—me guiña un ojo, haciendo que mis mejillas se calienten más que antes.

—¿Qué quieres decir?

—Yo...—susurra con voz ronca escondiendo su rostro en mi cuello, la punta de su naríz roza suavemente mi piel haciendo que los vellos de mi nuca se ericen—quiero...—su mano viaja desde mi cintura hasta mi espalda, por debajo del suéter, una maldita corriente eléctrica me recorre el cuerpo entero mientras su tacto vuelve a mi respiración costosa—besarte.

Cierro mis ojos mientras siento la suave piel de sus labios rozar los míos con lentitud, con parsimonia, un fuego se instala en mi estómago, mi respiración es tan profunda que en cierto punto se vuelve asfixiante. Suspiro en el momento en el que su labio atrapa mi labio inferior, lo muerde con delicadeza, abro un poco mi boca para soltar un suspiro el cual es reprimido por el asalto de sus labios sobre los míos. Su lengua baila una lenta y exitante danza junto con la mía, aprovecho para envolver mis manos alrededor de su nuca para tener mejor estabilidad.




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