Drac ©

40

DRAC©
CAPÍTULO 40

 

DRAC

Estaba a un día.

A un día de ser libre.

A un día de ser el prisionero de mis propios errores.

La propuesta de Sullivan seguía rondando por mi cabeza, parecía sencillo, viajar hasta otra ciudad, tener una vida lejos de tantas complicaciones pero a la vez era tan complicado.

En prisión aprendí muchas cosas, y una de ellas era a hacerle frente a los problemas que se me presentaran. No podía simplemente huir. Pero tampoco podía alejarme de ella. Aunque los abogados de Derek insistían en que había una enorme posiblidad de quedar en libertad cuando se descubrieran los crímenes cometidos por la demandante que por desgracia resultó ser mi madre biológica.

El asunto es que yo si había asesinado a Robert Sullivan.

Nos encontramos sentados frente a la larga mesa de caoba frente a nosotros mientras los abogados de Derek hablan entre ellos. Todo un bufete juridico estaban a mi completa disposición, lo cual me resultaba interesante, porque las leyes y yo no solíamos ir de la mano. Es más, nunca había tenido un verdadero soporte jurídico en otras oportunidades. Observo las agujetas del reloj moverse lentamente, me cuesta mantenerme concentrado en lo que se habla, incluso sobre un tema tan importante como este.

Mi cerebro no dejaba de recriminarme. Hacer lo correcto jamás había sido lo mío, ¿por qué habría de cambiar eso ahora?

Por primera vez en mi vida tenía a la única persona que a pesar de mis errores, de la oscuridad adentro de mí corazón había logrado hacer sobresalir aspectos de mi que jamás pensé tener. ¿Cómo es que había logrado cambiar tanto en tan poco tiempo?

Inspiro fuerte y paso una mano por mi rostro, cansado de escuchar la conversación de los abogados. Derek nota mi desagrado, así que coloca una mano sobre mi hombro, dándome apoyo.

—Ha sido suficiente por hoy, caballeros—murmura Derek dando por terminada la conversación—Creo que mañana sabremos la decisión del juez.

Los abogados se levantan, despidiéndose de nosotros para salir por las enormes puertas de cristal. Aprieto mis sienes con fuerza intentando apaciguar el dolor de cabeza que se ha instalado en mi cuerpo.

Joder, todo se había vuelto tan complicado que resultaba abrumador.

—¿Te encuentras bien?—pregunta Derek en tono de preocupación. No respondo, dejo que el silencio se arme entre nosotros—Se que todo esto es difícil, pensé que jamás tendrías que volver a prisión pero no podía permitir que Robert siguiera vivo, Drac—elevo mi mirada a la de él—Tu sabes el porqué.

Mis labios se contraen involuntariamente. Él tenía razón.

—¿Cuando le dirás la verdad a Amber?—le pregunto.

El curva sus labios hacia abajo y desvía su mirada, notablemente tenso.

—No creo que sea buena idea hacerlo ahora que estás por entrar a juicio.

—Claro—digo con aire ausente.

Esto me supera. La misma historia volvía a repetirse y dudaba mucho que ésta vez hubiese un final feliz.

Más te vale aprovechar esta última oportunidad.

Recuerdo cuando le advertí a Sullivan lo que sucedería si se le ocurría abrir la boca en mi contra. Esas palabras habían salido de mi boca sin saber que ella sería mi segunda oportunidad.

La segunda oportunidad que la vida me había otorgado para cambiar mi jodida vida y solo el hecho de imaginar que estaba apunto de perderla, hacía ensanchar a la grieta en mi corazón.

—¿Te acuerdas de aquel favor que te dije que algún día necesitaría?—hablo de repente. Derek mueve su cabeza hacia atrás, recordando y después asiente—Lo necesito, ahora.

No iba a huir. No más. Estaba cansado de huir de mi pasado, de mis errores, de la vida, no quería seguir siendo el mismo de siempre. Ese caballero oscuro tan abominable ante la sociedad. Mi vida había cambiado en el momento en el que decidí involucrarme con Sullivan. Ella jamás había tenido miedo de mi, incluso después de todas las advertencias y malas pasadas que le hice tener que pasar. Ella había creído en mi cuando nadie lo había hecho antes. No buscaba un príncipe aunque lo mereciera, había venido a salvar a una alma perdida como la mía aunque yo no lo mereciera. No podía actuar mal ahora.

—Te la llevarás contigo. No quiero que esté aquí mañana durante el juicio—mi corazón se quiebra en pedazos al tener que pronunciar esas palabras pero sabía que ella no dejaría que me llevarán a prisión con facilidad.

No quería ver sus lágrimas en el momento en el que el juez diera su veredicto, independientemente de cual fuese.

Derek me observa con dureza en su rostro, sabía que esto destruiría a Sullivan. Pero era lo correcto.

—¿Estás seguro de lo que haces, Drac?—sus ojos se clavan en los míos con dureza.

—No pero he tomado una decisión, Derek. No quiero verla llorar por un hijo de puta como yo—lo observo considerar mi petición pero finalmente asiente, dandome la razón.




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