Dragones Gemelos

Deseo de cambio.

Nami revisaba la cocina cuando escuchó el grito de Ellen, desenvainó su espada y corrió hacia la habitación, de una patada entró en la habitación en guardia. 
Nami: ¿Qué pasa?  
Lo único que pudo ver es a Ellen de rodillas en la cama mirando a la pared. 
Nami: ¿Eh? 
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Ellen se levantó restregándose los ojos, no tenía idea de dónde estaba, se levantó y se dio cuenta que llevaba un vestido blanco. 
Ellen: ¿Dónde estoy? 
Una voz como trueno se escuchó, Ellen se asustó y cayó al suelo, recién ahí miró su brazo izquierdo, el dragón azul giraba alrededor como un brazalete. 
Voz: ¡Ellen! 
Ellen sólo miraba atentamente a su brazo. 
Voz: ¡ELLEN! 
Ellen sintió una fuente ventarrón, levantó la mirada, una enorme cabeza de un dragón flotaba a un par de metros de ella, esta retrocedió violentamente muy aterrada. 
Ellen: ¡Monstruo! 
Dragón: ¡Ellen! 
Esta la miró en una mezcla total de emociones que se notaban en su cara. 
Dragón: Ellen… Respira… 
Ellen trató de recuperarse. 
Dragón: No quiero hacerte daño… Tranquila. 
Ellen: ¿Quién eres? ¿Por qué tu boca no se abre al hablar? 
Dragón: Soy Arashi, guardián de la vida, y tu protección desde hace tres días. 
Ellen: ¿Por qué están conmigo? 
Arashi: Él nos pidió que te salváramos a ti… Eras más importante que su vida, y quería que lo supieras. 
Ellen: Quiero llorar… Eso no ayuda. 
Arashi: Debes tratar de respirar… Una de las cosas que le gustaba de ti era tu sonrisa, y no creo que quisiera arruinarla con nada. 
Ellen: ¿Qué sabes tú de emociones? Eres un ser antiguo que no teme a nada porque nunca morirá… 
Arashi: Estás hablando desde tu enojo, y lo entiendo… Toma tu tiempo. 
Ellen: ¿Dónde estoy? 
Arashi: Estamos… Dentro de tu mente. 
Ellen: Quiero salir… Tú no puedes darme lo que necesito. 
Ellen vio como el enorme cuerpo como de serpiente se enrollaba alrededor de ella formando un enorme círculo y acercó su cabeza a Ellen respirando violentamente hacia ella, el cabello de Ellen quedó completamente despeinado. 
Arashi: ¿Un abrazo? 
Ellen: Me destrozarías. 
Arashi: Sí… Tienes razón. 
El dragón entero se volvió una nube blanca, Ellen miró a todos lados confusa. 
Ellen: ¿Q-Qué? 
La voz de Arashi sonó viniendo de todos lados a la misma vez, Ellen no tenía idea donde mirar. 
Arashi: Sacrifiqué mi existencia por salvar a la humanidad, y nunca esperé nada a cambio… Un abrazo, no es nada. 
Ellen vio como desde el frente apareció una figura, femenina, algo más alta que Ellen, caminando descalza, con un vestido celeste como el cielo, cabello azul marino y ojos celeste brillante sonriendo, caminó delicadamente hacia ella, se arrodilló y abrió los brazos ofreciendo el abrazo. 
Ellen: E-E-E-Eres una… 
Arashi: ¿Persona? Sí, por eso tuve la brillante idea de salvar a los humanos… Resultó bien, ¿No crees? 
Ellen: Pero yo no soy ustedes, yo… Perdí a un amigo… Perdí el… 
Arashi se acercó y la abrazó suavemente, Ellen se acomodó entre sus brazos y comenzó a sollozar. 
Arashi: Lo sé, durante mi tiempo he visto mucho sufrimiento y lo he sentido, como puedo sentir tu dolor igualmente, no te forzaré a que entiendas todo lo que se viene en tu vida ahora, en este instante quiero que descanses y puedas consolarte. 
Ellen: Y-Y-Yo… Ahora está esta chica… Nami… Y bueno… Según ella tiene que servirme, y yo no quiero sirvientes… Lo último que necesito ahora es una persona con esa clase de personalidad. 
Arashi: Necesitas amigos… Quieres alguien que pueda entender lo que sientes. 
Ellen: S-Sí… Y ella… Es…  
Arashi: Una soldado…  
Ellen: Sí, es de los que salen en las películas de “soy un soldado hecho para matar y para servir, no tengo sentimientos” 
Arashi miró a Ellen. 
Arashi: Nuestro tiempo se terminó, debes volver a la realidad. 
Ellen: Pero… 
Arashi: Pero, antes de marcharte, te daré un secreto, pero no le digas a nadie, ¿Vale? 
Ellen: Vale. 
Arashi: Nami nunca ha salido de “la comunidad” y también está sufriendo, quizás, si alguien le enseña la vida real… 
Ellen: La haga tambalear y volver más humana. 
Arashi: No lo sé, bien pequeña, tengo que marcharme, pero estaré para ti toda tu vida. 
Ellen: Gracias Arashi, me has dado lo que necesitaba. 
Arashi: Bien pequeña, es hora de que partas, tienes una vida que vivir. 
Ellen: Sí, tienes razón… Perdón, tiene razón. 
Arashi: Je, tranquila, a pesar de tener miles de años también me agrada que me traten de joven. 
Ellen: Jeje, bien… Estoy lista. 
Arashi se apartó y ambas se pararon una frente de la otra. 
Ellen: Es un honor conocerte. 
Arashi: Y un honor estar contigo. 
Ellen hizo una reverencia que Arashi respondió con otra similar. 
Arashi: Hasta la vista. 
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Ellen escuchaba una voz murmurar. 
Voz: ¿Qué voy a hacer? Es mi primer trabajo… Además, se me confió por ser la mejor… Y la dejo sola y la pierdo… Está muerta y yo… ¿Debería huir? Me matarán… Me van a matar. 
Ellen se sentó como una resucitada en la cama y miró hacia su derecha, junto a la pared estaba Nami sentada en el suelo con las manos en la cabeza con una mirada de desesperación. 
Nami: Nami, Nami, Nami… 
Ellen se sentó en la cama y con una sonrisa habló. 
Ellen: Deberías tomar un té de valeriana. 
Nami miró rápidamente a Ellen. 
Nami: ¿Estás viva? ¡ESTÁS VIVA!  
Nami se paró con evidente sorpresa, que rápidamente cambió en enojo. 
Nami: ¡¿Qué demonios te pasó?! Escuché tu grito y luego te vi tirada… Pensé que te habías muerto. 
Ellen: Es bonito que te preocupes por mí. 
Nami: Digo… Debo, es mi trabajo. 
Ellen: Sí, lo sé, lamento eso, sufrí un ataque de pánico solamente, me puse a pensar en demasiadas cosas al mismo tiempo y terminó mal, lamento haberte preocupado. 
Nami: Yo… Debí haberme dado cuenta, pero… Tu pulso… No lo sentía y bueno. 
Ellen se levantó y miró a Nami. 
Ellen: Bien, debo ir a hacer mis necesidades si no te importa. 
Nami: Debo acompañarte. 
Ellen: No, no será la ocasión, puedes quedarte en la puerta, pero no entrarás. 
Nami: ¿Qué te hace creer que te…? 
Ellen: Que tu deber es cuidarme y servirme, tú lo dijiste, así que tendrás que escucharme. 
Nami gruñó y murmuró a regañadientes. 
Ellen: Tomaré eso como un sí. 
Nami: ¿Qué hay de tu estómago? 
Ellen se quitó la venda. 
Ellen: Todo bien. 
Nami miró con sorpresa como solo quedaba una pequeña cicatriz en el estómago de Ellen. 
Ellen: Bien, vamos. 
Nami: Te sigo. 
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Ellen estaba tomando una taza de té de rodillas mirando la televisión, mientras Nami la vigilaba desde la espalda completamente seria. 
Ellen: Deberías sentarte, te dolerán las piernas. 
Nami: No, estoy entrenada para… 
Ellen la interrumpió. 
Ellen: Siéntate y toma una taza de té, es una orden. 
Nami la miró, pero esta solo miraba la televisión sin despegar la vista, Nami obedeció y se sentó a un lado de Ellen mientras se servía una taza de té. 
Ellen: Debemos hacerte unos cambios. 
Nami la miró confundida, está la miró y sonrió. 
Ellen: Quieras o no yo tengo una vida normal que hacer y tú con esa armadura no encajas, así que, ¿Tienes ropa normal? 
Nami evitó el contacto visual mientras respondía nerviosamente. 
Nami: S-S-Sí. 
Ellen trató de juntar su mirada con la de esta, pero Nami la evitó en todo momento. 
Ellen: ¿De verdad? Muéstramela. 
Nami miró a Ellen justo cuando esta miró la televisión, Ellen bebió otro sorbo y Nami agachó la cabeza. 
Ellen: Supongo que no tienes entonces… No te preocupes, mañana iremos al centro comercial y te compraré alguna que te agrade. 
Nami: ¿Centro comercial? 
Ellen: Sí, ¿Sabes lo que es cierto? 
Nami: S-Sí, obvio, he estado en muchos. 
Ellen: Entonces no habrá problema, mañana iremos en la mañana. 
Nami: Como mandes. 
Ellen bebió otro sorbo de té y sonrió. 
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La mañana llegó, Nami durmió apoyada en la pared en la habitación de Ellen, estiró los brazos y miró a la cama sólo para levantarse completamente asustada, la cama estaba completamente ordenada sin ningún rastro de Ellen, se levantó y tomó su espada sacándola de su vaina, abrió la puerta delicadamente y caminó hacia la sala principal con la espada muy segura sujetándola con ambas manos firme. 
Nami: Fuh… 
La puerta principal sonó y Nami se paró amenazante hacia ella hasta que vio a Ellen arreglándoselas para entrar con dos bolsas en las manos y una sujetándola con la boca, Nami suspiró y miró a Ellen completamente furiosa, Ellen tomó las llaves y la miró. 
Ellen: Hoda… 
Nami se acercó a ella refunfuñando. 
Nami: ¡¿Quién crees que eres?!  
Ellen se asustó y dejó caer la bolsa que tenía en la boca, Nami cerró la puerta de golpe. 
Nami: Me desperté en la mañana y tú no estás, ¿Sabes cuantas cosas pasaron por mi cabeza? Debo estar cerca de ti en todo momento, no debí dormirme, es mi culpa eso, pero tú tienes que avisarme que saldrás para acompañarte. 
Ellen: Lo siento, y-y-yo sólo quería p… 
Nami: ¡No! Tú nada, tu vida ya no te pertenece eres propiedad de la comunidad, y lo serás por todo el resto de tu jodida vida, ¡ASÍ QUE APRENDES O TE MUERES!  
Una de las bolsas se resbaló de las manos de Ellen, Nami la miró furiosa hasta que vio los ojos llorosos de esta. 
Nami: Yo… 
Ellen recogió la bolsa serenamente y caminó hacia la cocina, Nami se dio cuenta de su error y la miró esconderse con mucho arrepentimiento. 
Nami: Yo… Uhg… 
Nami envainó su espada y se arregló el cabello, inspiró profundamente y caminó hacia la cocina, al llegar la puerta estaba entreabierta, pudo ver a Ellen estar limpiando algo en el lavabo, acercó su mano para abrir la puerta, pero retrocedió al ver a Ellen caer de rodillas y llorar desconsoladamente, Nami suspiró y mantuvo la calma, y se quedó quieta, sabía que había hablado de más y sabía que ahora no podía hacer nada, así que prefirió mantenerse al margen… O eso hubiera preferido, abrió la puerta y Ellen se levantó rápidamente secándose las lágrimas evitando mirar hacia atrás. 
Nami: E-E-Ellen… 
Esta habló, tratando de evitar dar signos de su estado, pero era obvia la tristeza que sentía. 
Ellen: ¿S-S-SÍ? 
Nami suspiró. 
Nami: Sobre lo que dije… Yo… Lo lamento, ni la mitad de lo que dije era verdad… Sólo estaba enojada… Es que… Fuiste descuidada… Y yo no… Lo siento, enserio. 
Ellen no se giró para responder. 
Ellen: Está bien, creo que debo acostumbrarme a esta nueva vida… Como dijiste, no me pertenece. 
Ellen dijo esto último casi susurrando, Nami la miró con tristeza. 
Nami: ¿Quieres escuchar algo? 
Ellen no se giró. 
Nami: Sólo… No lo digas a nadie nunca… A pesar de haber sido acogidos y entrenados por “la comunidad”, los detesto. 
Ellen la miró de reojo. 
Nami: Ellos fueron los que me separaron de Axel, cuando más lo necesitaba… Por eso me sentí horriblemente cuando dije lo que dije, no perteneces a la comunidad, yo lo hago, y tú no, sólo sentí… Que probablemente eres una niña mimada, tomando en cuenta de quién eres, no medí mis palabras y creí que te defenderías. 
Ellen: ¿Por quién soy? ¿Te refieres a una…? 
Nami: Smith, hija de multimillonarios… Has tenido todo y regularmente la gente como tú son engreídos que creen que pueden hacer lo que quieren sin importarles que ponen en riesgo a más gente. 
Ellen: Pero no me conocías, y juzgar gente es malo… Podrías lastimar a alguien.  
Nami: Lo lamento mucho, soy tu sirvienta y no debí hablarte así. 
Ellen: V-Vale… Volveré a preparar el desayuno. 
Nami titubeó y habló. 
Nami: ¿Te ayudo en algo? 
Ellen: ¿Sabes cocinar? 
Nami negó con la cabeza. 
Nami: Pero puedo ayudar. 
Ellen: Pon el servicio en la mesa, y luego veré que te pido. 
Nami asintió y Ellen le indicó donde tenía desde el mantel a cada servicio muy ordenados, Nami los tomó y salió de la cocina, Ellen apoyó ambas palmas en el lavamanos y miró por la ventana que tenía al frente. 
Ellen: Fue ruda… Pero, no puedo sentirme triste… Él no quería eso. 
Ellen sonrió mientras una lágrima caía por su mejilla. 
Ellen: No quería eso. 
Se repitió a si misma, se secó la lágrima con la muñeca y continuó limpiando el tomate que tenía en la mano. 
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Nami se levantó de su silla seria, pero no enojada ni molesta. 
Nami: Eres una muy buena cocinera, serás una excelente esposa. 
Ellen: No sé si tomarlo como un cumplido o molestarme. 
Nami: Es un cumplido. 
Ellen esbozó una leve sonrisa. 
Ellen: Lo sé… Ahora… Debo ver si algo de mi ropa te queda, para ir a comprar. 
Nami: Debo decir… Que encuentro una molestia esto, pero no me negaré. 
Ellen: Jeje, y podrás saber como es un centro comercial. 
Nami: Ya dije, yo sé como es un centro comercial. 
Ellen sonrió y la miró a los ojos, Nami giró la cabeza enrojeciendo. 
Ellen: Te creeré para no llamarte mentirosa. 
Nami: Vale. 
Ellen: Vamos a mi habitación. 
Nami asintió, Ellen se levantó y caminó hacia su habitación, Nami la siguió y la vio desordenar su ropero. 
Ellen: No, no… Este me queda grande… Uhm, este… Esta polera me queda pequeña… 
Nami la miró molesta. 
Nami: ¿Me estás llamando baja? 
Ellen: No… Pero eres ligeramente más pequeña que yo. 
Nami gruñó entre dientes, Ellen sonrió y siguió buscando. A los quince minutos Nami tenía una polera verde con una flor estampada y unos shorts de jean que le cubrían hasta la mitad del muslo, Ellen le pasó un par de zapatillas que tenía guardadas y la miró. 
Ellen: Bueno, servirá mientras te vestimos… Uhm… ¿La espada? 
Nami puso cara de molestia. 
Nami: No, la espada no se toca, va conmigo donde sea. 
Ellen: Vaya, parece ser importante. 
Nami: No te interesa. 
Ellen: Exacto, ahora… ¿Dónde dejé mi bolso? 
Nami la miró con sorpresa ante la respuesta, Ellen pasó junto a ella tarareando una canción. 
Ellen: Vamos, tenemos que estar listas. 
Nami asintió, se amarró la espada en la cintura y siguió a Ellen. 
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Las dos caminaban por la vereda, Nami seguía a Ellen desde una distancia prudente, mirando hacia todas direcciones, Ellen sólo tarareaba una canción. 
Ellen: Y… ¿Cuál es tu edad? Ahora que lo pienso nunca pregunté. 
Nami: ¿Importa? 
Ellen: No sé, por eso de que soy una persona que le gusta conocer con quién compartiré mi vida. 
Nami calló pensativamente por unos segundos. 
Ellen: ¿Eh? 
Nami: Quince… Tengo quince. 
Ellen: Pero Axel tenía… 
Nami: Tenía diecisiete, esa era su edad real, fue falseada porque no había estudiado unos años. 
Ellen: Supongo que no me lo dijo por algo. 
Nami: Le gustaba no decir cosas. 
Ellen: ¿Puedo saber qué pasó entre ustedes? 
Nami miró a Ellen. 
Nami: Nos criamos en la comunidad, nuestros padres nos abandonaron con mi nacimiento, él vagó conmigo hasta ser acogidos por la comunidad, y teníamos una buena relación como hermanos, sólo olvidó el pequeño detalle de mencionarme que era el portador y que tendría que abandonarme… Así que me enojé por eso. 
Ellen: Oh… Yo… Siento mucho haber preguntado. 
Nami: No importa ya…  
Ellen: ¿Hay algo que quieras saber de mí? Digo, es justo después de lo que te pregunté. 
Nami: Sé todo lo que necesito, hija de millonarios, te mudaste por motivos personales, promedio perfecto, y cocinera hábil. 
Ellen: Eso no es todo sobre mí, pero si te conformas con eso está bien por mí. 
Ellen vio a Nami pasar junto a ella rauda como un rayo, desenvainar su espada y cortar el pastel de un hombre que caminaba despreocupadamente directo hacia Ellen, Ellen la miró sorprendida, Nami envainó su espada con cierta satisfacción, el hombre estaba paralizado del miedo. 
Ellen: ¡Nami! 
Nami la miró como un perro mira a su amo esperando una felicitación por algo que hizo bien. 
Ellen: Eso fue rudo… No era necesario. 
Nami la miró con cierta decepción. 
Nami: Mi trabajo es protegerte, incluso de un tarado como este sujeto, ¿Podrías agradecérmelo si quiera? 
Ellen la miró confusa, miró al hombre y se acercó a él quién la miraba aterrado. 
Ellen: Lamento lo sucedido aquí, tenga espero que cubra el pago por el pastel. 
El hombre recibió la cantidad algo exagerada de dinero que Ellen le dio sin rechistar y se marchó, Nami miró a Ellen molesta. 
Nami: ¡No de…! 
Ellen la interrumpió con una voz de cansancio. 
Ellen: Gracias por eso, pero debes saber cuando necesitas la violencia, podrías haberme simplemente halado hacia atrás, siento no poder agradecértelo como esperas, pero así no funcionan las cosas. 
Nami la miró con una mezcla de confusión y sorpresa, Ellen sonrió y continuó caminando. 
Ellen: ¿Seguimos? 
Nami la siguió pensativa. 
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Las dos llegaron a la entrada del centro comercial, Nami tuvo que contener su emoción al ver que era mucho más grande de lo que nunca había imaginado, Ellen la miró sonriente desde la entrada mientras Nami estaba parada contemplando el centro. 
Ellen ¿Vamos? 
Nami reaccionó dándose cuenta de que había estado siendo observada. 
Nami: No me mires así, te dije que ha había visto un centro antes. 
Ellen: Yo no dije nada sobre eso. 
Nami habló a regañadientes mientras pasaba junto a Ellen. 
Nami: Estúpida niña mimada… 
Ellen la siguió porque parecía haberse olvidado de su trabajo, pero en cuanto entró Ellen, vio a Nami paralizada al ver tanta gente y tantas cosas que había ahí dentro. 
Ellen: Bien… Sígueme para que no tengas que buscarme. 
Nami: Eres una engreída. 
Ellen sonrió amablemente y comenzó a avanzar, Nami miraba a todos lados hasta que una colorida máquina con luces y sonidos le llamó la atención, Nami se quedó inmóvil mirando la máquina de garra. 
Ellen: ¿Quieres intentar? 
Nami reaccionó, recién notó que llevaba casi un minuto embobada con la máquina. 
Nami: No, no quiero. 
Ellen: No debes ser tan ruda, si quieres tengo tiempo de sobra. 
Nami: Yo… Está bien, sólo una prueba. 
Ellen: Bien. 
Cinco minutos después Nami gastaba la décima moneda, estaba completamente cegada en sacar un conejo de peluche que había dentro. 
Nami: Ya casi… Sólo un poco más. 
La garra bajó lentamente, tomó el conejo y subió. 
Nami: ¡Sí! 
La garra llegó arriba y de la sacudida dejó caer el peluche, la cara de victoria de Nami cambió lentamente a una cara de incredulidad. 
Nami: N-N-No… I-I-Imposible… 
Ellen: Tranquila, aún tienes más inten… 
Dijo antes de que Nami sacara su espada rabiosa y se paraba frente a la máquina. 
Nami: Soy Nami Hazachi y a mí nadie me traiciona ¡Oíste máquina estúpida! 
Nami iba a golpear la máquina, pero tuvo que intentar detenerse al ver la mano de Ellen en el camino, aun así, su fuerza golpeó la palma de esta. 
Ellen: Auch. 
Nami miró con horror lo que había hecho, Ellen apartó la mano y un delgado hilo de sangre apareció en la palma. 
Nami: ¡L-L-Lo siento! Atravesaste la mano y yo…  
Ellen se miró y vio como lentamente la herida se cerró. 
Ellen: Fue mi culpa, no lo pensé bien. 
Nami: ¡Pude cortarte la mano! ¿Qué demonios pensabas? 
Ellen: Sólo no quería que exageraras. 
Nami se giró fingiendo molestia. 
Nami: Yo jamás exagero, eres una tonta… Eso es lo que eres. 
Nami escuchó una música alegre y se giró, Ellen sostenía el peluche hacia Nami. 
Ellen: Ten. 
Nami la miró completamente shockeada, no sabía qué decir, no podía creer la amabilidad de Ellen. 
Nami: Mmm está bien… Debemos seguir moviéndonos. 
Nami le quitó el peluche a Ellen y se apartó. 
Nami: Avanza mimada. 
Ellen sonrió y caminó. 
Ellen: Lo siento. 
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La tienda de ropa estaba bastante concurrida, Ellen caminaba por los pasillos, a veces tomando una prenda, revisándola y si le gustaba la tomaba y la ponía sobre su hombro, Nami sólo la miraba con cierta confusión e incredulidad. 
Ellen: Ve algo de ropa para ti, para poder ir a los probadores. 
Nami: Uhm… 
Nami miró todo tratando de parecer analítica, para que Ellen no notara que no sabía combinar ropa, Ellen seguía intrigada en su propia actividad así que Nami intentando disimular dijo. 
Nami: No me agrada buscar ropa, no tengo tiempo. 
Ellen la miró y asintió. 
Ellen: Te buscaré algo yo… Necesitaré tus medidas. 
Nami dudó unos segundos y luego se acercó diciéndole algo al oído, Ellen asintió y continuó en su búsqueda, Nami la miró estoicamente y esperó tras ella, Ellen recogió una enorme cantidad de ropa y se dirigió a Nami. 
Ellen: Lista, vamos. 
Nami la miró cargar a duras penas la ropa y se rió. 
Nami: ¿No estás acostumbrada a tanto peso niña? Te ayudaré con eso. 
Nami decía esto llena de orgullo, cuando abrió los ojos Ellen iba llegando a los vestidores. 
Nami: ¡Oye! Te estoy hablando… 
Nami corrió hasta llegar a Ellen. 
Nami: Eres una orgullosa tonta. 
Ellen dejó la ropa en un pequeño asiento y suspiró. 
Ellen: ¿Eh? Lo siento, estaba centrada en dejar la ropa aquí. 
Nami frunció el ceño. 
Nami: Que…  
Nami examinó a Ellen unos segundos, esta estaba atenta a lo que iba a decir. 
Nami: Nada, probemos ropa… 
Ellen: Bien, tú primero. 
Nami asintió, tomó la ropa que Ellen le dijo y entró en el probador. 
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Llevaban más de veinte minutos probando distintos cambios para Nami, a pesar de que le agradaba a Nami actuaba completamente desagradable con Ellen. 
Ellen: Bien, este es el último. 
Nami: Me hiciste probar hasta ropa interior, te juro que si no tuviera que cuidarte te habría cortado la cabeza hace bastante tiempo. 
Ellen: Lo siento, es sólo para hacer tu trabajo más sencillo. 
Nami iba a replicar, pero tuvo que contenerse, entró en el cambiador y se probó la última combinación. 
Nami: No está mal. 
Ellen: Bien, ten la ropa para que salgas. 
Nami sacó la mano del probador y tomó la ropa, dos minutos después salía arreglándose. 
Nami: Bien, si me preguntas, elijo los… 
Nami miró hacia todos lados, pero no había rastros de Ellen, Nami se puso en alerta. 
Nami: ¡¿Ellen?! 
Sacando su espada Nami comenzó a correr hacia la salida. 
Nami: Espero que estés muriendo o te mataré…  
Nami se detuvo y guardó la espada. 
Nami: Yo misma. 
Ellen terminaba de recibir todas las bolsas y las cargaba a duras penas, Nami se acercó en sigilo. 
Nami: Ejem. 
Ellen se asustó. 
Ellen: ¡Nami! Tardaste menos de lo que esperaba. 
Nami: ¿Compraste todo? 
Ellen: Sí, vi que no podrías decidir y bueno… Yo… Lo compré. 
Nami: ¿Tus padres no se molestarán por el gasto? 
Ellen: Seguramente, pero prefiero eso a que no puedas hacer tu trabajo. 
Nami la miró con molestia a lo cual Ellen respondió con una tímida sonrisa y  una mirada tristona. 
Nami: Bien, déjame ayudarte con eso. 
Ellen: ¿Eh? Vale. 
Ellen soltó algunas bolsas y Nami las tomó. 
Ellen: Sigamos, hay algunas cosas que quiero hacer antes de volver. 
Nami: Está bien. 
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Las dos caminaban por un parque, Nami había cambiado su agresividad a un estado de silencio pensativo, Ellen sólo caminaba mirando al frente. 
Nami: Oye… Tonta. 
Ellen se detuvo. 
Ellen: ¿Qué hice? ¿Voy muy rápido? Lo siento no quise… 
Nami: ¿Por qué actúas así? Te he tratado mal desde que nos conocimos y tú…  Como si nada, no sé si me ignoras o no te importa… ¿Por qué? 
Ellen: Yo…  
Ellen se detuvo, su cuerpo temblaba y Nami pudo notar algunas lágrimas. 
Ellen: Sí me importa cada vez que me insultas, y sí te pongo atención, pero… Ayer me contaste que perdiste a Axel… Dos veces… Y sentí dolor, no por lástima… Sentí dolor porque yo sólo lo perdí una vez y estoy sufriendo, tú lo perdiste dos veces y eras su hermana… Yo necesito alguien con quien poder confiar y llorar para desahogarme… No quise poner más peso sobre tus tristezas, así que decidí que te haría tu carga más fácil sin tener que lidiar con una tonta sentimental como yo. 
Nami se rió, Ellen la miró confusa y sonrió. 
Ellen: Sí, es lo mejor. 
Nami: Tonta. 
Ellen la miró, a pesar de estar riendo por sus mejillas corrían lágrimas. 
Ellen: N-N-Nami. 
Esta empezó a llorar desconsoladamente, Ellen no reaccionó a nada. 
Nami: Eres una tonta… N-No puedo creerlo…  
Ellen: Yo… 
Nami: No lo sientas… No más “lo siento”… Porque… 
Nami se secó las lágrimas. 
Nami: Porque yo lo siento. 
Ellen se quedó sin palabras. 
Nami: Desde que entré a “la comunidad” mi único apoyo fue Axel, él estaba en todo para mí, cuando lo perdí, estuve en un constante cambio entre apoyos que nunca llegaron a ayudarme de verdad, así que decidí cerrarme o eso supuse… Años de entrenamiento para que tú… Una niñita mimada, venga con toda su amabilidad a hacer que me abra hacia ella… Eres… Eres… 
Nami sonrió. 
Nami: Una chica agradable Ellen. 
Nami levantó la mirada y estiró su mano derecha hacia Ellen. 
Nami: Es un placer estar a tu lado. 
Ellen sonrió y apretó fuerte la mano de Nami. 
Ellen: El placer es mío… 
Nami: Ahora, volvamos a tu casa antes de que anochezca. 
Ellen: Sí, es lo mejor. 
Ambas tomaron las bolsas y continuaron su camino. 
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Nami: Gracias por la ropa Ellen. 
Ellen: No es nada, enserio. 
Nami: ¿Quieres que haga algo? Digo, estoy libre. 
Ellen: No en realidad, voy a preparar algo de comer, y tú… 
Ellen quedó pensativa. 
Nami: ¿Te sucede algo? 
Ellen: Recordé que tiene algo que llegar del centro comercial, eso que compré cuando me aparté un poco, ¿Podrías recibirlo si es que llega? 
Nami: Eso depende… ¿Puedo encender la televisión? 
Ellen: ¿Eh? Sí, no veo problema. 
Nami: Entonces sí. 
Ellen: Bien, voy a… 
El celular de Ellen sonó, este lo tomó y vio como su cara palideció. 
Nami: ¿Pasa algo? 
Ellen: Yo… 
Ellen contestó con su mejor voz. 
Ellen: ¿Aló? ¿M-Mamá? 
Nami comprendió, Ellen hizo un gesto y se apartó, Nami se tuvo que encoger de hombros y encendió la televisión y se puso a ver la serie que estaban dando. 
Nami: Espero que no la castiguen. 
Dos minutos más tarde Ellen volvía guardando su celular. 
Nami: ¿Cómo te fue? 
Ellen: ¿Te estás preocupando por mí? 
Nami: No… Digo… Sí… Es mi trabajo después de todo. 
Ellen: Yo igual me preocuparía por ti si algo te pasara ahora. 
Nami: Que no crea que seas una tonta no quiere decir que me encariñé contigo. 
Ellen: Y que no seas sentimental, no quiere decir que yo no me encariñe contigo. 
Las mejillas de Nami enrojecieron, Ellen sonrió amablemente. 
Nami: No respondiste. 
Ellen: Bien, le dije que ayudé a una amiga así que entendió la situación y mandó saludos. 
Nami: Yo no soy tu amiga. 
Ellen: Lo sé, y respeto tu opinión, sólo quería que mamá entendiera y además me agradas. 
Nami la miró incrédula. 
Nami: ¿A pesar de todo? 
Ellen asintió alegre. 
Ellen: Sin duda. 
Nami: Tendrás un duro trabajo entonces. 
Ellen: Si fuera fácil no sería divertido, jeje. 
Nami: Tengo hambre, si vas a seguir con tus chistes mejor que… 
Ellen: Oh, lo siento iré a cocinar. 
Nami: Yo seguiré en lo que estaba entonces… Y si vas a morir grita ¿Vale? 
Ellen: Sí, lo tendré en cuenta. 
Nami volvió a ver la televisión y Ellen se marchó, el programa que Nami veía se puso sentimental hablando de la amistad de dos personajes, Nami se acercó interesada en lo que ocurría, pero en cuanto se ponía interesante el timbre de la casa sonó. 
*Ding, ding, ding* 
Nami miró con pesadez a la puerta y se levantó, al abrir un hombre con un overol de trabajo la saludó  
Hombre: Señorita, venimos a la entrega registrada en el centro comercial de la tienda “Descansadito” 
Nami: ¿Qué es lo que traen? 
Hombre: Todo lo solicitado, una cama, colchón y la ropa de cama comprada. 
Nami: ¿Cama? 
Hombre: ¿No la solicitó? 
Nami: Sí, sí… Lo siento, estaba pensando solamente. 
Hombre: Oh, entonces necesitaré que firme el formulario de entrega y que nos de la autorización de dejar esto dentro. 
Nami: Sí, sí… ¿Tiene lápiz o pluma? 
Hombre: Sí. 
El hombre se revisó el bolsillo derecho y sacó un lápiz que se lo entregó a Nami, seguidamente le pasó la tabla con el formulario y Nami lo firmó. 
Hombre: Bien, ¡A trabajar señores! 
Varios hombres cargaron rápidamente las cosas y las dejaron dentro, cuando el último salió del departamento hizo un gesto de despedida con la gorra y Nami cerró. 
Nami: ¿Cama? 
Nami empezó a revisar cada una de las cosas dentro hasta comprobar que era todo lo necesario para hacer una cama. 
Nami: ¿Para qué quiere otra…? Uh… No creo que sea para eso. 
Ellen salió de la cocina secándose las manos. 
Ellen: Escuché ruido ¿Pasa algo? 
Esta se quedó mirando a Nami que revisaba las cosas. 
Ellen: Oh, ya llegaron. 
Nami: ¿Qué es? 
Ellen: Es una pregunta inteligente pensando que ya sabes qué es… Supongo que quieres saber para qué es. 
Nami: Eres muy deductiva ¿No? 
Ellen: Algo, además de la pregunta “para qué” ya debes suponer para qué es y quieres comprobarlo. 
Nami: Tengo una idea. 
Ellen: Bien, cómo ayer estuviste durmiendo en el suelo y no quería que siguieras así, así que por eso compré una cama para ti. 
Nami: Yo debo vigilarte de día y de noche así que… 
Ellen: Así que necesitas dormir igualmente, además en mi habitación quedará suficiente espacio una vez organice todo, así que no te apartarás. 
Nami miró a Ellen con desaprobación, pero al verla sonreír se ruborizó y se vio en la obligación de mirar al suelo. 
Nami: Déjame ayudar entonces. 
Ellen: Gracias. 
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Las dos comían la cena alegremente mientras la televisión de fondo hacía ruido. 
Nami: Y… ¿Cómo aprendiste a cocinar? 
Ellen: ¿Eh? Mis padres no están casi nunca en casa y a pesar de ser… Ya sabes, ricos, no contrataban gente por no sé qué, así que comencé a jugar con la comida, inventando, buscando por internet, etcétera, y aprendí con cada error. 
Nami: Vaya. 
Ellen: ¿Sabes cocinar? 
Nami: No, creo que si cocinara podría matarte, mi vida fue estudios, entrenamiento, estudios, y así consecutivamente. 
Ellen: Oh… No sé si sentirlo, o felicitarte, ¿Qué debo hacer? 
Nami: Un poco de ambas creo, si no fuera por eso no sería la espadachín que soy, pero perdí una gran parte de mi vida en eso y no he disfrutado muchas cosas. 
Ellen: Bueno, como no creo que vaya a ser rápida aprendiendo todo lo que tengo que aprender, podremos hacer todo lo que quieras. 
Nami: No creo todo, pero entiendo lo que quieres. 
Ellen: Eso… Es raro viniendo de una chica, pero bueno, ahora con todo arreglado podrás comenzar tu trabajo completamente. 
Nami: Sí, sí… Tranquila, ya no tengo ganas de matarte. 
Ellen: Eso es muy relajante. 
Nami: ¿Quieres saber algo sobre ti? Digo, sobre cómo eres ahora, ya que no has tenido tiempo para aprender sobre ti y ni digo para preguntar sobre tus “poderes” 
Ellen se quedó pensativa. 
Ellen: Tienes razón, creo que asimilé rápido todo, pero no me detuve a conocer lo que puedo y no puedo hacer… Uhm… Sé que puedo sanar más rápido, lo vi cuando me hice el corte. 
Nami: Cuando te hice el corte, además, si no eres atacada con un arma oscura tus heridas sanarán casi instantáneamente, incluso siendo letales. 
Ellen: Oh… 
Nami: Oh, espera… Me equivoqué… Era, si de alguna manera lograban herirte con un arma común, aunque fuera letal, sanarás. 
Ellen: ¿No es lo mismo? 
Nami: Espera, es que si tú estás atenta no deberían poder lastimarte a menos que estén imbuidas en magia o algo similar. 
Ellen: Entiendo mejor… Creo. 
Nami: Ahora, las armas oscuras no son de esta dimensión, son armas cargadas con una magia oscura del ahora imperio de Orose, si una de estas te lastima, tardarás más en sanar, y quedarán cicatrices, si te hieren mortalmente, dependiendo del que te haya lastimado te asesinará o te dejará muy grave. 
Ellen: ¿Quién asesinó a Axel? 
Nami: Uhm, verás el imperio de Orose está dividido en estados, cada uno con un gobernador llamado “líder”, el líder es acompañado siempre con sus sujetos de confianza llamados “Asuntos”, los “Asuntos” son guerreros feroces y brutales, asesinos y magos de alto nivel, ellos son la guardia de cada “líder”, son seis líderes en total y cada uno tiene un número de “Asuntos” correspondiente a su número en la importancia, siendo el seis el más “débil” y el primero el más fuerte, así también sus asuntos son igual de fuertes. 
Ellen: Y… No dijiste quién mató a Axel. 
Nami: Tienes razón, creemos que fue el actual cuarto líder, usualmente van atacando escalados según su número, pero veo que estaban impacientes.  
Ellen: ¿Tendré que pelear con ellos? 
Nami: No, para que atraviesen a esta dimensión se requiere un poder inmenso y gastaron eso en bueno… Axel. 
Ellen: Si hubiese tenido este poder… Los habría enfrentado. 
Nami: Y probablemente muerto… Ahora, aunque es raro, en esta dimensión igual vagan “Sombras” no son tan peligrosos en solitario, pero les gusta agruparse así que eso es de lo que tengo que cuidarte. 
Ellen: Oh… Ya veo…  
Nami: Toda esta charla me dio más hambre. 
Ellen: Te prepararé más comida, dame un par de minutos. 
Nami: Creo que… Iré a acompañarte, a ver si así aprendo algo. 
Ellen: Sí, ningún problema. 
Ellen sonrió y Nami hizo una mueca similar a una sonrisa. 
Nami: Vamos. 
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La medianoche se dejaba ver por la ventana, Ellen estaba profundamente dormida y Nami desde su cama sentada la observaba, la luz de luna que entraba por la ventana daba en el rostro de Ellen dándole un toque más angelical, Nami la contemplaba muy analíticamente, luego de unos minutos suspiró y susurró. 
Nami: ¿Será…? Si le digo… ¿Querrá…? Es…  
Nami volvió a suspirar. 
Nami: Lo pensaré… 
Nami miró su cama y sonrió. 
Nami: Ahora… Quiero probar esto. 
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Editado: 08.10.2019

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