Dulce Destino (el Amor De Mis Vidas #2)

Capítulo uno: Melodía irreconocible

"Intentar olvidar no funciona. De hecho, es bastante parecido a recordar."

 (Rebecca Stead).

 

Donato caminó por el pasillo, sintiéndose ansioso.

Hacía mucho que no se sentía así. Desde que había esperado en el hospital durante días por aquella chica, de hecho.

Habían pasado tres años.

¿Qué le garantizaba que ella se encontrase allí?

Quizá había continuado estudiando medicina y había sido una completa locura pedir un puesto como profesor en el conservatorio. 

Su mano se cerró con fuerza alrededor de su maletín. No quería que sus expectativas fuesen tan altas, pues la decepción sería apenas soportable si no lograba encontrarla…

Respiró profundo, sin aminorar el paso.

Recordó la determinación en los ojos esmeraldas de aquella mujer que, no solo lo había cautivado, sino que también había salvado su vida. Estaba seguro de que ella había tomado la decisión que le haría feliz. Ella se encontraba allí. Tenía la certeza de ello. 

Se detuvo frente a la puerta que daba al salón que le correspondía. Giró el pomo y frenó en seco al oír una voz familiar….

El aula donde se encontraban era espaciosa. Sin embargo, los estudiantes de la universidad de bellas artes, habían incluido en su pénsum de estudios aquella materia apenas y se enteraron quién era el profesor que impartiría las clases. Por esa razón, el salón se encontraba a reventar. 

Había algunos que tomaban la materia porque no tenían opción alguna y entraba entre las materias obligatorias de su carrera. 

Como Charlotte. 

— No puedo creer que Donato D' Agostino nos vaya a dar la materia de historia de la música, es un genio compositor y un gran pianista. Y además es muy guapo —comentó la castaña que estaba sentado a su lado.

—Relájate, Ellen. No es la reina de Inglaterra —farfulló. Subió sus pies a la banca que se encontraba delante de ella. Ajustó sus lentes oscuros en el puente de su nariz y se cruzó de brazos. Bufó al seguir oyendo el alboroto—. No tenía idea de que había entrado a un gallinero —enunció en voz alta.

Unas cuantas personas guardaron silencio, mientras que otros la miraron con desdén y murmuraron sobre ella. Ellen sonrió, comprendiendo la razón por la que detestaba que hablaran sin cesar.

Historia de la música era una de las materias favoritas de Charlotte. Sin embargo, detestaba el cotorreo y temía que aquella algarabía empañara el contenido genuino la materia. Más aún, le irritaba la persona que impartiría las clases.

—Quita esa mala cara, Charlotte. Es un honor que un compositor como él nos dé clases, ¿no te parece? Además, hasta la mismísima reina de Inglaterra se emocionó cuando D' Agostino tocó para ella. ¿Por qué no lo haría yo?

— Es obvio que no sabe valorar la buena música. —Charlotte suspiró al escuchar la molesta voz detrás de ella. Era Lauren, una de sus compañeras. No la soportó desde el primer instante en que abrió la boca—. ¿Cómo deseas ser una directora orquestal si no eres capaz de reconocer la buena música cuando la oyes? —Cuestionó Lauren, mirándola crítica. 

No soportaba a Charlotte. Creía que era grosera, maleducada, sin escrúpulos y demasiado despreocupada. Eran características que cualquier músico disciplinado no podía permitirse. Además, su aspecto dejaba mucho que pensar. Sus tatuajes, su escandaloso cabello de colores, sus uñas oscuras y su maquillaje le causaba molestia. Pensaba firmemente que una mujer con aquel aspecto y actitud no podía ser una directora de orquesta. Se había esforzado tanto para obtener una beca en el conservatorio y sobresalir, que detestaba ver a Charlotte luciendo tan relajada por estar sentada en un lugar al que ella le había costado tanto alcanzar.

Los presentes bajaron la voz al escuchar el pequeño altercado. Lauren era conocida por ser la alumna modelo de su carrera y Charlotte era conocida por todo lo contrario. Esta última ni siquiera se inmutó por la pregunta que le había hecho.

— Yo debería hacerte esa pregunta. ¿Cómo puedes pensar en ser directora de orquesta cuando no sabes discernir entre una buena composición y una pésima?

—¿Dices que el señor D'Agostino es un pésimo compositor?

—No pongas palabras en mi boca. En ningún momento mencioné su falta de talento o denigré su trabajo —declaró Charlotte—. Simplemente, dije que no es para tanto. Sus antiguas composiciones son muy buenas y tiene una excelente destreza en el piano. Sin embargo, los últimos años ha manchado su trayectoria con sus composiciones comerciales, genéricas y sosas. Una persona normal será capaz de admirar su trabajo, sobre todo con el renombre y la publicidad que tiene, pero tú, como una profesional, deberías aprender a separar al artista de su trabajo. Sobre todo, aprender a separar el personaje —argumentó, seria. Un gélido silencio se instaló en el salón.

Esperó pacientemente la respuesta afilada de Lauren, pero no hubo nada. El mutismo colectivo solo fue roto por una voz grave.

—Buenos días.

Sus vellos se erizaron al escucharlo. Bajó sus pies del asiento de forma disimulada. Maldijo internamente y se irguió, como si nada.

Donato D' Agostino observó el entorno con una enorme sonrisa amable. 

—Buenos días —dijeron todos al unísono.

Sus ojos se fijaron brevemente en la alumna a la que había escuchado hablar sobre él. Su voz…, le resultó familiar, pero la manera en la que se había expresado sobre él y cómo se veía, le hicieron desistir brevemente de sus pensamientos. De seguro estaba tan enfocado en encontrar a aquella rubia angelical, que se había emocionado con la primera voz femenina que había escuchado.

—Soy Donato D'Agostino. Seré su profesor de historia de la música. Creo que no es necesario hablar sobre mi trayectoria, su compañera ha hecho una excelente…, descrizione de mí— la señaló, sonriente. No lucía enojado por lo que había dicho, al contrario, pareció divertido.




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