Dulce Equivocación

*1* CONFESIÒN

 

"Meses antes conocer a Salma"

"MAX"

 

 

Una vez leí que no se puede tener todo en la vida. Que si tienes dinero, no puedes tener amor y si tienes salud y amor, lo más probable es que no tengas dinero. Pero yo. Maximiliano Clark, lo tenía todo. Salud, dinero y amor. Claro, hasta hace unas cuantas horas, cuando el mundo se me vino encima, amenazando con desestabilizar mis planes.

—¿Qué te parece Malta, cariño? —pregunta Natalie, mientras está frente al computador—. Es un país hermoso.

Me sirvo un vaso de whisky y lo bebo de un tirón.

—Fui a ver al médico —le suelto.

Ella se gira para mirarme y espera unos segundos a que continúe con la idea, pero me acobardo.

—¿Estás enfermo? —cuestiona.

Vuelvo a servirme y a beber; cientos de veces he tenido que enfrentarme a empresarios, socios, e inversionista, y jamás me sentí tan incapaz como ahora.

—No.

Ella frunce el entrecejo y se rasca la mejilla.

—¿Entonces?

Resoplo y dejo el vaso sobe la mesita de madera, al lado del sofá.

—Hace tiempo lo estuve.

Natalie, que luce más confundida que antes, se sienta a mi lado y sujeta mi mano.

—A ver, explícame, porque no estoy entendiendo… ¿qué estabas haciendo en el médico?

Respiro hondo.

—Verás, cuando era un adolescente, desarrollé un problema en mis testículos. Se supone que no era tan grave y con tratamiento me podía curar; sin embargo, había una alta probabilidad de que dicha enfermedad me volviera estéril.

Ella aparta su mano de súbito.

—¿Me estás queriendo decir…?

Continuo:

—Nunca tuve el valor de comprobarlo. Siempre me cuidé a pesar de que existía esa posibilidad y nunca me atreví a hacerme un examen hasta hace unos días.

Ella intenta mostrarse comprensible, pero sé que en el fondo no lo está siendo. Está furiosa, lo puedo ver en la forma en que está apretando sus manos.

—¿Cuáles fueron los resultados?

—Lo siento, Naty.

—Max, ¿cuáles fueron los resultados?

Cierro los ojos, niego con la cabeza y dejo escapar un gruñido, para después afrontarla.

—No puedo tener hijos.

Ella se levanta y se pasa la mano por el cabello, parece que intenta asimilar lo que le acabo de decir.

—¿Por qué nunca me hablaste sobre esa enfermedad?

—No lo sé... Supongo que tenía miedo.

—¿Miedo? ¿Esa es tu excusa?... Sabes que lo que más deseo en esta vida es tener un hijo… Claro, por eso cada vez que te lo comentaba te hacías el tonto y me decías que más adelante. Que después. ¡Pues no hay un después para nosotros! —Agarra su bolso y se dirige a la puerta.

Corro detrás de ella y me interpongo en su camino.

—No te cierres a las posibilidades… ¿Me amas? —Duda, pero termina asintiendo—. Eso es lo más importante, ¿no?… Piensa, podríamos adoptar.

Una lágrima se desliza por su mejilla.

—No quiero un hijo de otro. ¡Quiero un hijo de mi sangre y la tuya!

—Natalie, estás siendo egoísta.

—¿Egoísta? ¿Y no lo has sido tú al mentirme? Para ti nunca fue un secreto que yo quería ser madre y aun así nunca me contaste sobre esa enfermedad. Hiciste que me enamorara de ti. ¿Y me llamas a mí egoísta, Max?… Se cancela la boda. ¡No quiero volver a verte en mi vida!

 —Naty… ¡Natalie, espera!... ¡Naty!

 



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En el texto hay: amor embarazo

Editado: 08.01.2023

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