Dulce Mío

Capítulo 4.

Gracias a la diosa nadie le había hecho ninguna pregunta, aunque claro que la habían mirado algo raro, pero lo más importante era remediar lo que el impulso del pelinegro había provocado. Mientras alguno recogía otros trabajaban como si su vida dependiera de eso ya que el jefe había dado órdenes estrictas de no dejar que se arruinará la fiesta del cliente, por supuesto que Talya pensaba lo mismo, así que a pesar de tener mil cosas en la cabeza se esmeró por recuperar todo el tiempo perdido con aquel moreno.  

Aunque nadie lo hubiese dicho, la verdad era que todos esperaban que ella se fuese a su casa o que el jefe le diera libre lo que faltaba del día, pero no había sido así, por ello todos sintieron mucha curiosidad por saber quién era el hombre que se había llevado a Talya. 

— ¿Nos dirás quién es? — Dijo una de las chicas en tanto comenzaban a prepararse para regresar a sus casas. 

— ¿Lo conoces? — Preguntó alguien más, llenado aún más los pensamientos de la rubia. 

Ahora que lo pensaba realmente ella no sabía de quien se trataba, solo podía describirlo y eso no era nada relevante, ya que todos lo habían visto perfectamente mientras se la llevaba cargada en el hombro, así que ante su falta de información solo guardo silencio. 

— Debe ser un ex toxico — Dijo una de las chicas que trabajaban con ella, con una sonrisa pícara mientras lo decía. 

— ¿Es eso? — Preguntaron todos en tanto se acercaban ya a la salida, pero sin dejar de ver a Talya ni por un segundo, necesitaban una respuesta, tenían una cantidad inimaginable de intriga y el misterio no les gustaba, pero la rubia no hablaría, después de todo, ¿Cómo les dices a tus amigos que eres una loba? 

Sin decir ni una sola palabra más, se despido de todos de la forma más cortante posible, cortando cada pregunta, dejando en claro que no lograrían sacar nada de su boca, porque jamás entenderían el problema que ella tenía, y nadie podría ayudarla. 

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Lo primero que había hecho Adler había sido esperarla afuera en una de las calles lejos del restaurante, pero desde donde pudiese verla salir y para su mala suerte eso no había pasado. Espero durante una hora y media, pero nada había sucedido, así que se cansó, y en su impaciencia y desesperación la única idea que le vino a la mente fue pedir todo un informe detallado de Talya. 

La búsqueda no había sido complicada, Adler tenía a los mejores en eso trabajando para él y en cuestión de minutos habían encontrado hasta el tipo de sangre, con tan solo el nombre y la descripción “detallada” que había hecho el moreno. 

Sin despegar la vista de la entrada de aquel lugar contesto la llamada de quien había sido el encargado de buscar cada dato sobre la rubia, necesitaba saber quién era y donde podía encontrarla, porque la necesidad de tenerla cerca era aún más grande. 

— Al grano, no tengo tiempo — Dijo seguro y sin demora, necesitaba ya todo lo que supieran de esa mujer, cada cosa era de suma importancia a si fuera minúscula. 

— Talya Novikov, la hija más joven de los reyes lobos, hermana de la actual reina, tiene veinticuatro años y es alérgica a las rosas, además... — Entonces la voz del chico paró en seco, preocupando a Adler a quien su paciencia ya no le permitía más. 

— ¡¡Habla!! — Dijo con tono fuerte, casi rompiéndole el tímpano a quien estaba del otro lado del móvil. 

— Tiene una condición... — El silencio del moreno le hizo saber al chico del otro lado que siguiera — Lo siento jefe, no dice que es — Apenado volvió a decir el joven mientras e pedía a la diosa que no le fuese a gritar por una información incompleta. 

— ¿Algo más? — Preguntó Adler evadiendo el asunto de la “condición”, ya que él mismo se encargaría de resolver esa duda y seguro era algo que debía saber por ella. 

— Vive en la calle Bugambilia, edificio verde, segundo piso — Esa era la primera información que él necesitaba saber, y era la dirección a donde se dirigió en su auto sin esperar nada más, ni siquiera a que ella saliera del lugar, porque Adler se aseguraría de que lo primero que viera al llegar a casa fuera a él. 

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El moreno no había mentido con eso, ya que Talya lo primero que vio al llegar a su departamento fue el increíble auto negro que estaba estacionado frente al enorme y decorado edificio verde, lo cual lo hacía parecer aún más de telenovela, ¿un rico en lugares normales?, se preguntó ella, riéndose al pensar que seguro el dueño de aquel lujoso vehículo iba en busca de su damisela en apuros, para llevar a vivir en su mansión, aunque la sonrisa se había borrado inmediatamente cuando vio como el moreno loco de hacía horas era quien bajaba de aquel auto. 

— ¡¡Llegó tu príncipe!! — Dijo Adler con una sonrisa coqueta, provocando en ella una corriente que viajo por toda su espina dorsal. 

— ¿Qué quieres? — Preguntó Talya con fastidio a pesar de ahora comprender la razón del comportamiento del moreno. 

— Nada que no sea mío — Aseguro él, acercándose poco a poco a ella, en tanto sonreía a un más internamente al ver que la rubia no retrocedía ni se veía recelosa con su presencia. 

— Aquí no hay nada tuyo — Respondió ella firme, tomando por sorpresa a Adler, quien estaba tomando todo su autocontrol para no convertirse en el salvaje que había sido horas atrás. 

— Tú, pequeña lobita Novikov, eres mía — Dijo aún más cerca de ella y sin dejar de mirarla detenidamente tal y como lo hace un cazador con su presa. 

La sola mención de la palabra loba y Novikov, había alterado todo el sistema de Talya, alertándola de un ataque a su orgullo y su salud mental, provocando que, de pronto se comenzará a mostrar recelosa con su presencia. 

— ¿Quién eres? — Preguntó fría y cortante, esperando poder resolver el malentendido y seguir con su rutina. 




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