Dulce Mío

Capítulo 6.

Ese definitivamente no era su día, primero, por la mañana se había topado con el maniático, segundo, había llegado tarde al trabajo por el tráfico y lo peor de todo era que estaban por dar las cinco de la tarde, estaba lloviendo y ni siquiera un taxi pasaba por allí, a ese punto ya no había ni un solo espacio en su ropa que no estuviese mojado. El clima era frío y el agua que caía estaba helada por ello Talya ya no dudaba que al día siguiente tendría un terrible resfriado y estaba más que segura que peor día no había tenido en toda su vida. 

Estuvo largos treinta minutos esperando que el agua dejará de caer tan ferozmente, hasta que sus suplicas fueron escuchadas, parecía que alguien se había apiadado de ella y de su triste vida desafortunada, pues de un momento a otro un bello arcoíris de asomo por el cielo que comenzaba a despejarse y a mostrar unos ya casi imperceptibles rayos de sol, era la oportunidad perfecta para que ella regresará rápidamente a su departamento, claro que nada interfirió en su idea, ya que tranquilamente llegó hasta el edificio, pero... cierto moreno estaba allí frente al edificio, ¿acababa de llegar?, la respuesta a esa pregunta era no y la sencilla razón era que se notaba a kilómetros la humedad de su ropa y las gotas que corrían por su acaramelada piel, sin duda a ojos de Talya ese era un estúpido perfecto paisaje. 

— Los ricos también son humildes... — Susurro la rubia con algo de gracia al verlo allí recargado en el lujoso auto que manejaba. 

— Los ricos también debemos tener esa virtud, tú lo sabes muy bien cariño — Respondió Adler ante el comentario de Talya, quien sonreía de forma apretada al ver que él ni siquiera se inmutaba y por lo visto tampoco se iría de allí. 

— ¿Qué los gatos no odian el agua? — Preguntó ella con ironía en tanto se acercaba cada vez más hasta la entrada del edificio. 

— No soy un gato — El tono de advertencia que había usado él le había hecho saber que ese comentario no había sido para nada el adecuado, pero si esa era la forma en lograr que se fuera lo haría. 

— ¿Qué diferencia hay? — Respondió ella antes de abrir la puerta y entrar tan rápido que ni siquiera el polvo se vio, logrando así llegar hasta su departamento en cuestión de segundos, antes de que al león se le ocurriese hacer cualquier otra cosa. 

Tal vez Talya no pensó más allá de las palabras o quizás Adler se tomaba todo a pecho, pudo haber sido cualquier cosa, pero, sin duda nada superaba la reacción de la rubia al ver al moreno sentado en una de las sillas de madera del comedor mirando hacia la pequeña ventana con un semblante sereno. 

— ¡¡Por la diosa!! — Dijo Talya sin disimular su asombro y el terror que se había apoderado de cada fibra de su ser al verlo allí en su casa. 

— Las diferencias son muchas cariño, algún día sabrás cuales — La sonrisa coqueta que mostro después de decir aquellas palabras causo un escalofrió en todo el cuerpo de la rubia, la cual prefirió no darle importancia al hecho de que él estaba allí, adentro y en su comedor, sin duda solo la diosa sabría como rayos había llegado hasta allí en tanto ella subía por las escaleras. 

— ¿No piensas preguntarme como subí?, ¿No piensas correrme? — Preguntó Adler fascinado ante la reacción de Talya, pues a pesar de la sorpresa que se había llevado parecía no tomarle importancia a la idea de que él estuviera en su casa, ya que como de costumbre empezó con su rutina de las tardes.  

— ¿Me lo dirás...? — Preguntó haciendo pausa — ¿Si te corro te iras? — Ambos podrían estar en el mismo nivel de cambia formas, pero era evidente que si él no se iba por su propia cuenta ella tampoco podría sacarlo o al menos no usando la fuerza bruta. 

— Lo que tú me pidas será tuyo — Aseguró el moreno con voz dulce mientras sin vergüenza recorría todo el lugar bajo la atenta mirada de la rubia, quien trasmitía enojo puro al verlo pavonearse por cada rincón de su casa. 

— Entonces... lárgate — Dijo Talya con una sonrisa apretada mostrando todo lo que se estaba callando, pues no quería hacer uso de malas palabras, no, eso jamás. 

— Mmmm — Ese sonido no era nada bueno y menos la expresión del rostro del moreno al hacerlo — Tenías razón, no quiero irme — La rubia sabía perfectamente que había gastado su saliva inútilmente, pero, ingenuamente había caído en las garras del astuto gato que solo se estaba burlando de ella. 

— Más que un gato, eres como un zorro — Murmuró ella en tanto caminaba hasta su cuarto después de secarse la ropa lo más posible para no dejar charcos al caminar, tales como los que estaba haciendo Adler. 

— L-E-Ó-N — Deletreo cada letra con sumo cuidado en tanto seguía a la rubia hasta donde sea que estaba yendo, y todo indicaba que era a su habitación. 

— ¿No tienes casa? — Preguntó Talya con desespero mientras tomaba la perilla en su mano para abrir la puerta. 

— ¿Por qué?, ¿Si no la tengo me dejarás quedarme aquí? — Preguntó ahora él con una sonrisa coqueta y con bastante rapidez, esperando conseguir una bonita sonrisa de aquellos labios bonitos. 

— Ni en tus mejores sueños — Aseguró ella entrando rápidamente por la puerta sin darle ni siquiera a Adler un momento para reaccionar, ya que cuando lo hizo la puerta ya estaba en su nariz y había sido un milagro que no impactará con su lindo rostro. 

— Podrás cerrar la puerta, pero el olor sigue allí cielo y no lo estoy imaginando — Dijo Adler con una sonrisa dulce, de esas que te podían derretir en el mismo instante en el que las presenciabas, una pena que ella no la hubiera podido ver. 

La verdad era que Talya no estaba tan serena como se podía ver, parecía que solo deseaba darse un baño, pero, sinceramente lo que quiso hacer en todos aquellos largos minutos con él en su casa fue encerrarse donde Adler no pudiese entrar, necesitaba alejarlo lo más posible de ella, ya que estaba invadiendo su espacio personal y con ello la confusión era cada vez más grande. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.