Dulce Mío

Capítulo 10.

¿Preocupada?, para nada, de hecho, Talya no podía sentirse más feliz que como en esos momentos llevaba ya días sin ver al moreno afuera de su casa, el primer día no había creído que este se hubiera dado por vencido, es más, ella creía que seguro estaba planeando algo, el segundo día había sido extraño, pero aun así nada le aseguraba que lo que ella pensaba fuese cierto, pero, cuando el tercer día llego tal vez de ella se apoderó un poco de preocupación, solo una minúscula cantidad, de eso estaba segura. 

A pesar de sentirse así no podía darse el lujo de quedarse en casa y esperar a ver si llegaba, después de todo él no era más que una molestia y porque además de eso le había prometido a Noah salir esa noche a comer algo, quizás no tenía muchas ganas de salir, pero nadie se negaba a una comida y menos ella que hacía décadas no salía, sentía que llevaba toda una vida estresada por el trabajo. 

Esa noche decidió usar un vestido rojo un poco corto, que la hacía lucir bellísima, no quería darle alas a Noah arreglándose de más y que pensase que fuera por él, pero era la primera vez en bastante tiempo que salía un día en la noche así que quiso verse radiante. 

— Eres hermosa — Dijo el castaño al verla salir del edificio con aquella elegancia que caracterizaba a los de su raza, aquella que tenía ñor naturaleza al ser una princesa. 

— Gracias... — Pero a pesar de la radiante sonrisa del chico y de los buenos modales que este parecía tener Talya no podía evitar pensar que, aunque la palabra le alagaba también le había causado algo más, algo realmente extraño, porque sentía que podría ser casi repulsión, la cual solo se agravo más cuando tomo su mano y dejo un beso en el dorso de esta, provocando que Talya se alejará y subiera rápidamente al auto. 

— Vamos — Habla ella nuevamente pata romper la tensión que se había credo entre ambos ya que no había podido disimular su disgusto con aquel gesto. 

A pesar de todo el camino había sido ameno, nunca falto el tema de conversación, pero, aun así, sentía náuseas y una agitación repentina, no podía ni describir en palabras cómo se sintiendo, era algo nuevo, terrible y al mismo tiempo satisfactorio. 

— Hemos llegado, bella dama — Dijo Noah mientras abría la puerta del auto para que Talya saliera, por lo que la rubia no lo dudo y rápidamente salió intentando respirar el mayor posible de oxígeno para tranquilizarse. 

Entonces al entrar lo primero que los recibió fue una linda decoración con algo de dorado, parecía que estaban en San Valentín o eso le pareció a Talya desde el momento en el que habían entrado. 

— Su mesa esta lista — Dijo el mesero que los llevo hasta ella, la cual estaba decorada con un bello mantel dorado y la rubia agradeció que fuese de ese color y no de uno rojo pasión, porque eso sí que habría terminado por empujarla a vomitar de las náuseas que sentía. 

— ¿Te gusta? — Pregunto Noah sin poder ocultar la emoción y felicidad que lo invadía en ese momento, aunque parecía que ella no sentía lo mismo. 

— Claro, es... bonito — En cambio ella no pudo disimular su expresión y la voz con la que lo había dicho, lo cual no la ayudaba ya que sentía que estaba haciendo sentir mal a su acompañante esa noche — ¿Y qué cenaremos? — Preguntó ella para romper de nuevo esa tensión y desviar la conversación para volverla más alegre. 

— ¿Qué te parece algo con marisco? — Al parecer él no había notado su cara de disgusto por lo que se sintió más aliviada al saber que no lo había ofendido. 

— S-si — Acepto ella, mirando el menú el cual tenía una gran variedad de platillos que ella nunca en su vida había probado, ya que era alérgica al pulpo, pero, por primera vez decidió animarse a probarlos, quizás así olvidaría que cierto moreno andaba desaparecido.  

Talya se había atrevido a ordenar un platillo cuyo nombre le había parecido exótico y el cual el camarero le recomendó totalmente, Noah al igual que ella había pedido lo mismo, pero ninguno de los dos se había tomado la molestia de leer o preguntar exactamente que ingredientes se utilizaban para preparar aquella delisiosura. 

Realmente esa noche a la rubia no le importaba nada, era un fin de semana más el cual parecía no tener nada de interesante, ya que en aquel lugar solo podía ver como las personas entraban y salían, algunos entre besos otros en abrazos y mimos, algo no tan lindo de ver para alguien como ella, pero mientras veía fijamente aquella puerta pudo ver como por ella entraba cierto moreno, con el cabello bien peinado y la ropa pulcra, indiscutiblemente estaba guapísimo, pero así como pudo notar eso también se percató rápidamente que junto a él iba a una chica, alta, castaña, de lindo cuerpo en el cual lucía un sensual vestido azul que le quedaba a la medida, y lo que realmente puso mal a Talya fue el ver a la chica entrar del brazo de Adler. 

Sus ojos no podían creer lo que veían y en ningún momento despego su mirada de ellos, pero parecía que no se habían percatado de su presencia, ya que Adler había pasado junto a ella como si fuese un extraño, eso había sido lo que la había confundido totalmente, dejándola casi en shock. 

— Señorita, su orden — Dijo el mesero captando la atención de la rubia, quien después de largos minutos volvió a dirigir su mirada hacía su acompañante. 

— Se ve delicioso — Habló Noah, para atraer toda la atención de Talya. 

— Si, y huele exquisito — Ella estaba tan metida en sus pensamientos que ni siquiera se detuvo a pensar en lo que estaba comiendo solo dijo “provecho” y un segundo después la cuchara estaba en su boca, pero aun así no logro darse cuenta y no fue hasta la quinta cucharada que sintió el sabor de algo extraño y familiar, sin duda, era pulpo. 

De pronto le comenzó a faltar el aire de manera que ni siquiera pudo decir lo que le estaba sucediendo, entonces solo veía como Noah intentaba ayudarla. 

— ¿Qué pasa? — Preguntó el castaño, antes de que un gran e imponente cuerpo se parara frente a ellos para en tan solo segundos cargar a la rubia en brazos y salir casi corriendo del lugar. 




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