Dulce Mío

Capítulo 12.

— Entonces explícame ¿Porque estabas con ella? — Esa era la pregunta que se le había atorado en la garganta desde el minuto uno en el que lo vio entrar por aquella puerta con aquella castaña, tenía tanta curiosidad qué cuando él mostró un poco de preocupación ella simplemente explotó.  

— ¿Por qué quieres saber? — Adler no pudo ocultar la felicidad que teñía su voz al ver la reacción de celos de la rubia, quien a pesar de haber tenido una reacción alérgica parecía que estaba a la defensiva, de hecho, parecía muy enojada.  

— Cierto, ¿para qué quiero saber?, de cualquier forma, no me importa — Respondió ella evadiendo la pregunta del moreno e intentando ocultar su alterada voz, la cual para su mala suerte el león ya la había escuchado y no dudaría en sacar ventaja de eso.  

— Cierto, al final, tú y yo no somos nada — En definitiva, ese gato astuto siempre lograba ponerla de malas, primero se desaparecía como si nunca hubiera existido, después lo ve pavoneándose con una linda chica y ahora estaba allí con ella mostrando su más "sincera" preocupación, mientras se burla de ella, en tanto le da una limpia cachetada con las mismas palabras que ella uso, a ese hombre simplemente nunca se le iba nada, él siempre debía tener la última palabra.  

— Por supuesto, por mí ni te preocupes, puedes andar con esa y con las que quieras — Respondió Talya con los dientes apretados al punto de que parecía que en cualquier momento se los tiraría.  

— ¿Segura? — Preguntó Adler desafiante, tomando el mentón de la rubia para poder mirarla directamente a los ojos — ¿Segura que no te dolerá ver eso? — Volvió a preguntar el moreno sin soltarla ni despegar su mirada de la de ella, lo que provocó qué un pequeño escalofrío recorriera por completo a Talya, quien se había quedado sin palabras ante la profunda mirada gris del moreno.  

— Ten, por seguro que… — Intento decir antes de ser interrumpida por Adler, quien no pudo más y pegó sus labios con los de ella en un arrebato pues al tenerla tan cerca no se había podido resistir.  

El beso había comenzado suave, pero de un momento a otro se había convertido en algo más pasional, mucho más íntimo qué un pequeño beso, entre novios primerizos, la reacción de ambos era algo inexplicable, algo que solo un vínculo tan fuerte podría provocar, porque por más que la mente de Talya deseara alejarlo de ella, su corazón y su cuerpo pedían a gritos por más, así que sin siquiera poder evitarlo ella había correspondido el beso de tal forma que hasta Adler estaba perdiendo la cordura.  

— Ni siquiera… Pienses… En terminar… esa frase — Susurro con voz entrecortada, despegando suave y lentamente sus labios de los de ella para poder conseguir algo de oxígeno y controlar su agitada respiración.  

A Talya al igual que a él también le estaba costando respirar con normalidad, ya que el beso había sido completamente arrasador además de sorpresivo. Ambos estaban tan sonrojados y agitados qué ninguno se atrevió a decir algo, pues parecía que apenas estaban procesando lo que había ocurrido hacía tan solo segundos, principalmente la rubia, quien no podía creer lo que Adler había hecho o mejor dicho lo que había provocado en ella.  

— Sabes — Dijo Adler, el cual había sido el primero en hablar y romper ese silencio tan incómodo — Estoy seguro de que no estás de acuerdo con lo que sale de tu boca, tu cuerpo me lo acaba de confirmar ahorita — A pesar de haber terminado el beso él no se había alejado ni un centímetro de Talya, por lo que las palabras fueron lo doble de pesadas para ella.  

— Solo yo sé lo que siento, son mis sentimientos — Respondió la rubia sin problemas, pues al fin su corazón había dejado de latir como un loco.  

De pronto y sin previo aviso, Adler se acercó aún más a ella, para susurrarle al oído.  

— No te equivoques Cielo, el que dice eso no es tu corazón — Talya claramente pudo sentir el rose de los labios de Adler en su oreja, lo cual mando una chispa de electricidad por todo su cuerpo, qué la hizo casi temblar.  

Posterior a eso, Adler lentamente regreso a su lugar inicial, desde donde no dejo de verla ni un segundo, parecía que esperaba una respuesta, o al menos eso creía Talya, pues los ojos del león no tramitan más que anhelo puro, parecía un cachorro deseoso de amor.  

— Eres un estúpido gato astuto — Dijo ella quien al igual que él no podía desviar la mirada, parecía que los dos estaban perdidos en su mundo, siendo solo ellos en esas cuatro blancas paredes.  

— Tu misma lo has dicho, cielo — Respondió él con una sonrisa, sin perder ese brillo y ese sentimiento que en sus ojos brillaba.  

— Y te odio por eso — Volvió a hablar Talya mientras ahora era ella quien rompía la distancia que los separaba.  

— Entonces, ¿Qué quieres de mí, cielo? — Preguntó él sin siquiera molestarse en ocultar qué me temblaba la voz al tenerla tan cerca.  

— Yo no soy como los demás… — Dijo de pronto, evadiendo la pregunta del moreno — Sabes que no puedo reconocerte — Aquel rumbo qué tomaban las palabras no le estaba gustando en nada a Adler — Pero aun así no me dejas en paz, así que yo no seré responsable de los que pase, tú te lo buscaste — Dijo, por último, dejando aún más confundido al león.  

— Eso no fue lo que pregunte — Fue lo único que Adler atinó a decir.  

— Todo — Respondió ella sin titubear.  

— ¿Qué? — Preguntó él con incredulidad y con el corazón prácticamente en la garganta al no saber si estaba entendido bien lo que intentaba decir.  

— Lo quiero todo Adler Baumann, quiero absolutamente todo, y te advierto que, aunque no te pueda reconocer, pase lo que pase, estás condenado a estar conmigo — Fue lo único que dijo antes de tomar el rostro del moreno con ambas manos para volver a unir sus labios, en un beso a un más pasional qué el anterior y que Adler por supuesto que no se negó a corresponder.  




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