Dulce Mío

Capítulo 15.

Desde el primer momento en que se conocieron los hermano Baumann y Raban, habían creado una increíble unión entre ellos, lo que los llevo a considerarlo un verdadero hermano, uno de sangre, al que podían recurrir si necesitaban ayuda y Adler, el menor, desde pequeño lo había visto como un ejemplo a seguir, así como también lo eran sus otros dos hermanos. Claro que, ninguno se esperó que fuese capaz de traicionarlos y de llevarlos a vivir a peor humillación de sus vidas. 

— Pensé que tendrías algo de vergüenza — Dijo Adler, quien había sido el primero en decir algo en tanto miraba detenidamente a Raban, quien hacía lo mismo, y era evidente que lo estaba analizando. 

— ¿Porque la tendría? — Pregunto con un leve tono de inocencia en su voz — Ah, lo dices por eso — Dijo unos segundos después, ahora con una sonrisa en los labios y una expresión de diversión — Deberíamos olvidarlo, eso ya paso... ¿Acaso no me extrañaste?, querido hermano —Las palabras dichas solo provocaron en Adler una inmensa rabia por el descaro que tenía al llamarlo así después de todo. 

— ¿Qué quieres? — Pregunto ahora el moreno, evadiendo el como Raban o había llamado. 

— Nada, solo pasaba por aquí, así que decidí hacerte una pequeña visita — Respondió sonriendo, como si de verdad fuese una visita amistosa lo que estaba haciendo. 

— ¿Por eso entras como los ladrones a mi casa? — Dijo el león mientras miraba como Raban entraba a su casa maldiciéndose internamente por no haber cerrado bien la puerta. 

— No es mi culpa que no tengas una buena seguridad... — Afirmo Raban sin ocultar su evidente diversión al notar como Adler se intentaba controlar para no atacarlo — Sabes, no es bueno para ti controlar tus impulsos y deseos de acabar conmigo, si quieres podemos ver en este momento que tanto aprendiste de Kasch Baumann respecto al combate, vamos a ver de que estas hecho cachorro — La forma en que lo llamaba era lo que más enfurecía al moreno, quien no podía más que apretar la mandíbula para no caer en sus provocaciones. 

— No lo haré — Respondió Adler tranquilamente, sin tomarle más importancia al hombre que sin vergüenza alguna comenzaba a reírse de él. 

— No tengas miedo, no te matare... — El ego y la burla en la voz de Raban solo hizo que Adler no pudiese soportar más la diversión que le provocaba el hombre. 

— Claro que tengo miedo... — Dijo el moreno entre risas segundos antes de cambiar su expresión por una más fría que trasmitía una aura poderosa y siniestra, demostrando que era digno de ser el hijo del antiguo rey de los leones — Pero de matarte, porque si alguno de los dos es débil ese eres tú — Aseguro sin perder de vista en ningún momento al hombre frente a él, quien ahora parecía furioso y seguramente con poderosos deseos de matarlo. 

— Por eso siempre los odie, todos ustedes se creen superiores a los demás — Escupió Raban con odio puro en su voz al notar como Adler era igual que Kasch, ambos compartían el gusto por humillar a los demás... o al menos eso creía él en su retorcida cabeza. 

— Nosotros no somos mejor que los demás... — Se defendió el moreno ante la acusación —Pero si mejor que tú, una simple rata de alcantarilla que solo sale a buscar problemas y meterse donde no lo llaman — Eso último encendió la furia de Raban, quien no dudo en jugar su mejor carta en ese juego, una que seguro le ayudaría a destruir al menos de los Baumann. 

— Tienes razón... — Dijo — Esta rata de alcantarilla, así como tú, también se mete en lo que no le importa... —Aquello verdaderamente había confundido a Adler — ¿Acaso crees que solo tú te has dedicado a investigar? — Pregunto, volviendo a sonreír — Por cierto, déjame felicitarte, porque esa rubia es hermosa... — Las palabras habían salido de su boca como veneno puro logrando llegar hasta Adler quien no pudo hacer nada más que sorprenderse y preocuparse por Talya — De vedad que tienes un magnífico gusto — Y en cada palabra más se acercaba a él — Cuídala, nadie sabe lo que puede pasar — Después de soltar las últimas palabras ya no pudo decir nada más, porque e solo segundos Adler ya lo sostenía del cuello fuertemente. 

— Atrévete a tocarla y te mato — Amenazo el moreno. 

— Yo por supuesto que no lo haría, pero como ya sabes, no trabajo solo... —Menciono Raban con serenidad. 

— ¿Qué quieres?, porque estoy seguro de que algo tramas — Preguntó Adler aflojando su agarre poco a poco. 

— Simplemente cambia la información, no permitas que Kasch sepa que regrese... — El moreno estaba seguro de que ni muerto haría eso, pero, tenían a Talya vigilada y tampoco permitiría que le pasará nada a su rubia. 

— Esta bien, pero si él se entera por sus propios medios ya no es algo que me involucre — Aclaro Adler. 

— Más te vale no querer engañarme niño, porque me enteraré, tenlo por seguro — Fue lo último que dijo Raban, antes de salir por el mismo lugar por donde había entrado, mientras en sus labios se comenzaba a formar una sonrisa llena de malicia. 

Después de eso, Adler simplemente no podía concebir la idea de traicionar de esa manera a su raza, así que a pesar de cualquier cosa que dijese Raban, él ayudaría a su hermano hasta donde fuese posible e intentaría hacerlo de la forma más discreta posible, sin que nadie saliera perjudicado. 

Su prioridad era Talya, por ello desde esa misma noche había enviado a mucha de su gente a que la protegieran y no era porque él no lo pudiese hacer, si no porque lo harían en las sombras, donde ni siquiera ella lo notará, así estaría segura. 

La noche había sido eterna, había estado completamente en vela, investigando, llegado a la conclusión de que solo necesitaba enviar una palabra a Kasch para que él comprendiera lo que estaba pasando, creyó que eso sería suficiente, y lo hubiera sido si al menos todos los que trabajaban para él hubiesen sido leales, ya que jamás imagino, que Raban descubriría su engaño y justo como lo había prometido, en todo ese mundo solo había una persona que pagaría por eso... 




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