Lee recuperó todos sus recuerdos, siguió con el trabajo en la institución. Muchos hombres fuertes se graduaron en las próximas generaciones. Sus amigos encontraron su felicidad, se casaron y tuvieron hijos.
La familia fue creciendo por los próximos años, los hijos de los compañeros de Lee formaron un lazo con Minley, todos crearon su propio hilo del destino, ese que se fortalecería más y más.
Como último mandato antes de morir, Mila pidió a Lee que no abandonara a su bebé, que lo protegiera. Aunque sus palabras no eran muy claras, Lee buscó a Matius en su país de origen.
Al llegar al pueblo comprendió aquellas palabras que la difunta decía. Un pequeño niño que había sido abandonado por su madre. Lee se sintió culpable, Mila se había arriesgado por su bienestar al caer en los engaños de Jerry.
Lee explicó a Matius con todos los detalles, se lamentó el no haber podido amar con mayor esfuerzo a su esposa, el pequeño observaba a lo lejos el como su padre se desmoronaba.
Su rostro era el mismo que Mila, sus expresiones, ese brillo en particular que la caracterizaba, todo era igual. Lee cumpliría con su promesa, protegería a aquel brote, le daría ese amor que su madre no pudo darle. Lo convertiría en un hombre perfecto, uno que debería estar orgulloso por su madre.
Matius al principio no aceptaba su ayuda, su orgullo estaba por encima de todo. Al traer a Minley, el chico se interesó más en Lee. Fue difícil el que se le acercará, su timidez por ver aquella belleza en los brazos de Lee le impedía aproximarse más.
—¿Cómo te llamas pequeño? —Pregunta Lee al verlo escondido.
—Mi nombre es Obed —responde corriendo hacia su padre.
—Un gusto Obed, yo soy Lee. Y ella es Minley, mi hija.
El niño estaba curioso, esa bebé crecía cada vez más. Debido a su diferencia de especie, Minley se desarrollaba a una velocidad diferente. Pero Obed no era la excepción, a pesar de que sus padres eran humanos, la influencia del inyectarle el don a su madre, alteró su metabolismo convirtiéndose en un híbrido.
Obed poseía magia, aunque su reloj de vida estaba más lento, le tocaría vivir una de las cosas difíciles, el ver morir a su padre.
Años más tarde, Minley creció con gracia y belleza. Sus abuelos no dejaban de consentirla, al ser la única nieta se emocionaban por verla crecer.
Desde pequeña supieron Lee y Michael que sería una niña especial, su control del mana era como jugar con un simple objeto, aquel collar que pertenecía a su madre, le fue heredado. Ese objeto valioso que tendría un gran propósito por los próximos siglos.
Pero los reyes no perdían su tiempo, pronto dieron bienvenida a un nuevo integrante. Minley sería la hermana mayor de un varón sano y fuerte. Esta vez no fue difícil el embarazo de Lee, todo fue cuidado con detalle, como debió ser con Minley.
Los niños crecieron, abandonaron el nido y fueron muy felices. Minley cumplió con la promesa que su madre había hecho con Mila, unió a dos familias. Minley y Obed se casaron, una promesa que harían en las próximas generaciones.
Lee tuvo que lidiar con varios problemas con los ancianos, pues estos no aceptaban del todo las relaciones entre humanos y vampiros. Pero con el avance de la magia, pudieron llegar a un acuerdo justo.
La esclavitud terminó, todos podían amarse sin barreras. Muchas parejas de vampiros y humanos salieron a la luz, ya no se escondían más.
Lee había acabado con ese temor que durante muchos años atormentaba a la que consideraban la especie débil. Ya no existía una jerarquía, todos eran tratados por igual.
Con el tiempo, los más viejos tuvieron que despedirse, entre ellos Lee. Ya estaba lista para partir, todas sus metas se habían cumplido, quería morir como una humana, cosa que sus padres hicieron una vez que se les acabó el sentido de la vida.
La magia que tenía la familia, era muy superior a todos los demás. Lee se había encargado de hacer una poción de la vejez, aquella que termina con la inmortalidad de aquellos que la beben. Michael y Lee tomaron una decisión, lo harían juntos.
Sus hijos habían crecido felices, cada uno formando sus familias. Su trabajo como padres, abuelos y bisabuelos había acabado. Se despedirán con toda la familia, ellos seguirían poniendo en alto el nombre del Reino.
Las próximas generaciones serían una maravilla, aunque el linaje se extinguirá, el hecho de que un bebé especial naciera en sus familias era seguro. Era la maldición que tendría que lidiar la familia al hacer un acuerdo con los ancianos, el sufrimiento que soportaría un solo ser por desear cambiar el futuro.
Para su suerte, todo estaría escrito en pergaminos especiales para evitar su deterioro. Esos que pasarían por todos los afectados, al igual que el collar.
Una vez ambos bebieron la poción, comenzaron a desintegrarse debido a la avanzada vejez de sus cuerpos humanos.
—Estoy feliz de haberte escogido como esposa —dice Michael sosteniendo su mano.
—Y yo me siento honrada de haberte amado durante tantos siglos.
—Si que tuvimos una muy buena vida, aunque me convierta en polvo, nunca te olvidaré.
—Jamás. Te veré en el más allá, viejo terco —finalizó con una sonrisa.
Un amor que posiblemente duraría por la eternidad.
"La inmortalidad no es un regalo, es una condena para aquellos que no tienen un propósito claro de su existencia."
Fin
Nota.
¡Chicos! Nos vemos en los capítulos extras. Esperenlos el siguiente domingo. Besos❤
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Editado: 01.08.2020