Dulce veneno

4

Nube y Ónix recorrían cada rincón del museo.

—No te vayas a separar Nube —ordenó Ónix, ya que el museo estaba lleno.

Nube asintió, prosiguiendo a seguir con su recorrido, a pesar de que a Ónix no le agradaba estar con tanta gente. Apreciar las obras de arte, era una buena excusa para ignorar a los demás.

«¡Carajo! Me dieron ganas de ir al baño».

Ónix mientras admiraba una pintura, veía de reojo que Nube estaba bailando, cuestionando preocupado.

—¿Pasa algo?

Nube no se encontraba la manera o más bien no se atrevía a decirle que tenía ganas de ir al baño. Al cabo de varios segundos suspiró:

—Es que quiero ir al baño.

—¿En serio? —suspiró de manera pesada —. Vamos.

Ónix intentaba entrar al baño con Nube, pero ella no lo dejaba.

—Entiende Nube, que no puedo dejaré sola —explicaba Ónix.

—Voy a estar en el baño ¿Qué me puede pasar? —replicó Nube antes de entrar.

—Es tan terca —bufó Ónix.

Mientras Ónix esperaba a Nube afuera del baño, algo llamó su atención, provocando que se alejará.

Luego de varios minutos, Nube salió del baño, percatándose que no estaba Ónix.

—Pensé que me esperaría. Lo buscaré, ya que —se encogió de hombros.

Nube empezó a buscar con la vista a Ónix, en cada sección del museo, siendo esto en vano.

—Ónix ¿Dónde estás?

—¿Buscas a alguien? —cuestionó una misteriosa voz.

Ante tal cuestionamiento, Nube asintió mientras observaba a aquel sujeto.

—¿A Ónix? ¿Ónix te dejó sola? —carcajeó.

Nube miraba confundida a aquella persona, pues como sabía que estaba buscando a su demonio protector.

—¿Lo conoces?

—Sí. Se podría decir que somos viejos amigos. Un gusto, soy Amy —extiende la mano.

—Un placer conocerlo. Mi nombre es Nube.

Ambos estrechan manos.

—Entonces ¿Ónix te dejó sola? —inquirió esbozando una sonrisa.

—Sí.

—Vamos a buscarlo. Tal vez salió a tomar aire fresco —sugirió Amy.

—No lo había pensado. Ónix odia a la gente, tal vez se enfadó y salió a tomar aire fresco —agregó Nube.

Amy abrazo por los hombros a Nube, dirigiéndose a la salida del museo.

—No lo veo —resoplo Nube.

—Tampoco lo veo —confirmó Amy.

Mientras Nube estaba distraída, Amy desenvaino su tesoro sagrado*, sonriendo de manera sádica.

—Fue más fácil de lo que pensé. Hay que acabar con los pecadores.

«Ónix, me dijiste que no dejarías que esto pasará».

Nube había aceptado su destino. Amy levantó su espada frente a ella, apareciendo de repente Ónix, deteniendo la espada con su catana negra.

—Pensé que sería más fácil, pero veo que no será así —vocifero Amy.

—Ni creas que te dejare que la mates así de fácil. Eso pasará sobre mi cadáver —advirtió Ónix.

—Pues tendré que matarte a ti también.

—Quiero ver qué lo intentes.

Se acerca a Nube, viéndola serio.

—Lo siento. Dijo que era tu amigo, y yo le creí —contestó cabizbaja.

—No vuelvas a confiar en nadie. Él y yo no somos amigos —regañó Ónix.

—Pero, que cosas dices Ónix. Tú y yo somos grandes amigos —apelo con una sonrisa burlona.

—Tú y yo no somos amigos, estúpido.

—Qué genio te cargas, amigo. Dime ¿Qué lado le mostraste a esta chica? ¿Le has mostrado el lado que le enseñaste a aquella chica? O ¿Solo lo que eres ahora?

—¡Cállate! —bramó Ónix.

—¿Qué? ¿Aún te duele recordarla? Era linda. Ojos negros al igual que su cabello, piel blanca y una inocente sonrisa. Lástima que la corrompieron, volviéndola una pecadora.

—¡Dije que te callarás!

Ónix se abalanzó contra Amy, quién en ese momento mostró sus grandes y blancas alas, mientras que Ónix intentaba herirlo con su catana.

—Si no te calmas, no podrás ni herirme un poco, demonio—negó con la cabeza Amy.

Los ojos de Ónix comenzaron a tornase a rojo Carmesí brillante, quien Amy aplaudía ante el hecho.

—Vaya, vaya, veo que le mostraras tu lado horrible de demonio a tu nueva portadora —esbozo una sonrisa —. Vamos, libera esa lado oscuro de ti, si no lograrás hacerme daño.

Ónix, al percatarse de la situación cayó de rodillas al suelo.

—No sacaré ese lado de mí —intenta levantarse —. ¡No caeré en tu estúpido juego!

Amy se para enfrente de Ónix.

—Te has vuelto débil, Ónix —suspira —. Ya no eres un gran rival como antes. Así será fácil matar a tu portadora.

Amy camina hacia Nube.

—Veo que Ónix fallará con protegerte. Eras una gran chica, alegre, noble, con una gran vida —niega con la cabeza —. Pero, estos demonios la corrompieron y ahora tengo que acabar con tu bella vida.

—Adelante, no te tengo miedo. Puedes acabar conmigo, pero aprendí algo nuevo —sonrió Nube —. Que no siempre los malos lo son.

—¿Esas son tus últimas palabras? Bien.

Dicho esto, Amy levantó su espada, abalanzándose hacia él Ónix.

—No me rindo así de fácil, Amy.

—¿Cómo te atreves a tocar a un ser tan perfecto como yo?

—Espera, si tomamos algo en cuenta, tu solo fuiste creado a base de mí, pero menos apuesto —se mofó Ónix.

—Pero ¿Qué cosas dices? Yo soy un ser perfecto por ser un ángel, en cambio tú, eres un asqueroso y sucio demonio —se encogió de hombros.

—¿De qué hablas Willis? Solo eres mi copia. Tu rey trato de hacer al ser perfecto que creo el mío —sonrió de lado —. O sea, yo, pero no lo logró.

—¡Eso es mentira! ¡No soy tu maldita copia!

—Claro que lo eres. Tengo más siglos de existencia, así que tú debes ser mi copia.

—Di lo que quieras. No podrás contra mí.

—Adelante. Dame todo lo que tienes.

Amy empezó a atacar a Ónix, quién contraatacaba con su catana. Conforme la pelea avanzaba, el choque de ambas espadas se escuchaba cada vez más fuerte. En un descuido de Ónix, lo venció.

—Necesitas entrenamiento Ónix. No podrás contra mí.

Amy le encaja lentamente la espada en el pecho de Ónix, gritando de dolor.

—Mi espada es especial para hacer sufrir —carcajeo —. Y, acabar con seres como tú.

—Vete al demonio.

—Nos hablaron —agregaron Jack y Damián, apareciendo de repente.

Al ver a Ónix herido, ambos demonios se abalanzaron en contra de Amy, dándole la oportunidad a Ónix escapar de allí con Nube.

Ónix desplegó sus alas negras, cargando entre sus brazos a Nube, volando lejos de ahí. Al cabo de un rato, Ónix cayó inconsciente, empezando a caer, sin antes Ónix cubrir a Nube con sus alas.

Una vez en el suelo, Nube salió de entre las alas de Ónix.

—Ónix, despierta —sacudía Nube preocupada al demonio.

Nube ve la herida de Ónix.

—¡Carajo! Está muy mal.

—¡Carajo! —exclamó Damián, corriendo hacia Ónix.

—Lo hirió con la espada sagrada —añadió Jack en tono serio.

—¿Y Amy?

—Huyó cuando nos descuidamos —explicó Jack.

Damián cargó a Ónix en su espalda.

—Ahora debemos llevar a Ónix a un lugar seguro, y el único que se me ocurre es con Aksala.

—Bien.

Damián emprendió vuelo con Ónix, mientras que Jack con Nube. Luego de varios minutos de camino, descendieron en casa de Aksala, quién salió molesta por la forma en como tocaban.

—¿Por qué tocan así?

Aksala al ver a Ónix agonizando, entendiendo el motivo; así que los invito a pasar.

—Damián, corre y déjalo en mi laboratorio —indicó Aksala.

Damián asintió, acatando de inmediato la indicación de Aksala. Una vez en el laboratorio, Aksala le desgarró la camisa, dejando al descubierto la herida.

—Carajo. ¿Qué fue lo que pasó?

—Llegó Amy, hiriéndolo con la espada sagrada —informó Damián —. ¿Crees que sobreviva?

—Sé que el sobrevivirá. Él es muy fuerte —suspiró dándose ánimos.

Aksala sacó un líquido de su maletín, poniéndoselo a Ónix en su herida. Una vez que hizo efecto, Ónix empezó a respirar con normalidad, la hemorragia se detuvo, para al final Aksala suturara.

—Tal vez tarde un poco más, para que sane la herida —suspiró aliviada.

Aksala le pidió a Damián que le ayudará a levantar a Ónix para que lo vendaran.

En la sala estaba Nube perdida en sus pensamientos, mientras que Jack estaba serio.

—¿Él estará bien? —cuestionó Nube preocupada.

—No lo sé. Lo hirió en el pecho con la espada sagrada. Estaba muy mal cuando lo encontramos, así que todo puede pasar.

—¿Crees que él vaya a morir?

—No lo sé. Ónix es muy fuerte, pero, desde que fracasó con la portadora dejó de entrenar y se volvió débil.
—Amy dijo que era débil.

—Recuerdo que era casi imposible que un ángel lo lastimara. Él era el mejor de los cuatro, pues paso lo de aquella chica, y a pesar de que sigue siendo más fuerte que nosotros, no utiliza todo su potencial; ya que no ha entrenado, perjudicándolo.

—Entonces ¿Sí Ónix utilizará todo su potencial?

—Amy no sería nada a lado de Ónix.
Cuando vieron que Alaska y Damián entraron a la sala, Jack y Nube se levantaron preocupados.

—¿Cómo está? —cuestionaron al unísono Jack y Nube.

—Digo, no es que me importe, pero quiero saber si está vivo —añadió Jack desviando la mirada.

—Vamos, acepta que tienes sentimientos —rio Alaska.

—Bien. Acepto que tengo el error —guiñó el ojo Jack.

—¿Cómo está Ónix?

—Lo sentimos —aviso Damián.

—¿Él murió? —inquirió con los ojos llorosos.

«¿Por qué? Quiero llorar».

—¿Qué? ¡No! Lo sentimos porque el tramposo sigue con vida —se encoge de hombros Damián.

—Sabía que no moriría así de fácil —sonrió de lado Jack.

Ante la buena noticia, Nube suspiro aliviada.

—Solo hay que esperar a que despierte. Tal vez en unos días, en unas horas o ahora —comentó Alaska.

—También sentí su presencia —apelo Jack.

Damián fue a la habitación de Alaska, encontrándose a un Ónix sumergido en sus pensamientos, saludándolo.

—¿Cómo te sientes? —interrogó Damián preocupado.

—Aún me duele, pero es soportable.

—Para ti un dolor soportable, es que debe doler un montón.

—¿Y Nube, está bien? ¿Dónde está? ¿Se encuentra bien? —intrigó preocupado Ónix.

—Guau, tranquilo. Ella está con Jack y Aksala en la sala. Nube se preocupó mucho por ti, demasiado para ser sincero.

Ante el comentario, Ónix se sonrojó, siendo imperceptible para Damián.

—¿Dónde está mi catana?
Damián le señaló el lugar, para luego arrojársela.

—Y ¿Mi ropa?

—Aksala tuvo que romper la tuya, pero en compensación te dejo está.
—Vamos abajo —ordenó Ónix.

—Dudo que puedas moverte. Te hicieron con la espada...

Viendo Damián que se levantó Ónix, corrigió.

—Retiro lo dicho.

Bajaron a la sala, dónde estaban sentados Alaska, Jack y Nube.

—Despertaste ante de lo previsto —comentó Jack.

—Que ni crea Amy que así de fácil me matará.

Ónix volteo a ver a Nube, quién al cruzarse sus miradas rompió en llanto.

—¿Por qué lloras? —curioseo confundido Ónix.

—Me da gusto que estés bien.
Dicho esto, lo abrazó. Ónix no reprochó aquel abrazo, sorprendiendo a los demás. Ónix solo se limitó a desviar la mirada, para ocular el leve sonrojo dibujado en su rostro.

Después de unos segundos, Nube se apartó de Ónix.

—Mira Nube. Si sigo así no podré protegerte, por lo tanto, tendré que irme por un tiempo. Creo que no soy lo suficiente como para protegerte, por lo que te daré dos opciones. La primera, puedes romper nuestro lazo y escoger otro de...

—¡¿Qué?! —interrumpió Nube —. Te dije que no te cambiaría por nadie.
—Entonces ¿No quieres romper nuestro lazo?

—¡No!

—Bien. No queda de otra.
Ónix desenvaino su catana, y cerrando los ojos, le susurro en otro idioma. De pronto, un brillo cubrió su catana, convirtiéndose en un chico.

—Nube, él es Century. Él te protegerá en mi ausencia.

—¿Me dejarás?

—Estarás a cargo de Century. Volveré, lo prometo.

Ónix abrió un portal, desapareciendo. En ese lugar se quedaron los cuatro demonios, Century y a Nube muy triste.

—Tranquila, si dijo que volvería, lo hará —animó Century.

—Sí, el volverá —sonrió Nube.

—¿Creen que vuelva? —cuestionó Damián.

Ante el comentario, Alaska y Jack golpearon a Damián.

—Solo decía.

—Ónix siempre cumple su palabra. Podrá ser todo lo que quieras, pero por alguna razón es de palabra, así que volverá —advirtió Jack.

—Vamos a casa. Nube ¿Cierto? —ordenó Century.

—Sí.

—Iremos a casa de Ónix.

Century y Nube se despidieron de los demás demonios, dirigiéndose a casa de Ónix.

—¿No sé enojara Ónix?

—No. Él me dijo cuál era mi misión, y lo que podía o no hacer. Nunca me prohibido entrar a su casa.

—¿Cuántos años tienes? Pareces de unos dieciséis.

Century contesto con la boca llena, razón por la cual no se le entendió, luego de tragar respondió.

—Lo siento. Decía que antes de que Ónix me tomara como su catana, era un alma en pena de dieciséis años; edad que me convertí en su fiel tesoro maldito*. Las almas no envejecen, por lo cual tengo 1,389 años.

—¡¿Qué?!

—Sí. Al ser un alma no puedo envejecer, así que te quedas con el físico de la edad que moriste. Sin embargo, sí mueres de viejo, vuelves a  tu juventud. Solo dicen que les sucede esto último a los privilegiados.
Dicho esto, Nube se fue a dormir.




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