Dulce veneno

7

Han pasado los cuatro meses en la habitación del tiempo. Ónix tenía dominada sus habilidades oscuras.

—Carajo. Eres el mejor hijo que tengo —comentaba orgulloso Hades.

—Exageras —resoplo Ónix.

—Claro que no exagero. Eres grandioso.

—Te parece si aprovechamos el tiempo que nos queda —sugirió Ónix.

—Me parece bien —sonrió de lado Hades.

Ónix y Hades comenzaron una pelea, en la cual ninguno de los dos llevaba ventaja. Minutos después, Hades despertó su lado oscuro, imitando la acción el príncipe del inframundo.

—¿Sabes? La posesión divina es muy —Ónix sonrió de manera sádica, mientras colocaba dos dedos enfrente de su padre —. ¡Posesión divina!

Dicho esto, Ónix entró al cuerpo de su padre, cambiando el color de sus ojos de un rojo carmesí a rojo brillante. Sobre la cabeza de Hades apareció una estrella negra, indicando que Ónix había ganado.

—Debo ser más rápido, cuando utilizas la posesión divina —jadeo Hades.

—Así es viejo.

En ese momento, las grandes puertas de la habitación del tiempo se abrieron; saliendo tanto padre como hijo.

—Ahora vas a entrenar fuera de la habitación del tiempo —ordenó el rey del Inframundo —. Claro, que con tus logros ahí adentro, es más que suficiente, pero...

—Yo no lo creo así —interrumpió Ónix.

—Sabía que dirías eso.

—Ambos sabemos que Amy no es cualquier ángel —argumentó en tono serio —. Por eso debo volverme más fuerte.

—Entonces, quiero que arrastres estás cadenas por todo el palacio.

Hades chasqueo los dedos, apareciendo unas largas cadenas.

—Es pan comido —sonrió de lado Ónix.

—Lo harás sin usar tu lado oscuro. Pesan más de lo que crees —indicó Hades esbozando una sonrisa de lado.

De nuevo, el rey del Inframundo chasqueo los dedos, apareciendo las cadenas en la cintura de Ónix, obligándolo a caer de rodillas. Después de varios intentos por levantarse, el príncipe lo logró con dificultad.

—Te dije que eran más pesadas de lo que parecían. Cuando le hayas dado toda una vuelta al palacio, vas a la sala real.

Dicho esto, Hades se retiró.

—Todo sea por Nube.

Ónix tardó horas en recorrer cada parte del palacio, con las cadenas en su cintura. Cuando terminó, fue a la sala real, tal y como le indicó su padre.

—Veo que lo lograste —alabó mientras chasqueaba sus dedos, haciendo desaparecer las cadenas.

—Sí.

—Se intensificará cada día —advirtió —. Ahora ve a dormir.

—No lo haré. Iré a ver cómo están Century y Nube.

Ónix abrió el portal, desapareciendo del Inframundo.

•••

Después de entrar por el portal, aparecí en la casa de Nube. Aprendí a usar mis habilidades oscuras, sin la necesidad de acudir a mi lado oscuro, pero eso no lo sabe aún el viejo.

Observé que tanto Nube, como Century estaban riendo, me conforme, ya que sé que Century hará todo lo posible para proteger a Nube. Una vez cerciorado de que estaban bien, regresé al palacio.

•••

Semana 1

Hades, cada día aumentaba el peso de las cadenas. Ónix, además, de darle la vuelta al palacio, tenía que recorrer también la sección de castigos y torturas.

Semana 2

En esta semana, Ónix solo cargaba con las cadenas, sino también con unos grilletes en las manos y pies. Además, de recorrer todo el palacio, incluyendo la sección de castigos y torturas, era perseguido por uno de los perros de su padre.

—¿Qué carajo? —entró rápido a la sala real —. ¿En serio soltaste a Hunter?

—Claro. Mañana soltaré a Midnight.

—¡Maldición!

3 semana

En esta ocasión Ónix debía recorrer todo el palacio, incluido las secciones de castigo y tortura, siendo perseguido por cinco perros, los cuales tenían intenciones de atacarlo.

Además, los soldados del rey del Inframundo atacaban a Ónix, el cual debía ser ágil, rápido y audaz. No podía distraerse ningún segundo, ya que, si lo hacía, dichos soldados tenían la orden de matarlo; sin contar que los perros lo podían alcanzar, y ellos sí lo atacarían sin piedad.

Ónix logró regresar a la sala sano y salvó. Entró pateando la puerta, acto que llamó la atención de su padre.

—¿De verdad les diste permiso a los soldados de que me matarán?

—Sí —respondió Hades tajante —. Tu entrenamiento debe ser el más duro.

Dicho esto, Ónix suspiro para después quitarse de una manera fácil los grilletes de las manos; sorprendiendo a su padre.

—Es imposible que alguien logré liberarse de mis cadenas. Solo yo puedo quitarlas.

—Pues ya ves que no —Ónix se estira —. Además, maté a dos de tus perros y algunos soldados.

—¡Mendigo! De los soldados no digo nada, pero tratándose de mis perros sí.

—No los maté realmente, solo quería joder. Pero, ahora ellos me obedecen —comenta Ónix guiñando el ojo.

—A nadie más que a mi obedecen —presumió el rey del Inframundo.

—¿Esta seguro?

Cuando terminó de decir eso, Ónix silbó, apareciendo dos grandes perros negros con ojos rojos. Hades observaba con una sonrisa de burla a su hijo, la cual se le borró al ver cómo Ónix hacía que lo obedecieran.

—Colmillo, Sombra, sentados —ordenó.

Ante la orden de Ónix, ambos perros obedecieron, sentándose de inmediato.

—No creas que por eso ya...

—Ahora no te obedecerán —interrumpió Ónix —. Trata de darles una orden —añadió esbozando una sonrisa de lado.

—Colmillo es uno de los más obedientes —alardeo Hades —. ¡Colmillo ataca! —gritó señalando a Ónix.

Colmillo lo mira sin moverse de su lugar. Ante la acción, Ónix carcajeo.

—Observa esto. ¡Colmillo ataca! —vocifero Ónix, indicando a Hades.

—Ellos no me van a...

Al escuchar la orden de su dueño, ambos perros se levantaron, rodeando a Hades, mientras le gruñían.




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