Dulce veneno

8

Nube no dejaba de hablar de lo que hizo con Century. Veo que realmente se la llevaron bien, aunque debo de admitir que, si me molesto, cada vez que habla maravillas de él.

Después de un rato caminando, llegamos por fin a mi casa, indicándole a Nube que ya era tarde, que se fuera a dormir; negándose por completo, sentándonos en el sofá.

•••

Una vez en el sofá, Ónix se quedó profundamente dormido, siendo observado por Nube; mientras esbozaba una sonrisa.

«Por fin lo veo sin el ceño fruncido. Es tan lindo».

Nube recargó su cabeza en el hombro de Ónix, cayendo en un sueño profundo. Era de madrugada, y Ónix se levantó al sentir como una mano rozaba su mejilla.

Miró a Nube dormir a lado suyo, para después llevarla cargándola hasta su habitación.

—¿Qué carajo me sucede? ¿Ahora alucino cosas? —curioseaba Ónix llevándose sus manos hacia su rostro.

—No estás alucinando Devin —respondió una voz femenina —. Quise venir a verte.

—Bien. Ya me viste, así que vete —ordenó Ónix.

—Oye, no seas grosero.

—¿Solo viniste a verme, no Stephanie?

—Pues ya me viste, así que chu —añadió haciendo un ademán.

—¿Ahora que te hice? ¿Ni una sonrisa?

—No acostumbró a sonreír, a menos que sea con burla —se encogió de hombros.

—Devin ¿Ya dejaste en claro tus sentimientos? —curioseo Stephanie, sentándose a lado de Ónix.

—Eso creo.

—Eso es bueno —comenta esbozando una sonrisa.

«Eso es bueno ¿No?», pensó Stephanie.

—Debo retirarme, tu padre me dio tiempo limitado. Me dio gusto verte —se despidió haciendo el ademán —. Te amo —susurró.

Dicho esto, Stephanie desapareció en la oscuridad de la habitación, dejando a Ónix sumergido en sus pensamientos.

•••

Aunque odio admitirlo, Stephanie tenía razón. Ella ya no me hace sentir esa calidez que antes. ¡Carajo! Aún sigo confundido por lo que siento por Nube y ¡Eso me molesta!

Estuve cuatro miserables meses en la habitación del tiempo pensado en ella, más el mes entrenando, que para mí fue una tortura; creo que en realidad me estoy enamorando de Nube, sin haberla conocido.

Pero, como dijo Stephanie —a ella la comencé a amar desde el primer día —. Unos ruidos en la cocina me sacaron de mis pensamientos, levantándome a revisar quien los estaba ocasionando.

Desde que Amy sabe que Nube es la nueva portadora, y tras fallar dos veces, no confío en nadie.

•••

Al llegar a la cocina, Ónix se percató de que era Nube, quién se estaba preparándose de comer.

—Buenos días Ónix ¿Quieres comer, para preparar el desayuno? —cuestionó llevándose el bocado a la boca.

—¿Buenos días? —arqueo la ceja —. No te preocupes, ahorita lo hago.

Ónix empezó a preparar el desayuno para él y Nube, y una vez listo se sentaron a comer, para después disponerse a ir al trabajo de Nube.

—Y ¿Qué tal te fue en tu entrenamiento? —inquirió Nube mientras caminaban  al estudio.

—Bien.

—Me encantó que le hayas dado una paliza a Amy, se lo merecía.

Ante el comentario de la chica, Ónix no pudo evitar reír, alegrando a la Nube.

—Por fin reíste —añadió Nube, ocasionando, que, de nuevo, Ónix se pusiera serio.

—Me gusta tu sonrisa y el cómo te ríes.

—No digas tonterías —resoplo serio ocultando su leve sonrojo.

—No son tonterías —reprochó Nube guiñándole un ojo.

—Yo creo que lo son.

Siguieron discutiendo hasta llegar al estudio, dónde se encontraron con los otros tres demonios peleando.

—Te digo que las gallinas vuelan —afirmaba Damián.

—Las gallinas no vuelan —replicaba Luke.

—Las gallinas no vuelan, caen con estilo —añadía Jack.

—¡¿Qué?! —cuestionaron confundidos los dos demonios al unísono.

Dicho esto, se percataron de que Ónix iba entrando con Nube al estudio, con una expresión seria, pero graciosa a la vez.

—¡Ónix! ¡Hermano! —gritaron al mismo tiempo Damián y Luke —. ¡Regresaste!

—Veo que sigues vivo —argumentó Jack sonriendo de lado.

—También es un gusto verte, Jack.

De inmediato, Nube se fue a realizar la sesión con Alaska, dejando a los cuatro demonios, los cuales, al ver a su hermano más diferente que la última vez que lo vieron; Jack le empezó a decir sus diferencias mientras lo revisaba.

—¿Qué tal tu entrenamiento? —intrigo Luke.

—Bien, aunque el viejo casi me mata en varias ocasiones —se quejó Ónix.

—Déjame adivinar ¿Te puso uno de sus entrenamientos extremos ¿Cierto?  —añadió Jack.

—Sí, pero pasé todo su entrenamiento, y ahora tengo dos de sus perros —apelo orgulloso Ónix.

Al escuchar aquella información, los tres demonios se sorprendieron.

—Pensé que esas cosas solo él las podía controlar —resoplo Jack.

—Yo aún les tengo miedo —agregó Luke.

—¡Genial! ¿A cuáles le quitaste? —curioseo Damián.

—A Colmillo y Sombra.

—Mejor le hubieras quitado a Hunter, ese perro es la maldad en carne propia —indicó Jack.

—Lo sé. Sí intenté quitárselo, pero no pude. Mendigo perro, casi me mata en varias ocasiones.

—Ónix ¿Y qué poder obtuviste? —interrogó Jack.

—¿Quieren ver el resultado? —inquirió Ónix, arqueando una ceja.

Los tres demonios solo se limitaron a asentir. Ónix cerró los ojos para relajarse, y en pocos segundos fue dominado por su lado oscuro; dejando perplejo a sus hermanos.

—¿Dominaste tu lado oscuro? —tartamudeo inmutado Luke.

—Nota mental: no volverme a meter con Ónix —masculló Damián.

—Eso es genial. Podrás quitarle el tono a nuestro padre —resoplo emocionado Jack.

—Sí les soy sincero, eso no me interesa mucho —añadió Ónix volviendo a la normalidad —. Dijo que él me buscaría, cuando estuviera listo para pelear —se encogió de hombros.




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