CAPÍTULO SIETE
Aarón Gray
_¡Hey¡ ¡Aarón! ¡OYE! _el grito de su voz me hizo sobresaltar un poco.
Se escuchaba furiosa, muy furiosa.
Era sorprendente como no había chocado el coche aún con los pensamientos tornándose ajenos y lejanos.
Contrólate, Adara va contigo.
Cierto.
Sus dedos con las yemas color rojo chasqueaban frente a mi rostro sin hacerme imposible ver la calle y quise hacer un esfuerzo por ignorarla.
Como si eso fuera posible.
Si la ignoro se cabrea, al igual que cuando le digo pato.
¿Y saben que significaba eso?
Cuando Ada se enojaba o se indignaba hacia un mohín bien chistoso con sus labios, era como si estuviera haciendo un puchero, solo que lo hacía de una manera inconsciente.
Eso me ponía la poll..
_Te estuve hablando por todo el camino y pensé que me estabas escuchando, pero no _su voz salió en un reproche y asentí de forma sutil un poco avergonzado, la estaba ignorando.
_Lo siento, pato _me disculpe de manera sincera, gire el volante para estacionar después de varias vueltas, este lugar estaba lleno hasta los cojones _¿Que me decías?
Se cruzó de brazos y apreté el volante, me causaba gracia.
_No ya nada.
Solté una fuerte carcajada por impulso, me estaba haciendo un berrinche y yo estaba más que fascinado por ello.
Y pensar que años atrás no se los pasaba, ni a ella ni mucho menos a brissa, odiaba los berrinches que podía llegar a formar una mujer por la mínima tontería.
Deduje que me estaba contando algo referente a la canción que le dediqué hace un rato, pero yo de estúpido tenía la cabeza en otro lado.
No me dirá nada, la conozco. Tendré que ingeniármelas para que hable.
_Eres una chica de dieciocho años atrapada en una mujer amargada de cincuenta _me burle de ella para bajarme del coche.
Si, me gustaba vivir la vida al máximo.
Fui hasta el otro extremo para abrirle la puerta, esperaba que me empujara levemente o quisiera abrirla ella misma, pero no.
Eso era peor.
Cuando ella estaba tranquila daba miedo.
_¿Tú quieres dormir hoy en la sala, no? _me preguntó, le tendí la mano para ayudarla a bajar y acepto de mala gana.
Amargada como siempre.
_No _me interrumpí a mí mismo antes de seguir y relamí mis labios _Me gusta que duermas conmigo porque te dejo un espacio enorme para ti sola y aun así te pegas a mi como una garrapata.
Dormir juntos se tornaba un reto para ambos, ella se movía como mierda y según Ada yo roncaba demasiado.
Bueno, nadie es perfecto.
_Creo que seré yo la que duerma en la sala _murmuro con la vista en la gente que se concentraba en patinar o grabar.
Si, claro.
_Sobre mi cadáver, eso no pasara y lo sabes _fruncí el entrecejo _Por esta tarde, o lo que queda de ella, solo seremos tú y yo.
No era buena idea entrar en discusión sobre quién dormiría hoy en la sala, si en dado caso eso sucedía sería yo quien dormiría abajo.
Señale con las manos todo lo que nos rodeaba y ella solo decidió sentarse en una esquina después de un rato caminando, se sentó justo en el césped.
Lugar perfecto para un picnic.
Eso o meterte mano con alguien por la noche.
Desde aquí veíamos a cada chico o chica lanzarse desde la rampa y divertirse. Dios mío, eran como de mi edad y yo me sentía mayor que ellos.
Podia presentir como la pronta vejez me respiraba en la nuca, y recién me faltaba poco para cumplir los veinte.
_Me imagino el motivo _dice en un tono frío, nunca me cansaré de decir que Adara podrá ser una amargada sin remedio, pero esta chica era lista.
Me senté al lado de ella estirando ambas piernas y llevando mi peso a mis codos.
Medite mis palabras por un instante.
_Debemos aclarar algunas cosas _hable, ya que ella no lo hacía _después de eso podré estar tranquilo al igual que tú.
Al menos eso esperaba, solo estaríamos un par de días acá y después regresaríamos a Seattle.
_Muchas _Ada estaba cruzada de piernas apoyando su rostro con ambas manos y pegando sus codos a sus muslos.
Asentí mirándola, ella no lo hacía, solo arrancaba las pequeñas hojitas del césped.
_Esa noche de la fiesta...
_Las canciones _continuo ella.
Las benditas canciones.
_El lugar que necesito mostrarte.
Ya no se trataba de un: quiero mostrarte ese lugar, ahora se convertía en un: Ada, debes ver esto, sí o sí.
_No hablaré.
La frialdad y rudeza que emanaba en su voz me golpeó, haciendo que la mirara indignado en espera por su arrebato.
¿De verdad acaba de decir eso?
_¿Que has dicho?
Adara me miró, me retaba en esa mirada.
_Lo que escuchaste, no hablaré.
Me levanté al instante para quedar sentado frente a ella.
¿Estaba hablando en serio?
No la entendía.
_¿Y por qué no?
Que no me dé una estúpida excusa, por favor.
_Tu no me dices lo que está pasando _zanjo con voz dura _actúas muy raro y siempre estás nervioso… no eres así, algo te pasa.
Un punto a su favor, con este ya llevaba diez de adelanto.
Quite mis ojos de ella para apreciar lo que tenía frente a mí. ¿Qué podía decirle? No estaba listo, esa era la verdad.
Pero tampoco podía darle mucha larga al asunto.
Vamos, piensa en algo.
_Bien, entonces hagamos un trato.
Ella frunce el ceño.
_¿Un trato?
Asentí.
_Si, resolvamos tu tema primero _le propuse un segundo después, el apuro que había en mi por resolver esto y llegar al meollo del asunto eran grandes.
Su rostro desató amargura mezclada con indignación.
_¿Mi tema? _ella arquea las cejas _¿Quién te has creído tu?
Joder, si ella viera lo preciosa que se veía estando enojada.
Había que hacerla enojar más seguido.
La gente que pasaba frente a nosotros debía estar gozando de tremendo espectáculo.
Editado: 02.11.2021