Capítulo 1: Renacimiento en las Sombras

Todo comenzó con oscuridad, como si el universo mismo hubiera olvidado mi existencia. No había luz, sonido ni tacto, solo un vacío abrumador. No sé cuánto tiempo estuve así, flotando en el abismo, hasta que algo finalmente se rompió.

Abrí los ojos y, por un instante, no entendí nada. El cielo era de un rojo extraño, teñido como si siempre fuera el atardecer. Mi cuerpo se sentía pesado, pero también poderoso. Mis manos, antes débiles y humanas, ahora eran fuertes, con garras apenas visibles bajo mis uñas.

Entonces, lo vi. Mi reflejo en un charco de agua oscura: cabello negro como la noche, ojos de un rojo intenso que parecían arder con un fuego interno, y una piel tan pálida que parecía reflejar la luz escasa de este lugar.

—¿Quién soy? —murmuré, aunque ya lo sabía.

Un torrente de recuerdos inundó mi mente. No eran míos, pero lo sentía como si lo fueran. Soy Azrael Arcona, el primogénito de los Estrellas Caídas, un clan que controla lo que otros demonios temen: las sombras, la sangre y los espíritus malignos. Un linaje maldito, pero con un poder inigualable.

Y entonces, lo vi por primera vez. Un cuadro de texto translúcido apareció frente a mí:

Requisitos
Para despertar el control avanzado de las sombras:

• Sumérgete en completa oscuridad durante 24 horas.
• Derrota a una criatura de las sombras.
• Acepta el poder que yace en tu sangre.

El cuadro frente a mí desapareció tan rápido como apareció, pero la sensación que dejó fue clara: este mundo tenía reglas, y yo tenía un camino que seguir. Me puse de pie, tambaleándome un poco. Mi cuerpo, aunque fuerte, aún sentía una pesadez que no podía explicar.

Miré a mi alrededor. Estaba en lo que parecía un bosque, pero no como los que conocía en mi vida pasada. Los árboles eran altos, con hojas negras como el ébano y un extraño brillo púrpura que recorría sus troncos. Había un silencio antinatural, roto solo por un leve susurro en el viento, como si algo me vigilara.

"Sumérgete en completa oscuridad durante 24 horas."

Las palabras de Requisitos resonaron en mi mente. Era mi primera prueba, pero había algo que me inquietaba más: no sabía dónde estaba ni quién más podría estar cerca. Si este era el mundo de High School DxD, entonces estaba rodeado de seres que podían matarme sin dudarlo.

Una voz grave interrumpió mis pensamientos.

—Así que el primogénito despierta.

Me giré rápidamente. Frente a mí, emergiendo de las sombras, estaba un hombre alto y delgado. Sus ojos eran como los míos: rojos brillantes, llenos de un poder que parecía devorar todo a su alrededor. Su cabello negro caía en mechones desordenados sobre su frente, y una capa oscura cubría su cuerpo.

—¿Quién eres? —pregunté, aunque algo en mi sangre ya conocía la respuesta.

—Soy Darius Arcona, tu padre. —Su voz era firme, como una espada que corta el silencio. Me estudió de arriba abajo, con una mirada calculadora—. Parece que la sangre de los Estrellas Caídas no te rechazó. Eso es… prometedor.

Su presencia era abrumadora. Era como si el mismo aire se volviera más denso a su alrededor. Pero no retrocedí. Si algo había aprendido de mi vida pasada era que, en este mundo, mostrar debilidad era un error fatal.

—¿Dónde estoy? —pregunté, tratando de mantener la calma.

Darius esbozó una sonrisa, pero no era amable.

—Estás en nuestro hogar. El Dominio de las Sombras, el corazón del poder de los Arcona. Aunque si sobrevives lo suficiente, tal vez lo llames "reino". —Hizo un gesto hacia el bosque—. Todo esto es nuestro, pero también es una prisión. Una prueba constante.

Antes de que pudiera responder, un rugido resonó en la distancia, profundo y gutural. Mi cuerpo reaccionó instintivamente, los pelos de mi nuca se erizaron.

Darius señaló hacia el origen del sonido.

—Ese es un Guardián de las Sombras. Una criatura nacida de la misma oscuridad que tú puedes controlar. Tu primera tarea será enfrentarlo.

—¿Qué? —No pude evitar que mi voz subiera un poco—. ¿Enfrentar a eso sin saber cómo usar mi poder?

Él rió, una risa fría y amarga.

—Si necesitas instrucciones para usar lo que eres, entonces ya estás muerto. Confía en tu instinto, Azrael. Tu sangre te guiará.

Antes de que pudiera protestar, Darius se desvaneció en un torbellino de sombras, dejándome solo.

El rugido volvió, esta vez más cerca. Mi cuerpo tembló, pero no de miedo; algo dentro de mí despertaba. Era una mezcla de adrenalina y un hambre primitiva, como si mi propia sangre ansiara el enfrentamiento.

"Derrota a una criatura de las sombras."

El cuadro de Requisitos apareció nuevamente, como si se burlara de mi situación.

—Supongo que no tengo otra opción. —Tomé aire, concentrándome en el entorno. Las sombras a mi alrededor parecían vibrar, como si respondieran a mi voluntad.

No sabía cómo funcionaba mi poder, pero no podía permitirme fallar. No en mi primera prueba. Si este era mi nuevo mundo, entonces lo enfrentaría de frente, sin importar las probabilidades.

El rugido se convirtió en un estruendo, y de entre los árboles emergió la criatura. Era enorme, una bestia deforme hecha de sombras vivientes, con ojos amarillos que brillaban como antorchas en la oscuridad.

Me preparé para la lucha, sintiendo cómo las sombras a mi alrededor comenzaban a moverse al compás de mi voluntad.

—Vamos, maldito. Veamos qué tan lejos puedo llegar.

Y así, mi primera batalla en este mundo comenzó.

La bestia se lanzó hacia mí con una velocidad que no coincidía con su tamaño. Era como si las sombras mismas le dieran forma y agilidad. Mis instintos me gritaron que me moviera, y lo hice, lanzándome hacia un lado justo a tiempo para evitar sus garras.

El impacto de su ataque dejó un cráter en el suelo, esparciendo fragmentos de tierra oscura por todas partes. Cada segundo que pasaba, el aire a mi alrededor se sentía más pesado, más cargado de una energía que reconocía: la misma oscuridad que fluía por mis venas.