La luz del sol atravesaba los enormes ventanales de la agencia, iluminando el caos que era el escritorio de Dinamight. Papeles desordenados, informes sin completar, y una lista interminable de llamadas pendientes.Kirishima, relajado pero con una sonrisa incómoda, observaba a su amigo mientras éste maldecía en voz alta.
-i¿Por qué demonios tengo que lidiar con esta mierda administrativa?! ¡Soy un héroe, no un maldito oficinista! -rugió Bakugou, tirando un informe a un lado.
Kirishima, acostumbrado a sus explosiones, cruzó los brazos y trató de calmarlo.
-Bro, ya te lo dije, necesitas a alguien que se encargue de esto por ti. Una asistente, una secretaria, lo que sea. No puedes hacerlo todo tú solo.
-¡Claro que puedo! -Bakugou lo interrumpió, su mirada afilada como un cuchillo—. ¡Los que
trabajaron aquí antes eran unos inútiles! No necesito a nadie que me estorbe.
Kirishima suspiró, pero su sonrisa permaneció firme. Había aprendido que, con Bakugou, la paciencia era clave. Entonces, recordó algo que había estado rondando su cabeza desde el desastre del banco.
-¿Recuerdas a esa chica del otro día? La que rescataste en el colapso del banco-preguntó casualmente.
Bakugou lo miró con el ceño fruncido, confundido por un momento.
-¿Qué tiene que ver ella con esto?
-Bueno, escuché que arriesgó su vida para salvar a un niño atrapado antes de que tú llegaras. Y... también me enteré de que está pasando por un mal momento. Perdió su trabajo, tiene que cuidar a su madre enferma y, bueno, no tiene muchas opciones ahora mismo. -Kirishima se encogió de hombros, como si lo que decía no fuera gran cosa. Luego añadió con una sonrisa astuta-: Tal vez podrías darle una oportunidad. Podría ser la asistente que necesitas.
Bakugou lo miró fijamente, como si estuviera considerando lo que decía, aunque su expresión se mantenía irritada.
-¿Esa chica? ¿La tímida? ¿La que casi se queda aplastada como una idiota? -gruñó, recordando vagamente su rostro entre el polvo y los escombros.
Kirishima asintió, ignorando el tono cortante de su amigo.
-Sí, esa misma. Tiene agallas, ¿no? No cualquiera habría hecho lo que hizo por ese niño. Y, francamente, creo que ella lo necesita más que nadie. Además, ¿qué tienes que perder? Si no
funciona, puedes despedirla.
Bakugou bufó, cruzando los brazos mientras consideraba la idea. No le gustaba que le dijeran qué hacer, pero tampoco podía ignorar el hecho de que necesitaba ayuda, ni la sensación incómoda que había tenido desde el desastre del banco. Aunque no lo admitiera, sabía que esa chica había hecho algo que incluso muchos héroes habrían dudado en hacer.
Finalmente, giró la cabeza hacia Kirishima, con una mirada que decía que estaba aceptando a
regañadientes.
-Tch. Está bien. Pero si resulta ser una molestia, te aseguro que la echaré en menos de una semana.
Kirishima sonrió ampliamente, satisfecho.
-¡Sabía que dirías eso, bro! No te arrepentirás.
El timbre de la puerta resonó en el pequeño apartamento donde vivía la protagonista. Ella, todavía cojeando ligeramente por la lesión en su pierna, fue a abrir, sorprendida de encontrar a un joven pelirrojo sonriéndole con amabilidad. Kirishima estaba ahí, con una postura relajada pero segura.
-Hola, ¿tú eres la que salvó al niño en el desastre del banco, verdad? -preguntó, su tono cálido.
Ella asintió, un poco intimidada por su presencia. No estaba acostumbrada a que héroes famosos llamaran a su puerta.
-Sí... ¿en qué puedo ayudarte? -preguntó con voz nerviosa.
Kirishima le explicó la situación, mencionando que Dinamight estaba buscando a alguien para trabajar como su asistente y que él había pensado en ella para el puesto. La protagonista lo miró con incredulidad. ¿Ella? ¿Trabajar para un héroe como Dinamight? Era impensable.
-No estoy segura de ser la persona adecuada para eso -dijo, bajando la mirada-. No tengo experiencia en ese tipo de trabajo... y mi pierna... además, él es... bueno, es Dinamight.
Kirishima rió suavemente.
-Sí, lo sé. Puede ser un poco... explosivo. Pero créeme, si yo he podido trabajar con él, tú también puedes. Eres más fuerte de lo que crees. Y además, creo que necesitas esta oportunidad tanto como él necesita que alguien le ayude. -Le guiñó un ojo-. Piénsalo, ¿vale?
Al día siguiente, la protagonista llegó nerviosa a la agencia de Dinamight. El edificio era imponente, lleno de héroes y asistentes que se movían rápidamente. Ella se sentía fuera de lugar, pero no podía echarse atrás ahora. Cuando finalmente llegó a la oficina de Bakugou, lo encontró sentado detrás de un escritorio, con una expresión de evidente
fastidio.
-¿Eres tú? -preguntó, levantando la vista. Sus ojos rojos la inspeccionaron con intensidad-. Tch. Pareces más débil de lo que recordaba.
Ella tragó saliva, sintiendo cómo su nerviosismo aumentaba. Pero antes de que pudiera responder, él
continuó.
-Escucha bien, porque no voy a repetirlo. No vine a
salvarte ese día para que ahora me estorbes. Si vas a trabajar aquí, quiero que sigas mis órdenes al pie de la letra. Si haces alguna estupidez, estás fuera. - Se inclinó hacia ella, con una mirada dura-. ¿Entendido?
Ella asintió rápidamente, sintiendo que su voz estaba atrapada en su garganta.
-S-sí, señor...
Bakugou chasqueó la lengua, reclinándose en su
silla.
-No me llames "señor". Eso suena estúpido. "Jefe" está bien. Ahora, ve a hablar con Kirishima. Él te explicará lo básico. Y no me hagas perder el tiempo.
Ella asintió de nuevo y salió apresuradamente, su corazón latiendo con fuerza. Había sido un inicio brusco, pero al menos tenía trabajo.