Echoes of the Stars ┃choi Soobin

♪ 1: Próxima parada: Seúl

Raging dreams no matter if it's rough. Blindly running wild

However long it takes, it takes, build it up

The Final Countdown – &Team

Junio, 2030

Arianne

—En realidad, mi mayor miedo era desperdiciar el esfuerzo que ya había puesto en mi carrera. No tenía idea de qué más se suponía que debía hacer con mi vida, fue lo que me llevó a apostar por algo más grande: mi traslado a Corea.

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Mayo 01, 2024

La luz del atardecer se colaba en la habitación de Arianne, las cortinas se movían gracias al viento que entraba por la ventana abierta. El silencio en su hogar la estaba volviendo loca, no llegaba ni un solo ruido a sus oídos. Al principio, pensó en no poner música para no distraerse, pero el silencio resultó ser peor. La página en blanco en su ordenador y el cursor parpadeante en la pantalla empezaban a darle dolores de cabeza. Aquella pequeña figurita parecía burlarse de su incapacidad para seguir escribiendo el libro que creía que sería el próximo best seller.

Frustrada, suspiró y apartó las manos del teclado. Se quitó los lentes y los lanzó a su cama detrás de ella. ¿Qué más podía hacer para que las palabras volvieran a surgir con naturalidad? Su libro no era el único en pausa, también su trabajo, sus sueños, su vida en general.

Quisiera culpar a alguien más por el rumbo que estaba llevando, sin embargo, la única culpable era ella. Si tan solo hubiera tenido valor años atrás, sería diferente. Sus pasiones siempre estuvieron enfocadas en el arte: amaba el dibujo, la literatura y la música. Pero para su familia, ninguna eran cosas serias o podían proporcionarle un futuro próspero. Así que decidió buscar algo más, algo que le brindara estabilidad y el gran futuro que todos esperaban de ella. Bajo la presión y tras pensarlo demasiado, terminó estudiando relaciones internacionales.

Durante los tres años de la universidad, se dedicó a cumplir con lo que se esperaba de ella, enfocándose en obtener buenas calificaciones y destacándose académicamente. Sin embargo, aunque no se convirtió en su pasión, tampoco le desagradaba y logró graduarse con el mejor promedio de su generación. Después de eso, ¿qué se suponía que seguía? La respuesta era obvia, pero nada sencilla: encontrar un trabajo.

Atrapada entre todas las abrumadoras decisiones que debía tomar, continuaba sintiendo que algo le faltaba. Por suerte, las cosas comenzaron a cambiar un poco cuando descubrió casi por accidente un diplomado en Estudios Culturales. Al inicio lo tomó como un complemento para su currículo, pero pronto se dio cuenta de que disfrutaba explorando temas como la identidad, las expresiones culturales y la forma en que las sociedades se conectaban a través de la cultura, el arte y la música. Aunque esta experiencia despertó un interés genuino, no logró disipar completamente la sensación de estar viviendo una vida que otros diseñaron para ella, e igual tenía que mantenerse en el único camino que conocía.

Con el tiempo, logró trabajar de forma independiente como consultora cultural, organizando pequeños proyectos relacionados con intercambios culturales. A su vez, creó un blog acerca de la cultura global y las conexiones interculturales. Disfrutaba de esta cierta independencia, pero sabía que estos proyectos no eran suficientes para satisfacer sus aspiraciones más profundas. No era tanto que le faltara pasión, sino que sentía que no estaba alcanzando su verdadero potencial. Aun así, se aferraba a la idea de que cada pequeño logro la estaba acercando a algo más grande, aunque no tuviera claro qué era.

Decidida a no forzarse más, cerró la aplicación de escritura y en su lugar pasó a la de música. Buscó entre sus listas de reproducción hasta decidirse por su grupo favorito, Tomorrow x Together, uno de los grupos más influyentes en el mundo del k-pop y dejó que las melodías llenaran su pequeño departamento.

Comenzó a cantar, pero después se emocionó tanto con las canciones que terminó poniéndose de pie para moverse al ritmo de la música, o al menos eso intentaba. Con la música llenándola de energía, aprovechó para poner orden en su desastroso escritorio. Coreó sus partes favoritas, yendo de un lado a otro, hasta que terminó por lanzarse a la cama, rompiendo sus preciados lentes.

Cerró los ojos con fuerza, era el tercer par que rompía en el año debido a su descuido. En ese punto, ya debería tener un cajón lleno de ellos, pero siempre se prometía cuidarlos bien, por lo que no compraba unos de repuesto. Sacó los pedazos de debajo de ella y, poniéndolos sobre el buró, tomó su celular para pedir otros. Sin embargo, se distrajo revisando sus redes sociales.

La música continuaba reproduciéndose, pero decidió pausarla cuando apareció un video de un concierto de TXT, se emocionaba demasiado al verlos como si hubiera estado ahí. Un sueño más que deseaba cumplir, ojalá un día pudiera conocerlos, pero al parecer su lado del mundo no estaba entre los planes de su empresa.

Soñando despierta sobre cómo sería el día en que conociera a los chicos que, con su música, la salvaron muchas veces, continuó deslizando el dedo por la pantalla hasta que unas imágenes capturaron su atención. Bellos paisajes de Corea del Sur la transportaron hasta allá, a la brillante arquitectura y los mercados bulliciosos. Entonces, una idea golpeó su mente como un rayo hasta tomar forma en su cabeza, una idea que lo cambiaría todo.




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