Eclipse

Capítulo 4 El destino

Los planes del destino son enmarcados en un hermoso cuadro lleno de hilos, cada uno de ellos representa un alma conectada con las decisiones de su pasado y se entrelaza con los anhelos más grandes de los humanos, aquel hilo es tan delgado que muchos pensarían que es posible cortarlo o cambiarlo, incluso algunos ya lo han intentado, sin embargo, esta línea brillante buscará siempre la manera de colocarte dónde es debido, por ello, el destino o mejor conocido por el nombre de su dios Camaxtli, es el titiritero de los sucesos entre el tiempo y la persona. En sus manos se deja las lecciones de vida, con el único propósito de dar continuidad al pasado y con la intención de buscar un desarrollo en el humano. Pero sus acciones solo son cambiantes por momentos y nunca guarda los cambios para toda una eternidad, conservando así cada partícula de información en su más preciado libro B’atz, de color azul turquesa en una repisa a simple vista de la enorme biblioteca de Camaxtli, el libro donde se escribe la historia de los humanos y lo que pasa en el futuro es protegido por este dios.

En la página número 21 se escribía la historia de Selene, una sola hoja para su existencia que era arrancada y destruida por el mismo dios.

Selene vivió toda su vida o al menos todo lo que recuerda con su abuela Aurora. Al no tener ni un solo detalle de sus padres, su relación con su abuela era lo más importante en su vida y aunque Aurora no tuvo la oportunidad de poder contar a Selene acerca de ellos, su nieta sentía una gran conexión hacia lo que pudieron ser, la única pizca de información que conocía era que su madre era la hija de Aurora y al suponer que algo negativo les había pasado ni siquiera sus nombres sabía, sin embargo, siempre vivió con la curiosidad de saber quiénes eran, cómo eran y qué pensarían de ella.—¿Cómo me verán mis padres?, ¿Seré lo que ellos deseaban?, ¿Qué expectativas tienen de mi o tuvieron de mi?, o simplemente ¿Que piensan de mí?. Las múltiples incógnitas que cualquier hijo tendría, a diferencia que, la pobre chica nunca tuvo la oportunidad de tener respuesta en el pasado y no esperaba tenerla en un futuro. Por alguna razón, ahora sentía la necesidad de conocerlos, aunque consideraba que lo qué pasó fue una pesadilla, quería conocer qué pasó con sus padres, ya que, una nueva incógnita se anexaba a la lista —¿por qué Ben creía que había sido imprudente?.

Selene y su abuela vivían en una casa que contaba con dos recámaras pequeñas pero acogedoras, para ella su habitación era su cueva de protección, el único lugar en el que no podía sentir o percibir emociones ajenas a las de ella misma; El miedo intenso que imponía el pasillo que colindaba a la habitación de su abuela la obligaba a no poder acercarse a ese lugar, siendo así que nunca conoció la habitación de Aurora por dentro, además podía percibir las vibras de tristeza y nostalgia que emana cada vez que su abuela estaba dentro.

Un día al estar sola en su casa, Selene decidió armarse de valor y entrar a ese lugar, siendo todo lo contrario de lo que imaginaba, puesto que, era una habitación vieja con paredes rojas, en ellas había colgados múltiples cuadros con imágenes de la luna y el sol, podías ver cartas de tarot tiradas en el piso y todo el lugar era alumbrado por velas de colores que nunca hubiera imaginado que existían, en los estantes libros de diversas mitologías destacaban junto con piedras, cuarzos y figuras extrañas que decoraban todo el lugar.

Al estar ahí el olor a incienso era tan potente que le ocasionaba un fuerte dolor de cabeza y le revolvía el estómago, su mirada pasaba de un lado a otro, como si estuviera intentando tomar una foto con su memoria, ya que, tenía el presentimiento que nunca más entraría de nuevo ahí. De pronto sus ojos se fueron directamente al costado de la cama de Aurora, dónde se encontraba un pequeño mueble y en la parte de arriba un destello salía de una caja roja que tenía a su costado una vela prendida, al querer abrir la caja una gota de cera saltó a su mano y le quemó su palma, sin embargo, la incertidumbre era más grande que su quemadura y volvió intentar abrir la caja, esta vez logrando ser victoriosa; Dentro de la caja se podía notar la figura de un collar enredado a un anillo de color dorado, al lograr separarlos su atención se dirigió únicamente al collar, el cual, tenía dentro las iniciales K&M, un tanto confundida regreso a buscar en el fondo de la caja, encontrando una foto de dos personas, aquellas personas que todos creerían que eran los padres de Selene pero ella se negaba a creerlo, aunque siempre lo quiso saber, en su interior existía el miedo de conocer el verdadero rostro de sus padres, puesto que, sabía perfectamente que se obsesionaría con ellos.

Al pasar el rato, Selene solo miraba la foto, sentada en el piso, preguntó al aire: —¿Son ellos? Si existe algo más allá, algo que me pueda decir si son ellos, háganlo ahora. Una sola lágrima recorría la mejilla de Selene, una lágrima de tristeza pero aún más de enojo.

Dentro del otro plano se encontraban, Ben y Camaxtli, vigilando en todo momento.

—Si, son ellos, ellos son tus padres. Le afirmaba Ben.

—No te puede escuchar, Ben.

Ben un poco derrotado le decía, —Dile de una vez la verdad, si tú no puedes, yo lo hago. Déjame manifestarme.

—No, aún no es tiempo. Decía Camaxtli. Cuando fue interrumpido por el grito de enojo de Selene reclamando:—¿Por qué me los muestras ahora?, ¿de qué me sirve saber de ellos?... No te entiendo, dime ¿qué cambiaría en estos momentos?, si te los llevaste, ¿qué caso tiene que me hagas verlos?, no me ayudan de nada estando allá, yo los quería aquí y tú, tú me los arrebataste.

Ben, estaba preocupada por Selene, nunca la había visto tan enojada y menos aún reclamando a básicamente nadie, él la conocía y sabía que eso no terminaría bien, al intentar manifestarse fue detenido por Camaxtli, —Tranquilo, Ben. Tiene que pasar por esto ella sola, no siempre puedes protegerla.




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