Eclipse de Mar

Capítulo 5: La melodía del ángel sin alas

CAPÍTULO 5

LA MELODÍA DEL ÁNGEL SIN ALAS

 

Esa noche, cuando volvieron a su hogar, el niño, quien, desconociendo por completo sobre la salud de su madre, hizo una oración, y en lo hondo de su corazón, pidió por una fuerza de esperanza que envolviera a su familia, pues sabía, en su ser, que algo no estaba bien desde hacía un tiempo.

La brisa del mar arrullaba con suaves asonancias aquella noche cubierta de estrellas, y la luna en lo alto del cielo, iluminaba la isla. El faro aún no funcionaba, pero aquella luz era lo bastante acentuada, como para que se pudiera contemplar desde la cabaña, a las olas sobre la arena, a través de los amplios ventanales de la planta baja.

El reloj en la sala de estar daba las cinco de la madrugada, el sol no saldría hasta dentro de un rato, y fue entonces, cuando Bastian oyó un extraño sonido, más bien, era como una ligera melodía. Se despertó y bajó hacia la cocina, para luego intentar abrir uno de los ventanales, y con mucha astucia y determinación, logró hacerlo, ya que uno de ellos no había sido cerrado en su totalidad. Entonces caminó despacio por el jardín, hasta alejarse de la casa y del faro, sin siquiera notarlo, y encontrarse a orillas del inicio de la playa.

El sendero del valle había terminado, y fue así, como sintió que estaba en un ensueño, pero, a la vez, no lo era. Era muy real, y vio a la distancia la silueta de una mujer que vestía con colores claros. Su figura luminosa lo atrajo de inmediato, y con sus pequeños pies se dirigió hacia ella.

Él no pudo hablarle, y sabía que tenía que hacerlo, pero no lo necesitó, pues la dama lo miró dulcemente, sostuvo sus manos y le dio un beso en la mejilla. Para entonces, Carmen estaba gritando cerca del faro, buscando desesperada a su niño, y Octavio había salido a ver si se hallaba afuera, en el patio, donde solía jugar, puesto que era uno de sus lugares favoritos. Fue así, que vio a su hijo junto a aquella extraña mujer, corrió hacia él, y cuando hubo estado a su lado, se arrodilló y lo abrazó, entonces, escuchó una voz muy débil pero perceptible.

—Pa, ella me hizo hablar, “la dama del agua” —dijo Bastian, entonando perfectamente aquellas maravillosas palabras, puesto que, para su confundido padre, lo habían sido.

—Pero… ¿Cómo? no es posible, ¿quién eres? —Le dijo a la dama, pero ella se había alejado, y desapareció entre las olas del mar, hasta que la luz que la envolvía, se desvaneció por completo.

— ¿Qué es lo que está pasando? —Gritó Carmen, quien había llegado hasta ellos.

—No es nada cariño, sólo Bastian que ha salido de la casa, pero está aquí y está muy bien —le respondió don Octavio, sin saber cómo iba a explicarle a su esposa que su hijo ahora, podía hablar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.