Eclipse de Mar

Capítulo 12: El misterio de la isla de Alcalia

CAPÍTULO 12

EL MISTERIO DE LA ISLA DE ALCALIA

 

Nailah nunca le contó al doctor Martin, lo que le había ocurrido a ella y a su hija antes de que las subieran al SaltWater, le dijo en cambio, que tal vez algún día lo haría.

Cuando Ward hubo informado sobre la muerte del capitán Bennett durante esa fatídica noche del motín, y al mismo tiempo hubo dispuesto su nombramiento como el nuevo capitán al mando del buque, el señor Jones y su oficial de máquinas Davies, decidieron que lo mejor sería regresar a sus funciones, y aunque esto les pareció muy doloroso, no tuvieron ninguna opción, puesto que la mayoría de los marineros apoyaban a Ward, y el resto buscaba sobrevivir hasta que pudieran desembarcar.

Para Evans fue un problema volver con sus compañeros, ya que todos habían notado que él estuvo de acuerdo con el capitán desde un principio, entonces el señor Davies tuvo que ascenderlo como su asistente, bajo previo convenio con el señor Jones, para poder así sacarlo de las recámaras comunes de los marineros.

A Ward no le interesaba nada más que no fueran los tesoros escondidos de Alcalia, él quería apoderarse de ellos, ser rico y comprarse su propia isla, para poder hacer lo que quisiera. Los movimientos que pudieran darse en el buque no llamaban su atención, así que no se opuso, además porque tenía la plena creencia de que siendo el capitán, nadie se atrevería a infringir sus reglas. Así, ordenó que Nailah y la pequeña Nivia ocuparan un camarote próximo al suyo, para mantenerlas bajo su control, y que el doctor Martin las viera con el único propósito de alimentarlas y cuidar que estuvieran bien.

Había algo más que se le había cruzado por su mente perversa, y era convertir a Nailah en su esposa “¿Quién sospecharía de ella?, ¿quién pensaría que no es una mujer, cuando su apariencia muestra que lo es?” se dijo a sí mismo. Además Nailah poseía una belleza que enamoraría a cualquier hombre, por ello, Ward estaba convencido de que debía adueñarse de ella, aún más teniendo bajo su poder algo que la debilitaba a un punto que podría terminar con su existencia corpórea, si no obedecía sus crueles intenciones. Tanto había crecido su obsesión, que prohibió que otros pudieran verla, incluso el doctor tenía que entrar a su recámara con los ojos vendados.

Una vez que hubieron arribado en las playas de Alcalia durante la primer alba de esa mañana, Ward supo que ese era su destino, que no había nacido para ser un simple contramaestre, su ambición había llegado a un punto en donde estaba dispuesto a arriesgar todo lo que había logrado en su vida, con tal de dar con esos tesoros y apoderarse de ellos, incluso, y en efecto, había cambiado de parecer sobre entregar a Nailah a los científicos, una vez que pudiera darse esa oportunidad, puesto que ahora se mantenía firme en sus ideas de apropiarse de ella y de la pequeña Nivia, convencido de que le serían de gran utilidad, pues creía que Nailah podría saber sobre otras islas con la misma fortuna que aquella guardaba.

—Sé que no puedes hablar, pero sé muy bien que me puedes escuchar —le dijo Ward unos días después a Nailah, a quien mantenía atada y adormecida mediante el efecto nocivo que el agua dulce ejercía sobre ella— quiero que sepas que te convertiré en mi esposa, serás ante todos los demás algo que siempre estará prohibido para ellos, algo que ningún otro hombre podrá tener en este mundo, y sólo yo lo sabré, nadie más podrá imaginar cuando te vean junto a mí, cuando desembarquemos en mi ciudad natal, que eres diferente, pero yo lo sabré, y eso será lo único que importe, y así aprenderás a obedecerme, pues me perteneces, eres mía, y ningún alma sobre esta tierra te apartara de mi lado—sentenció mirándola con aquellos ojos llenos de resentimiento— tú me indicarás en dónde se encuentran esos tesoros, y así podremos dejar este barco para tener nuestra propia tierra —dictaminó con una absoluta certeza.

El doctor Martin tenía sus sospechas sobre los malévolos planes de Ward, así que junto con los pocos marineros que no estuvieron de acuerdo con su auto nombramiento como el nuevo capitán, y con la ayuda del señor Davies y del señor Jones, así como del joven Evans, buscarían una forma para poder impedirle de su puesto y regresar la paz al resto de la tripulación.

—Nailah, voy a dejar de suministrarte esto —le dijo el doctor aquella noche, al tanto que le mostraba el agua dulce que debía poner en su cena, por orden de Ward— de hecho te he estado reduciendo la dosis desde  hace unos cuantos días, pero deberás fingir que aún estás débil, pronto podré liberarte y tú decidirás tu destino…es una crueldad sin nombre la que este hombre está infringiendo contra ti y contra tu niña —afirmó Lucas, con profunda tristeza.

—Doctor, si yo así lo deseara, podría detener esto ahora mismo, aún con estos efectos dañinos en mi cuerpo, tengo la fuerza suficiente para impedir que Ward siga con sus propósitos, y si así yo lo quisiera, podría hablar…pero entonces Atros escucharía mi voz, es lo que él está esperando, que le muestre en dónde me hallo, él me oiría y no puedo permitir que eso pase, no debe tener ese poder sobre mí...tengo que poner a salvo a Nivia —le dijo Nailah, a través del lenguaje de señas, habiendo quedado Lucas muy impactado, puesto que no sabía de la existencia de aquella amenaza que la perseguía.

— ¿Quién es Atros? ¿Por qué no lo habías mencionado antes? —Le preguntó el doctor Martin, muy intrigado.

—Es un ser de los abismos, de las profundidades de los océanos de donde vengo, él necesita de nosotras, tanto de mí como de Nivia, y no he podido decir su nombre hasta este momento porque no puedo enfrentarlo, no aún…—sentenció aquella, con una gran angustia en su cristalina mirada.




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