Eclipse de Mar

Capítulo 16: Luna Mística

CAPÍTULO 16

LUNA MÍSTICA

Muchos años después

La isla de Morelia nunca había sido testigo de una noche como aquella, en donde un antiguo misterio emergía, y con él, renacía una leyenda.

—Bien, yo a este libro lo he visto antes…—dijo Elena mientras trataba de recordarlo— lo dudé, pero ya no, sé que lo he visto… ¡en casa de mi abuela! Pero fue hace tanto tiempo… ¡no puedo creerlo! Yo se lo di al papá de Bastian, luego lo volví a encontrar en su casa y ahora aparece aquí, esto no puede ser, pero entonces… ¿en dónde ha estado durante todos estos años?

—Sé que el profesor Octavio lo recuperó de la biblioteca de la universidad, él me dijo que lo estuvo buscando y que lo necesitaba, me contó sobre el poder que yace en las páginas de este libro, como les he mencionado a ustedes, ahora él no sabe que yo lo tengo, es que tuve que hacerlo, él está metido en asuntos muy oscuros, quiere usar un ritual específico que se halla en sus páginas con unos fines muy turbios, yo se lo he dicho, pero está obsesionado con ella, con la “dama del agua” como él la llama, está convencido de que ella puede acabar con muchas dolencias que padecemos y quiere capturarla, sí, así mismo me lo ha dicho, quiere tenerla para hacer los estudios que tanto ha estado analizando cómo llevarlos a cabo.

—Nos has contado que don Octavio tiene una filmación de aquella noche, tenemos que recuperar ese video…esto es urgente, también debo hablar con mi abuela y preguntarle qué pasó con el libro, porque cuando lo puse en donde estaba, nunca más lo volví a ver, quedó en el ático, estaba oculto y sólo ella sabría qué fue lo que ocurrió, y debo…tengo que hablar con Bastian…tenemos que ayudarlo y detener al profesor —dijo pensativa, mientras Celeste intentaba tranquilizarla.

—Oye amiga, esto es algo muy serio, demasiado diría yo, es algo más allá de todas las aventuras que vivimos de niños, y creo que es como si nos llevara a esa época una vez más, porque es volver al faro, a nuestro amigo Bastian, con quien, por cierto, no hemos sido muy buenos…y no sé cómo nos recibirá, pero te acompañaré…vamos a ir todos a verlo…estoy segura que algo podremos hacer —alegó Celeste, con firmeza.

—Bastian sigue igual, sigue siendo nuestro amigo, ya verán que no ha cambiado mucho…—les contó Mateo— yo sí he estado hablando con él, no como cuando éramos niños, pero lo he visto con más frecuencia que ustedes durante estos últimos años, y no, no te lo había contado antes hermana —le dijo a Celeste, quien se hallaba asombrada— pero es que no sabía si hubieras podido comprenderme, nunca pude alejarme, sentí que cuando más nos necesitó, lo abandonamos, ahora podrá vernos a todos juntos de nuevo, sé que esto sólo lo hará muy feliz, créanme…y me alegra que al fin se pueda dar esta oportunidad, ni siquiera entiendo cómo nos distanciamos tanto…—les dijo Mateo, quien siempre había sido el más apegado a Bastian, tal vez, porque en algunos aspectos, eran muy parecidos.

—Pues… ¡me lo hubieras hecho saber antes hermano!, bueno, ahora ya está, no podemos cambiar las cosas, pero vamos a mejorarlas entonces, yo también lo he extrañado, Bastian ha sido parte de nuestra infancia, él, y el faro, el jardín de flores de su mamá y hasta Luna, me entristece pensar que debe de haber fallecido.

—No, Luna sigue allí, está vieja, pero sigue en su casa, miren, muchas cosas son diferentes, pero no cómo creíamos que serían, así que es mejor ir mañana a verlo, le avisaré antes...—finalizó Mateo.

—Iremos por la tarde, ¿les parece? —Les preguntó Elena— después del trabajo.

—Claro, salimos de la librería y venimos aquí y luego al faro, ya quiero que estemos todos juntos caminando por la playa, sé que suena estúpido con lo que está ocurriendo, pero extraño esos días, quiero que volvamos a ser cómo fuimos antes…voy a preparar panecillos dulces de vainilla y llevaré chocolate —dijo Celeste mientras se dirigía a la puerta del departamento y se despedía de su hermano.

—Ahora necesito dormir, chicas, nos vemos mañana, sí, lleva comida, creo que no he comido en años —dijo Mateo y se despidió, mostrando un rostro muy agotado.

—Yo también lo he extrañado chicos, ¿cómo no hacerlo? ...fuimos tan tontos…—concluyó Elena, quien se marchaba junto a su amiga, la noche sería larga y debían aprovechar el tiempo que tenían para poder descansar y dormir, pues no sabían cuándo podrían volver a hacerlo.

La mañana siguiente en el trabajo fue bastante complicada, hubo que atender nuevos ingresos, y con todo el trabajo, Elena y Celeste se mantuvieron concentradas en sus labores hasta llegada la tarde, aunque fue mejor así, porque con preocuparse no hubieran logrado cambiar las circunstancias.

—Esta mañana bien temprano fui a ver a mi abuela, por eso llegué tarde aquí, y tuve suerte porque estaba en uno de sus días buenos, me dijeron las enfermeras en el Palacio St. Clare para Personas Mayores, tú sabes, ella misma pidió que la llevemos allí porque prefirió estar en un lugar en donde la cuidarían mejor, nos dijo…aunque esto no les gustó para nada a mis tías, ellas todavía quieren que la abuela vuelva a casa…pero bueno, voy al punto, ella me dijo que, en efecto, se trata del mismo libro, el que estaba en la habitación del ático muy bien escondido, de hecho la vi muy alterada cuando se lo relaté, pero es mejor que se los cuente a todos cuando estemos en la casa de Bastian…no sé, la última vez que lo vi, estuvimos muy disgustados, la verdad no siento que seré bienvenida como dijo Mateo, no lo sé amiga…—le confesó a Celeste, quien estaba acomodando su escritorio, apagando la computadora y dejando todo en orden antes de marcharse de la librería.

—Ahora me dejas súper intrigada Elena, sabía que tu abuela iba a saber algo porque ella siempre fue rara…lo siento, pero es así amiga, doña Sara siempre tuvo esas premoniciones o visiones, como ella las solía llamar cuando éramos niños, y me parecía todo muy extraño, creo que por eso tal vez decidió ir al Palacio St. Clare, allí estará alejada del pueblo, allá sobre la colina, entre el paisaje, los jardines y los árboles que tienen en ese lugar, es hermoso, y son muy cuidadosos con los residentes, mis propios abuelos estuvieron allí un tiempo como ya sabes, y fueron felices…ni una sola queja…bueno vamos yendo, porque tengo que pasar antes por la panadería, por los panecillos que encargué y seguimos…—le dijo muy animada.




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