Eclipse de Mar

Capítulo 17: El presagio de Elena

CAPÍTULO 17

EL PRESAGIO DE ELENA

La casa familiar de doña Sara era muy espaciosa, tenía cinco dormitorios, dos en planta baja y el resto en el primer piso, en el segundo piso se hallaban una sala de estar, dos baños, y el estudio, en donde la abuela de Elena tenía su biblioteca personal que contaba con más de siete mil libros, algunos de ediciones muy viejas.

Después de despedir a Celeste, quien le aseguró que esa noche soñaría con su querido amigo Bastian, ya que le había parecido muy atractivo con su nuevo look, entró y subió las escaleras con mucho cuidado, no quiso despertar a sus tías, quienes acostumbraban a dormirse temprano. Se dirigió a su cuarto, se duchó, cepilló sus dientes y se puso su ropa de dormir.

Ya dispuesta a descansar, se recostó, cerró sus ojos, y se colocó sus auriculares, escuchando un poco de sus canciones favoritas en su móvil, recordando cómo había sido el encuentro con Bastian, la hermosa vista desde el faro y la rica cena que él les había brindado. No había sido tan feliz en mucho tiempo. Antes todo lo que sentía era melancolía, una gran tensión y una angustia persistente. Le preocupaba la salud de su abuela. Doña Sara había tenido varias recaídas en cuanto a su estado mental. A lo largo de su compleja vida había padecido de muchas premoniciones. Sus visiones la habían perseguido durante décadas, desde su infancia, ese don con el que había nacido, no había significado más que una tortura. Mucha gente la había acosado, insultado y criticado. Y Elena, padecía ahora de esa sufrida herencia. Sus sueños eran sus propias “visiones”, su abuela lo supo, así, trató de hacerla fuerte desde pequeña, sólo habiendo conseguido que Elena forjara una coraza sobre su corazón, y que se encerrara en su tormento. Entonces, desde entrada su adolescencia, Elena renunció a tener muchos amigos, permaneció reacia a creer en las personas, volviéndose lentamente, esquiva y retraída. Celeste, su mejor amiga, fue la única en la que había decidido confiar. La frágil amistad que tuvo con Mateo terminó por acabarse y todos se fueron alejando de Bastian, luego de que don Octavio lo inscribiera en una prestigiosa escuela afuera de la isla, en el centro de una gran ciudad.

Pero a pesar de todo, Elena era generosa, sus modales, suaves y gentiles, y su temple armonioso la había hecho destacar en sus estudios, pudiendo conseguir sus metas más concretas. Su corazón, dotado de gran sencillez y franqueza, la hicieron siempre muy empática con quienes la rodeaban. Ella había tomado la decisión de ocultar su dolor, de deshacerse de su don, escondiéndolo entre sus pesadillas. Negándose a ir más allá de su propio potencial, y rechazando los anhelos de su alma. En cierta forma, Bastian y Elena eran muy parecidos, sus vidas habían sido quebrantadas desde que eran unos niños, y ambos habían elegido aislarse en su soledad, pudiendo expresarse a través de su arte, ella, escribiendo, él, por medio de su música y de sus pinturas.

Esa noche durmió sin complicaciones, y si bien le pareció muy extraño el no volver a tener pesadillas, se relajó y descansó lo que no había podido en mucho tiempo. Al día siguiente muy temprano, fue nuevamente a visitar a su abuela, y le dijo que en definitiva, el libro ahora se encontraba seguro, que no podía permanecer en el departamento de Mateo por más tiempo, aunque estuviera oculto allí.

—Abuela, ahora que dimos con una solución para la ubicación del libro, ¿puedes decirme si realmente estamos a salvo? De ese ser maligno que tú conoces, el que se menciona en el libro, te enojarás, pero tuve que leer alguna de sus páginas.

—Elena no debiste leer ni una sola de esas páginas, aunque ya van varios que las han leído, el profesor, su hijo, tu amigo Mateo, ahora tú y también lo leyó mi padre, cuando yo era apenas una niña, así es, tu bisabuelo Antonio, quien fue por muchos años capitán de un gran barco, y quien navegó por los océanos durante largos períodos, había robado el libro, y también había secuestrado a Nivia, trayéndola hasta esta misma isla, cuando ella era muy joven, y aún estaba desarrollando sus poderes sanadores, con el propósito de que curase de una terrible enfermedad a tu tío abuelo Enrique, luego de meses en los que ella hizo todo lo que estuvo a su alcance para que mi hermano recuperara su buena salud, un día él despertó completamente sano, el médico de la familia por aquel entonces, nos confirmó que estaba en perfectas condiciones, tu bisabuela, mi madre Isabel, estaba muy feliz, sin embargo, todo esto ocurrió como consecuencia de las acciones erróneas de tu bisabuelo, quien nunca pensó en lo que podría desatarse una vez que hubiera comenzado a usar el libro.

— ¿Qué fue lo que sucedió en esos años abuela? ¿Por qué no me lo habías contado mucho antes? —Le preguntó Elena, quien no tenía conocimiento sobre la existencia de su tío abuelo Enrique, y quien no sabía casi nada sobre sus bisabuelos.

—Lo siento mi niña, es cierto, tienes mucha razón, debí habértelo dicho, pero ahora te contaré una historia que disipará todas tus dudas, especialmente las que tienes sobre ese ente que ves en tus sueños y sobre el que al fin, me has relatado…—le respondió doña Sara, al tanto que tomaba su té y se disponía narrarle toda la verdad a su adorada nieta, a quien por temor, le había ocultado tantas cosas, creyendo que tal vez, ella no heredaría su don.

—Hoy me dirás todo lo que necesito saber abuela, siento que seguimos en peligro, es un presentimiento, algo va a ocurrir…no puedo explicarlo, siempre he sentido cuando estas cosas se acercan, me refiero a cuando algo maligno está rodeándonos…no son mis pesadillas, aunque puede que esté relacionado…tú tienes que ayudarme, no podré seguir sola —le dijo, compartiendo una taza de té para calmar sus nervios.

—Tus sueños tienen mucho que ver con lo que sientes Elena, y hoy vas a conocer cuál es la razón…—continuó— cuando yo era niña, mi hermano Enrique ya estaba en su juventud, y había caído muy enfermo, su dolencia lo mantenía débil casi todo el tiempo, no podía moverse como hubiera querido, el simple hecho de caminar lo fatigaba, a veces le faltaba el aire, se quejaba de terribles jaquecas, por las noches padecía de una constante fiebre, de dolores estomacales, y en los músculos, en pocos meses su estado se agravó tanto, que ya casi no podía ingerir ningún alimento. Así, comenzó a perder peso rápidamente, mis padres estaban muy angustiados, tu bisabuelo Antonio vio cómo su esposa comenzaba a enfermar también, por la profunda tristeza que la invadió. Isabel, tu bisabuela, nos amaba, ella hubiera dado su vida por vernos felices y con buena salud, entonces tu bisabuelo tomó una drástica decisión. Se marchó, buscó médicos y expertos en enfermedades raras, nadie pudo darle respuestas, entonces un rumor hizo crecer la obsesión en él, por hallar una isla que se consideraba lejana por aquel tiempo, sin la tecnología actual, en donde habitaba una joven especial, una sóla persona le contó sobre Nivia. No sé quién fue, mi padre nunca lo dijo, pero fue suficiente esperanza para arriesgarse. Fue entonces a esa isla, allí conoció a Nivia y la trajo, no nos dijo mucho más que eso, y ella comenzó a curar a mi hermano, Enrique, quien tenía casi la misma edad que ella, pronto se enamoraron, pero tu bisabuelo los reprendió a ambos severamente al enterarse, y les prohibió acercarse el uno al otro. Fueron años muy amargos, los inviernos crudos y las nevadas detuvieron gran parte de la economía de la isla, muchas familias quedaron sin nada, no tenían qué comer, sin embargo, tu bisabuelo se aseguró de que a nosotros no nos faltara nada. Nivia y Enrique se vieron a escondidas, yo los ayudaba siempre, ella fue mi amiga, mi hermana, y fue la única que realmente entendió mi don, y me enseñó a mejorarlo. Mi madre jamás aceptó mi condición, ella anhelaba una hija normal, que aprendiera arte y formara su propia familia algún día. En primavera, mi padre los volvió a ver juntos, y en una noche, todo pasó. Aún existen recuerdos que están perdidos en mi mente mi niña, no puedo traerlos, están mezclados, sólo en algunos sueños he logrado ver partes de ellos, y por eso puedo contarte esto, pero no cómo yo lo hubiera querido, necesité ver más allá quelas sombras de ese pasado distante, pero eso nunca pasó. Luego de esa fatídica noche, hubo un incendio, nuestra casa no era en la que creciste, estaba muy cerca de la playa, más precisamente en el mismo sitio en donde años más tarde se construyó una cabaña y un faro. Recuerdo que desperté en un hospital, y que me llevaron a un convento, luego de algunos meses, una familia me acogió y me crió, y mucho más adelante, conocí a tu abuelo, nos casamos, tuvimos a nuestra familia, a tus tías,…y a tu mamá, a quien llamé Isabel, mi primogénita, su partida quebró mi alma, no puedo contarte ahora sobre lo que les pasó a tus padres…pero sí, que ese ente que has visto en tus pesadillas, tiene un nombre, es Atros, y te ha venido persiguiendo desde que descubrió que habías heredado mi don. Él te conoce, puede leer lo que siente tu corazón a través de tus sueños, esa es tu debilidad, lo que él puede ver, pero yo te enseñaré a que puedas ocultarte, a que ya no dejes que te encuentre. Atros no soporta algo que sabe sobre ti mi querida niña, y es que ha reconocido al fin, que existe alguien que puede destruirlo, eres tú…tus habilidades son muy superiores a las mías, tú puedes vencer su dominio sobre esta tierra…porque sólo tú puedes hallar su rastro. Atros lo sabe, y por esa razón ahora te busca, antes estaba débil, pero con la reaparición del libro y la presencia de Nivia, se ha fortalecido. Tendrás que buscarlo…debes enfrentarlo, es la única manera de derrotarlo, regresa mañana, sé lo que hay que hacer —anunció con convicción.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.