Eclipse de Mar

Capítulo 19: La luz entre las sombras

CAPÍTULO 19

LA LUZ ENTRE LAS SOMBRAS

—Abuela, no me preguntes cómo me fue con Bastian, puedo decirte que vi al profesor, y me prometió que no va a seguir insistiendo en el tema del libro, me dijo que está concentrado en otros estudios…es lo único que diré sobre anoche.

—Pero mi niña, te dije que ese chico siempre fue problemático, desde pequeño, su pobre madre hizo todo lo que pudo, al igual que su padre, pero pienso que la pronta partida de doña Carmen lo afectó demasiado, te confieso que cuando lo volví a ver al profesor, en los días en que aún iba al gimnasio a mis clases de yoga, no lo reconocí, estaba tan cambiado, su rostro ha envejecido tanto, y sus ojos perdieron toda su luz, ese hombre me da pena, y a la vez, me disgusta mucho su comportamiento, no te fíes de él Elena, creo que no dejará todo así tan fácil…siento que todavía conserva mucho rencor en su corazón.

—Pienso lo mismo abuela, don Octavio me sorprendió con sus palabras, y sé muy bien que no es posible que abandone su obsesión de la noche a la mañana…esperemos a ver qué pasa, yo, por lo pronto, no iré más a esa casa, el libro está bajo protección segura…no he soñado con Atros en estos últimos días, de hecho, ni siquiera siento su presencia en mis pensamientos, como antes, quiero creer que todo se ha calmado…que estando guardado el libro, esa oscuridad se irá disipando…no creo que sea necesario realizar la invocación…o es porque quieres ver a Nivia, me has dicho que la extrañas…me imagino cómo habrá sido conocer a un ser de su naturaleza, habrás vivido una época mágica y sublime….—entonces doña Sara la interrumpió.

—Mi niña, no es así, debemos llevar a cabo el llamado, Nivia tiene que hacer presencia, y es porque Atros se está ocultando de ti, algo no está bien, no puedo saberlo con precisión, pero no me gusta, siento que las cosas no se calmarán…la oscuridad siempre está entre nosotros Elena, hay que saber verla, y también hay que aprender a enfrentarla, porque aquella no podría existir sin la luz, y la tuya es más fuerte que las sombras en las que Atros habita. Ahora presta mucha atención a lo que te diré…—continuó con gran seriedad— en tus sueños, cuando lo veas, sólo estarás contemplando su esencia, pero él puede adquirir un cuerpo físico, y es lo que está buscando, porque ya no podrás hallarlo, entonces sus poderes se incrementarán, esto me lo ha contado Nivia. Anoche, no sé cómo, pero he soñado con la noche del incendio en la antigua casa de mis padres, y ahora he visto lo que antes estuvo oculto en mi mente durante tantos años…te lo contaré todo…exactamente cómo sucedieron aquellos sucesos en los años de mi niñez. Cuando tu bisabuelo Antonio arribó a la isla, había traído a esta jovencita tan hermosa, que nunca quiso que saliera de la casa, mucho menos que se acercara al pueblo, nadie debía verla, nos dijo. Nivia poseía una belleza etérea, y la suavidad con la que nos trató, hizo que mi hermano Enrique rápidamente la adorara, ella calmaba sus nervios y se aseguraba de que mejorara con el paso de los meses, mi padre vio esto y le causó muchos celos, porque él siempre tuvo una extraña obsesión con ella. La cuidó, le compró preciosos vestidos, la alimentó bien, la hizo estudiar sobre la isla, sobre el mundo, mi madre la llegó a querer como si fuera una hija suya, tal fue el apego que todos tuvimos con ella, que nunca nos imaginamos que Nivia debía algún día, volver a su tierra. Esa fue la promesa que le hizo mi padre, le dijo que una vez mi hermano se hubiera curado de su terrible enfermedad, él la regresaría a su hogar. Ella, en su inocencia, le creyó, pero tu bisabuelo Antonio no tenía ningún plan en devolverla, él ansiaba que Nivia permaneciera con nosotros, encerrada eternamente en la casa. Enrique pronto supo de las intenciones de mi padre, y no quiso que ese fuera el destino de Nivia, él quiso liberarla, así, un día, tomamos el libro, mi padre lo escondía en su estudio, pero lo encontramos, lo leímos, y supimos cómo podría ser liberada. Ella debía terminar la sanación del ser vivo al que estuviera enlazada, y luego podría tomar la decisión de quedarse en su forma humana, o de retornar al océano, esa elección se debía dar durante el eclipse de mar, que tendría lugar en el alba siguiente a la noche de la luna roja, y en ese momento, en el que la promesa del pacto entre los que estuvieran bajo su sanación se concretara, ella dejaría de estar comprometida con nosotros, pero esto no significó que ella se apartara para siempre de nuestro lado, la conexión sería eterna, es por eso que mi don se pudo seguir desarrollando, como lo hará el tuyo también. Quería que esto quedara bien claro mi niña, porque si las cosas vuelven a ensombrecerse, deberás tener pleno conocimiento sobre lo que te estoy narrando...—hizo una pausa, tomó un poco de agua, mientras Elena la escuchaba muy atenta, y continuó— durante la noche del incendio…mi padre enloqueció, estaba frenético, supo que habíamos hallado el libro, que lo habíamos leído, supo también, que Enrique pensaba liberar a Nivia, y esto lo enfureció a tal magnitud, que su mente perdió toda lucidez en sus actos. Así, emprendió el trayecto hacia la playa, en donde estábamos nosotros tres, mi madre, sin poder convencerlo, y habiendo permanecido en la casa, hizo lo que pudo para detenerlo, pero él la golpeó y la dejó inconsciente. En poco tiempo, estuvo frente a nuestros ojos, impávidos, no supimos qué hacer…entonces Enrique, decidido, hizo el ritual de liberación, y le dijo la promesa, yo asentí, Nivia nos tomó de las manos y nos hizo una bendición…mi padre, en su ira, y habiendo presenciado la escena, sin habernos detenido, sólo se quedó quieto, observándonos, pero no se detuvo en sus objetivos…entonces se abalanzó sobre Enrique y lo derribó, lo siguiente que recuerdo fue que mi hermano yacía inmóvil en la playa, estaba muerto…mi propio padre lo había asfixiado…Nivia no había podido impedirlo, porque él la había empapado en agua dulce. Ella estaba recostada, inconsciente, y yo estaba paralizada. Mi padre se los llevó, arrastrando a Enrique hacia la casa, que no estaba lejos, y luego volvió por Nivia, mis intentos por salvarla fueron inútiles, me ató y me dejó allí…pero ya no volvió por mí. Como pude, logré desatarme, corrí hacia la casa, el incendio ya se había propagado, y mi padre, encolerizado, gritaba frases sin sentido. Me dijo lo que había sucedido con mi madre, maldecía y caminaba de un lado hacia el otro del patio, en donde había puesto sobre la hierba, al cuerpo de Nivia, la creí muerta, que él había hecho lo mismo con ella, que con mi pobre hermano…pero no fue así. Nivia abrió sus ojos, se incorporó y allí, a unos pocos metros de mi padre, sin acercarse, hizo que él se desplomara, en un instante, corrí hacia tu bisabuelo, su corazón ya no latía. Nivia me miró, me abrazó, secó mis lágrimas y se alejó hacia la playa. La seguí, dejando atrás el fuego que consumía la casa, estaba aterrada, tenía tantos sentimientos en mi alma que no supe cómo reaccionar… ¡mi madre y mi padre habían muerto! ¡Mi hermano había muerto! ¡Estaban envueltos en aquellas feroces llamas! ¿Qué podía yo hacer? Tenía once años, era una niña…no pude hacer nada…luego vi a Nivia, quien se paró frente a mí, y lloró con una tristeza que hizo ecos en mi corazón. Sentí su dolor, todo ese sufrimiento y esa angustia que cargaba, todo ese pesar en su ser, sentí la aflicción que la había hecho prisionera de esa oscuridad…supe que la destruiría, ella no podía seguir así ni un momento más, así que la abracé, y le dije que se marchara, que la promesa nunca se había roto, que era libre, que regresara a su hogar, que no existía ninguna deuda conmigo, que dejara de protegerme…que siempre estaríamos unidas…ese lazo entre nosotras sería eterno…y así lo fue. Ella me ha estado cuidando a pesar de estar tan lejos, ella ha estado resguardando a nuestra familia, aunque fuera muy difícil de entender…cuando tus padres sufrieron el accidente en la ruta que los apartó de mi lado, tú no habías siquiera nacido, como te contaron tus tías, pero lo que no sabes, es que Isabel, tu madre, vivió unas horas en el hospital, y pudo decirme, entre lágrimas, que había visto a una mujer, muy pálida, de largos cabellos y ojos cristalinos, tomarla en sus brazos y acompañarla hasta que la ambulancia hubo llegado al lugar en donde habían chocado con otro auto, en esa fría noche de intensas nevadas. Ella no la dejó sola ni un solo instante, y así, pudiste nacer, los médicos pudieron salvarte, pero Nivia hizo posible que eso ocurriera…tú debías estar aquí, yo no lo entendí, hasta que ella me lo hizo saber…en mis sueños, algunos años después, cuando comencé a tener mis premoniciones y mis visiones, entonces supe que debía ayudar, a la gente, y muchos acudieron a mí, para aliviar sus espíritus, y lo hice, los ayudé a todos, también hubieron personas quienes me juzgaron injustamente, me acosaron, me amenazaron, y a nuestra familia…esos fueron tiempos de mucha maldad…entonces deseé con todas mis fuerzas que tú no heredaras mi don, que en ti no se despertara, aunque sabía muy en mi interior, que si Nivia te había salvado, había sido por una razón muy importante. Los años pasaron y un día me contaste de tus primeras pesadillas, allí mi corazón volvió a estremecerse, como en esa noche del incendio…pues supe que no podría hacer nada, rogué que esos sueños raros desaparecieran, abrí el libro y encontré una forma, una oración de clausura, para que aquellos que estuvieran enlazados a un ser como Nivia, pudieran quebrar su vínculo, y efectué el proceso, pero no dio resultado…tu lazo con ella es muy resistente. Años más tarde, volviste a tener esas mismas pesadillas, por eso sé que volverán, aunque esta vez, serás más fuerte que antes, y Atros no tendrá poder sobre ti ni te volverá a atormentar. Cuando Nivia esté frente a ti, lo sabrás mi niña, la razón por la que debo llamarla una vez más, ella podrá devolverte la luz que Atros te ha estado arrebatando a través de esos sueños. El libro tiene un sinfín de ritos ocultos entre sus páginas, posee muchas verdades, muchos encantamientos, así como alberga el secreto para derrotar a Atros, que está escrito para ti, yo no pude hacerlo, ese ritual, Nivia lo conoce, pero no puede llevarlo a cabo sin un ser conectado a ella, por eso es que necesitará de tu ayuda…—finalizó exhausta, y se recostó así, sobre su cama, al tanto que Elena se sentaba junto a ella, en una silla que daba con un gran ventanal muy luminoso. La habitación quedó en silencio por un par de minutos. Elena estaba haciendo todo el esfuerzo posible para asimilar lo que su abuela le había dicho, y para aceptar que su vida no podía ser más complicada de lo que ya era hasta ese día.




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