Eclipse de Mar

Capítulo 20: Augusto

CAPÍTULO 20

AUGUSTO

El encuentro acertado

—Abuela… ¿tú crees en Dios? —Le preguntó Elena, mientras bajaban por las escaleras que dan al sótano del convento, y que daba a una gran sala oval.

—Por supuesto que creo en Dios mi niña…—le respondió ella deteniéndose y viéndola a los ojos.

— ¿Pero te ha quitado a tu hija?... ¿cómo puedes seguir creyendo?

—Dios no me ha quitado a mi Isabel, ha sido el infortunio de nuestra familia por haberle hecho un mal a un ser tan especial, que confió con todo su corazón en alguien que lo traicionaría, como lo hizo tu bisabuelo Antonio mi niña…y no, si piensas que esto es un castigo, no lo es, es la consecuencia de nuestros actos, y en mi caso, de los que puedo hacer ahora para devolver la paz a todas las almas que han sufrido sin poder haber evitado lo que aconteció, como mi madre y mi hermano Enrique, quien amó con toda su alma, quienes hicieron lo que pudieron.

—Entiendo abuela, pero míranos…estamos en esta oscuridad…sin embargo, nos levantamos, comemos, reímos, vamos al trabajo, tú aquí sigues con tu vida…las tías que no sabrán sobre estos asuntos porque ellas han decidido no creer ni siquiera en tu don…sé y lo digo con firmeza que acepto lo que sucede, pero es muy doloroso, todavía tengo que acudir a la recepción de la graduación de mis estudios, con Celeste tenemos planeado festejar nuestros logros…y ahora todo esto se nos ha venido encima.

—Mi querida y dulce Elena, podrás hacer todas esas cosas, ir a tu graduación, estar con tus amigos, celebrar tu vida…y al mismo tiempo, podrás afrontar a esta oscuridad…porque Dios da las batallas más difíciles a sus mejores guerreros, es algo que tu madre solía decirme cuando le contaba sobre mis visiones, de todas mis hijas, siempre fue la única que me comprendió, que no dudó, y que tuvo fe. Tú tienes la fuerza para hacer todo lo que decidas hacer, ahora es muy difícil entender, y poder verlo de esta manera, pero es así como sucederá, si ya has llegado hasta aquí… ¿acaso crees que algo podría detenerte? ¿O vencer tu fe? No, y lo sabes, lo has dicho, entonces no dudes, regresa a tus propias palabras, aquellas que me dijiste hace poco, esa eres tú, eres tu propia fortaleza…—le dijo sosteniendo el libro y ubicándose en una página en particular— aquí está el rito, lo vamos a leer en voz alta y luego nos iremos, Nivia no aparecerá esta misma noche, esto toma su tiempo, Mateo lo debe saber bien, él habrá tenido que aguardar aquella vez que junto al profesor Octavio, la invocaron, tal vez tuvieron que repetir varias veces este llamado.

—Entonces… ¿cómo sabremos cuando ella esté aquí? ¿Crees que Dios sabe que estos seres existen? A veces me siento muy confundida abuela… ¿cómo pueden existir seres como Nivia? Y nadie lo sabe, somos tan pocos los que los conocemos.

—Claro que Dios lo sabe mi niña, son parte de este universo que es el nuestro… ¿puedes ver el aire que respiras?, ¿puedes ver con tus ojos al amor?, ¿puedes explicar por qué la lluvia te hace sentir feliz? Puedes, pero sabes que no es la explicación verdadera…porque estas cosas no se pueden ver ni sentir con el cuerpo, sino con nuestra alma. La decisión de creer o no, es tu propia elección. Yo creo en mí misma, sé que, aún siendo vieja y débil, mi alma no lo es, y allí reside mi fe.

—Las tías no debieron apartarme de ti abuela, debieron tener más paciencia contigo…me duele el no poder contar con ellas…ahora dime, antes de devolver el libro a su refugio, ¿en dónde está escrito ese ritual que habla sobre las debilidades de Atros? Porque pienso que debe indicar algo parecido, ya que sabiendo cuál es su punto débil, se podrá saber cómo vencerlo.

—Atros es un dios de los abismos, es un misterio en sí mismo Elena, y lo peor, es que debo hacerte una confesión…cuando mi hermano y yo leímos este libro, tratamos de encontrarlo, a ese ritual, dado que Nivia nos relató sobre este ser siniestro y sobre sus intenciones para con los seres místicos de los océanos…y está aquí…—le dijo señalándole una página— como puedes ver, está escrito en una lengua que no se puede descifrar, ni siquiera Nivia la conoce. Enrique buscó arduamente, en muchos libros antiguos, pero jamás dio con la traducción…es probable que ahora, en estos tiempos, hayan otras formas de descubrirlo…y creo que sí vamos a tener que hacer parte de este asunto a tus tías, no estoy diciendo que en la librería haya algún libro que tenga información sobre esta lengua extraña, pero sí sé que ellas conocen a este profesor…una vez me lo habían nombrado en la casa, hace un par de años, se llama…déjame recordarlo…su nombre es Augusto Alba, él conoce de lenguas muy antiguas, es un especialista en estos temas, deberás preguntarles a tus tías…diles que es por algo que estás escribiendo, no les menciones nada más, se mostrarán renuentes contigo y serán muy esquivas, ellas también han pasado por mucho dolor, es mejor que las involucremos lo menos posible.

—Muy bien, les preguntaré por ese señor, pero…no quiero que nadie más se vea envuelto en esto abuela, seré lo más breve y concreta con este hombre, trataré de que lea lo suficiente y ni una página más —le dijo, al tanto que le tomaba una fotografía con su móvil a dichas líneas.

—Ahora ve y descansa mi niña querida, estamos haciendo todo lo que podemos, sabrás cuando esté aquí, recuerda tu lazo con ella. Nivia te ayudará a hallar esas respuestas que yo no puedo darte, para poder enviar de regreso a ese ser oscuro al lugar de donde vino, lo que puedo enseñarte, antes de nos despidamos por esta noche, es que puedes evitar volver a encontrar a Atros en tus sueños, si llegase a resurgir en tu mente, lo que tienes que hacer es olvidar su nombre, te preguntarás cómo hacerlo…Nivia me dijo que existe una forma, debes repetir el nombre de ella en su lugar…así, lo único que verás y sentirás es luz a tu alrededor, entonces cada vez que esa sombra aparezca, piensa en ella, y se difuminará de tus pensamientos—le relató, guardando el libro en uno de los estantes que estaban ubicados en la sala de papiros antiguos del sótano.




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