Eclipse de Mar

Capítulo 21: La verdad se muestra

CAPÍTULO 21

LA VERDAD SIEMPRE SE MUESTRA

Amelia y Josefina eran gemelas. Las tías de Elena tenían una sociedad con el dueño de la librería en donde ella y Celeste trabajaban. Así, se encargaban de los libros que provenían del exterior. Contaban con varios proveedores que les proporcionaban las mejores colecciones, y también manejaban un negocio de antigüedades en la planta baja de la casa de doña Sara.

Amaban su trabajo y les encantaba todo lo relacionado con el arte y con la cultura de la isla. Habían conocido al profesor Augusto porque necesitaron que les realizara la traducción de algunas poesías griegas y de unos escritos en latín, para una exposición en la galería del pueblo.

—Hola tías, ya estoy en casa…—dijo Elena, al entrar, y se sentó en uno de los sillones de la sala, tratando de pensar qué iba a responderle a Bastian.

—Elena, hija… ¿cómo te fue en la librería?, ¿todo bien? Has llegado un poco tarde, ya sabes cómo es Josefina, se preocupó —le dijo Amelia, mientras continuaba preparando la cena desde la cocina.

—Es que pasé por la casa del profesor Alba, me había olvidado que una biblioteca funciona allí, nunca había ido antes, y le dejé una copia del escrito que estoy necesitando para mi tesis.

—Muy bien, y dime querida… ¿ya tienen fecha para la graduación? —Preguntó Amelia, quien ansiaba que llegase la noche del baile para poder acompañar a su sobrina en todos los preparativos previos.

—Pero tía, hay muchos que todavía no hemos terminado con el trabajo final, aunque desde la universidad se anunció que será este mediado de mes.

—Bueno, tenemos que ver el vestido y el arreglo para tu cabello, los zapatos, el maquillaje, hay mucho que hacer… ¿has decidido con quién irás?

—No he decidido nada tía, no sé si iré…mi único deseo es terminar mis estudios, sólo me falta presentar la tesis.

—Bueno hija, pero es que tu tía Josefina me ha estado haciendo muchas preguntas… desde que tú y tus amigos volvieron a ver al chico que vive en el faro, Bastian, y me ha cuestionado si te presentarías con él, es muy curiosa, ya la conoces bien, por mi parte, te apoyaré en lo que decidas Elena —le dijo Amelia, y luego se puso a preparar la mesa en el comedor, esa noche había cocinado un estofado con tallarines y había horneado un budín de coco cuyo aroma inundó toda la cocina.

— ¿De qué están hablando ustedes dos allá abajo? —Gritó Josefina desde la planta alta.

— ¡De la noche de la graduación! Ya está la comida, no se quejen si se enfría mi estofado…mejor será que se sienten y comiencen a comer…—les dijo Amelia, quien ya había puesto el nuevo mantel bordado, creación de su hermana, a la vez que colocaba las servilletas y la jarra del jugo sobre la mesa ovalada de caoba.

— ¡Esto se ve exquisito! Eres una magnífica cocinera hermana —comentó Josefina, al ver los platos servidos— y mi mantel se ve hermoso…este año voy a bordar unos cuantos más para la Navidad —Josefina adoraba la época navideña y de fin de año, poniendo todo su entusiasmo en las decoraciones y preparativos para esas fechas.

Durante toda la cena, las hermanas continuaron mencionando la tan esperada ceremonia de graduación, y cuánto ansiaban que llegase esa noche. Elena permaneció callada, pues estaba concentrada en muchas cosas, por un lado, debía dar término a su trabajo de tesis, y por otro, tenía que lidiar con el suspenso que significaba estar en alerta por si volvía a tener los sueños oscuros, además de que toda la fantasía mitológica que la vinculaba con Nivia y la existencia de las nereidas como seres místicos de los océanos, habían comenzado a aturdirla, y a aislarla del mundo “más real” en el que ella convivía todos los días. Y ahora se había agregado a sus pensamientos, aquel mensaje de Bastian, al que quería responder, porque deseaba verlo, pero al mismo tiempo, no quería iniciar una discusión con él que no tuviera un buen desenlace. Elena sabía que ella no estaba dispuesta a seguir ningún juego, ya había leído muchas novelas románticas, y no iba a ser una víctima de esos roles en donde hay terceros incluidos en una relación que sería, de hecho, anormal y frustrante.

Una vez que sus tías fueron a sus dormitorios a descansar, Elena se dispuso a acostarse, estaba agobiada, estresada y desilusionada. Sin embargo, un nuevo mensaje la despertó, cuando ya había cerrado los ojos, recostada en su cama, e intentando no pensar en recuerdos ni en emociones enfrentadas.

“Elena, sé que has leído, tenemos que hablar, te pido una vez más que nos veamos. Dime dónde y cuándo, es necesario hablar”. Entonces, decidió que debía sacarse las dudas que envolvían a su corazón sobre lo sucedido en la noche de la tormenta.

“Mañana, a las 18 en el café de la librería. Si no llegas a tiempo, me iré”. Fue lo único que escribió antes de enviar el mensaje.

Si bien no tuvo pesadillas, Elena no pudo dormir como hubiera querido, se sintió muy tensionada y oprimida por su mente, pues ella no dejaba de pensar nunca, uno tras otro escenario recorría los laberintos de sus angustias y emociones.

Al día siguiente, comentó sobre el encuentro a Celeste, quien le hizo un gesto de negación, que fue rotundo.

—No sé amiga, no sé si debas verlo…bueno yo estoy conociendo a alguien, y debí decírtelo antes tal vez, pero no sabía cómo iba a resultar la cita, fue muy bien para mi completo asombro…y ahora tengo un millón de cosas para contarte…lo primero, es que estoy viendo al hermano de la ex de Bastian, vinieron juntos…por favor no lo veas como una traición hacia ti, es un buen muchacho, y me ha dado mucha información sobre Kat…ya te lo contaré cuando tengamos un par de horas libres…es mucho para que lo asimiles ahora…pero debo decírtelo todo, pues no creo que Bastian te lo pueda contar mejor que yo…—le dijo reprochándose el porqué no le había sido sincera a Elena con anterioridad.




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