Eclipse de Mar

Capítulo 23: Ten fe en tus convicciones

CAPÍTULO 23

TEN FE EN TUS CONVICCIONES

—Profesor, tengo que ir a esa isla, a Alcalia, tengo que hallar esa flor, ya le he dicho demasiado…no puedo ponerlo en riesgo, esto es algo que concierne a mi familia, durante años, desde mis antepasados, llevamos este secreto guardado entre mi abuela, mi madre y yo, mis tías no lo saben, no lo han heredado, a este don que le he descrito, por eso debo resolverlo yo sola…—le dijo Elena, nuevamente guardando en su bolso, la carpeta que contenía la traducción.

—Este lenguaje es ancestral, me costó el esfuerzo de largas horas el poder descubrirlo, pero lo pude hacer con prontitud porque me ha fascinado…ahora usted no irá sola a ese lugar Elena, iremos juntos —le dijo él, muy concluyente en sus palabras.

—Pero usted no tiene porqué hacerse cargo de algo tan arriesgado profesor, ni siquiera me conoce, no tiene ninguna obligación conmigo…—pero él la interrumpió.

—A partir del momento en el que me hice cargo de esa traducción, asumí la responsabilidad de protegerla a usted de lo que esas líneas implican…esa lengua es un derivado del griego antiguo, en conjunto con otros dialectos de extrema rareza, no la dejaré sola…averiguaremos cómo llegar y partiremos lo más pronto posible…—reafirmó, estando muy consciente de los peligros con los que tendrían que cruzarse.

—Pediré unos días de licencia por mi trabajo de tesis en la librería, así podremos realizar el viaje hasta la isla de Alcalia y terminar con esto de una vez, no sé cómo podremos hallar esa flor, pero encontraremos la manera…no hay más opciones y es lo que se debe hacer…no sé cómo agradecerle profesor…esto no tiene que ser así, pero si es su decisión, y es invaluable para mí, de hecho, nunca antes me ofrecieron una ayuda tan espontánea como lo ha hecho usted—le dijo Elena, muy conmovida por la osadía y la valentía de él.

—No soy un hombre temeroso Elena, he vivido mucho más de lo que usted se podría imaginar, y he atravesado por varios infiernos…ahora la llevaré a su casa, tiene que descansar, pero puede llamarme cuando sea, a cualquier hora, esta travesía es lo que tanto he estado aguardando…y el poder brindar mi ayuda en estas circunstancias extraordinarias, es mi fortuna, mañana mismo le haré saber cómo iremos a esa isla, y por favor dígame Augusto —le expresó con sencillez y con la más absoluta convicción en su determinación.

—Muy bien Augusto, esta noche descansemos, porque el viaje será muy largo…—agregó Elena, sabiendo ahora que Nivia estaba cerca de ella, y que la estaba protegiendo, aún débil, aunque pronto recuperaría su esplendor.

Elena durmió como si hubiera colapsado sobre ella todo el peso de los acontecimientos, y no volvió a ver a Atros. A la mañana siguiente, solicitó al dueño de la librería unos días de licencia por sus estudios, explicándole sobre su trabajo final de tesis, y luego contó a sus tías que iba a tomarse esa semana para terminar su investigación antes de la graduación, y que tendría que realizar un viaje para concluir con su labor. Amelia se mostró inquieta, en cambio, Josefina la alentó a disfrutar del viaje, y a que, de paso, le trajera unos cuantos recuerdos y una que otra artesanía propia de la tierra que conocería, pues Elena, ocultando su verdadero destino, les dijo que iría a Kayah, una isla no muy distante, y muy turística por su cultura popular entre los estudiantes de las universidades.

Esa misma mañana, recibió una llamada de Augusto, informándole así, que había conseguido una forma de ir hacia Alcalia, que se preparara, que partirían esa misma noche.

Todo fue muy apresurado, Elena no tuvo tiempo siquiera de hablar con su abuela, aunque dadas las condiciones de la lenta mejoría en su salud, creyó que sería mejor no comentarle sobre la travesía que llevaría a cabo.

Esa mañana, en la librería, no le había dicho nada a Celeste, para no asustarla, porque sabía que ella no querría que hiciera tal viaje. Sin embargo, antes de ir a la casa del profesor, puesto que habían decidido reunirse allí, para evitar conflictos con sus tías y que descubrieran la verdad, Elena pensó que sería correcto llamar a su amiga para explicarle mejor las cosas.

—Celeste, no tengo mucho tiempo, hoy no hemos hablado mucho, te dije que era debido a que estaría dedicada a mi trabajo de tesis en el archivo de la computadora, pero no fue por esa razón, haré un viaje, me marcho esta misma noche, no puedo decirte mucho más, pero por favor entiende...no es fácil, es algo que debo hacer —Elena no quiso decirle que iría a la isla de Kayah porque no quiso mentirle, no podría, no a ella.

—Elena me has dicho que no te interrumpiera…bueno, entiendo, pero me preocupa este cambio tan repentino… ¿viajarás con alguien? Supongo que será así, no te preguntaré con quién, ni la verdadera causa de este viaje, porque sé que es seguro que tiene que ver con todo este tema de tus pesadillas y de los seres místicos sobre los que te ha relatado tu abuela, está bien…sólo te diré que estaré muy, pero muy preocupada, y que esperaré que regreses pronto… ¡regresa pronto!, ¿me has oído bien? A salvo y entera…todavía tenemos que ir a la noche de la graduación…—le dijo Celeste, entre risas y sollozos del otro lado del teléfono, pues intuía que su amiga se estaba aventurando en un asunto muy serio y riesgoso.

Eran las ocho de la noche, la casa estaba silenciosa y lucía descolorida. El clima iba a ser bastante frío, se anunciaban lluvias moderadas, y en la sala, las tías de Elena se preparaban para desearle un buen viaje.

—Hija, ten mucho cuidado, este viaje ha sido tan imprevisto, van en buque, que considero es mucho mejor que ir en avión, pero sé precavida, en todo, con la gente, con otros estudiantes, y llámanos al llegar a Kayah…—le dijo Amelia, quien pensaba que irían por unos tres días, aunque Elena no sabía por cuánto tiempo estarían en Alcalia.




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