Eclipse de Mar

Capítulo 27: Vuelta a casa

CAPÍTULO 27

VUELTA A CASA

Sanando viejas heridas

Elena pudo observar desde la avioneta, las copas de los árboles de la isla de Morelia, así como las verdes colinas y las calles del pueblo, mientras Marco hablaba con Augusto, quien le contaba cómo había resultado todo en Alcalia. Una vez que aterrizaron, ambos amigos se despidieron y concordaron reunirse en otra oportunidad para continuar contándose anécdotas sobre aquella travesía.

Entonces, fueron hacia la entrada del puerto, en donde advirtieron que había unos pocos buques y casi nada de gente. Habían arribado sobre la madrugada, y las tiendas y municipios aún no abrían.

Pronto, Elena llamó a sus tías, quienes le habían dejado numerosos mensajes en su celular, además de que vio todas las llamadas perdidas desde su casa.

—Las llamé como me pidieron…pero después en la montaña me fue imposible comunicarme, así que deben estar muy alteradas, será mejor que espere el bus Augusto, tú ve en el auto —le dijo a aquel, quien, en ese preciso momento, había conseguido un taxi que pasaba por la zona.

— ¿Estás segura? Puedo acercarte, no es necesario que te quedes aquí sola, es muy temprano y el bus tardará en llegar al menos una media hora.

—Es cierto, iré contigo, pero me bajaré una cuadra antes, ya mismo les estoy avisando a mis tías que he vuelto y que voy a casa, espero tener buena señal a estas horas y que les llegue el mensaje —respondió ella, quien, al subir al vehículo, cerró sus ojos para descansar durante el trayecto, el puerto estaba bastante lejos de su casa. Al llegar, Augusto la despertó, ella estaba muy agotada.

—Me he dormido…discúlpame, este viaje me ha dejado exhausta y todavía me duelen los pies a causa de la caminata al subir esas colinas para llegar al pueblo…hoy voy a tomarme el día para dormir, pero prometo que mañana te llamo, si quieres charlar, o si te ha quedado alguna inquietud…me has dicho en la avioneta que pudiste hablar con el doctor Lucas, quien pienso debería tener muchos años más de los que aparentaba, en realidad todos en Alcalia lucían más jóvenes, a excepción del papá de Nivia, pero era evidente que su sufrimiento le había afectado mucho, bien, estoy hablando de más, debo entrar a la casa y explicar a mis tías sobre el viaje y sobre las llamadas perdidas y los mensajes que no pude responder, así que me contarás respecto a todo esto mañana…—le dijo a Augusto, ya sujetando su mochila y preparándose para bajar del taxi.

—Claro, tendremos tiempo para charlar Elena, puedo adelantarte que el doctor Lucas fue parte del barco del capitán Bennett, me lo dijo con lujo de detalles, así conoció a la tripulación del SaltWater, tuvo grandes amigos allí, pero luego se despidieron y cada uno siguió con su vida, en cambio, él permaneció al lado de Nailah, cuando decidieron regresar a Alcalia.

—Veo que has traído el cuaderno de la bitácora del barco…—agregó ella, viendo que el profesor sostenía el libro envuelto en una bolsa junto con otras cosas que le habían obsequiado en la isla.

—Sí, quise dárselo al doctor Lucas, pero me dijo que él había escrito un diario que guardaba, y que era mejor que yo trajera a la biblioteca esa bitácora, por supuesto que no se la mostraré a nadie, será parte de mi colección de libros misteriosos.

—Me parece lo más indicado Augusto…nos hablamos mañana…tú también descansa —entones lo abrazó y se despidieron.

El profesor pidió al chofer del taxi que continuara, dándole la dirección de su casa. Cuando pasaron por el frente del hogar de Elena, pudo advertir a sus tías, quienes la estaban esperando en la puerta.

Desde ese día, y en los que siguieron, Elena y Augusto se reunieron en cada oportunidad que tuvieron, ya sea una vez que ella hubo regresado a la librería, compartiendo charlas en la cafetería, o dando caminatas en la playa de la isla. Nunca le contó todo lo sucedido en Alcalia a Celeste, al menos, no todos los detalles que ella hubiera querido saber, porque Elena consideró que ese viaje y todo lo vivido allí debería quedar entre las pocas personas que lo vivieron con ella. Ahora era un secreto que guardaba junto al profesor, quien tampoco le comentó nada a la señora Adabel ni a sus colegas amigos de la universidad. Las personas no los entenderían, así que el misterio de aquella tierra y de su pueblo quedaría bajo la protección de sus recuerdos.

Elena supo que nunca perdería su lazo con Nivia, y que se volverían a ver pronto.

Sin notarlo, la noche de graduación fue anunciada, algunas semanas después de la travesía.

—Hija…pero no has traído ningún vestido bonito como recuerdo de tu viaje, menos mal que yo sí te he preparado algo para que luzcas preciosa en tu noche de celebración…dime, ¿has decidido ya con quién irás? —Le preguntó, Josefina, muy intrigada, quien le había confeccionado un hermoso vestido para la gala, el ansiado día había llegado.

—Está bellísimo tía…no tenías que haber trabajado tanto, pude haber comprado un vestido de una de las tiendas del centro, y tienes razón, no lo traje de la isla de Kayah porque tuvimos que recorrer muchos lugares y no hubo tiempo…—le explicó, probándose el vestido y viéndose frente al espejo que se hallaba en el cuarto de costura de su tía.

—Amé hacer ese vestido para ti mi niña, tu abuela y tu tía me ayudaron, la hemos visitado mientras no estabas aquí, ella está muy bien de salud, sus médicos están sorprendidos, la vimos tan alegre y feliz, estaba muy contenta de que pudieras festejar con nosotras tu graduación…este fin de semana iremos todas a verla –le dijo Josefina, sonriendo muy animada.

—Hija…el profesor Augusto pasó por la librería esta tarde, cuando ya te habías ido, justo porque tu tía aquí presente te llamó desesperada para mostrarte el vestido con el fin de hacerle los últimos arreglos…pues bien, creo que quería hablar contigo…nunca lo había visto tan jovial, antes era muy serio, siempre entre sus libros, dedicado a su trabajo en la facultad y a su biblioteca, ahora está muy distinto…me alegro por él, es un buen muchacho…—le comentó Amelia a su sobrina, quien la miraba inmersa en sus nuevos pensamientos y emociones. Desde que habían vuelto de Alcalia, Elena no había visto de nuevo a Bastian, supo de él porque Celeste se lo había mencionado un par de veces, en el trabajo, cuando le contó que iría al baile con Marlon, pero que era probable que luego se distanciaran, ya que él y su hermana estaban por marcharse de la isla. Elena no quiso saber mucho sobre ellos, pues ella prefirió concentrarse en un libro que había comenzado a escribir, influenciada por sus experiencias místicas a lo largo de esos años, así que cuando esa misma mañana del día del baile Bastian la llamó, diciéndole que necesitaban conversar, suplicándole y que era urgente, ella no reaccionó como lo hubiera hecho antes, no se inquietó, ni se impacientó, ya no se sintió afligida, y aceptó verlo en el faro.




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