Eclipse de Mar

EPÍLOGO

EPÍLOGO

Había transcurrido tres meses desde que Augusto compró el faro y la propiedad contigua, allí, había establecido una nueva biblioteca en la que se pudo albergar más colecciones de libros. Así, aquel lugar tan hermoso, pero poco frecuentado, fue adquiriendo popularidad en la isla de Morelia, en donde durante los fines de semana se comenzaron a hacer visitas con guías al faro y a sus alrededores, con el propósito de que los habitantes del pueblo pudieran conocer mejor el valle y la zona de la playa que limitaba con el terreno.

El profesor vio aquella inversión como algo que en poco tiempo involucraría más tanto a sus ciudadanos como a los turistas, en el estudio de la cultura y del arte de la isla, así como de su historia.

—Elena, cariño, tus tías vendrán hoy con doña Sara, me alegro de tener todo listo para que puedan disfrutar de este día tan soleado, desde que llegó el invierno hay pocos sábados así, aunque la nieve ha transformado a la isla en un cuento de hadas.

—Sí amor, Celeste también vendrá a verme, y traerá sus famosos panecillos encargados de su panadería favorita, me contó que Mateo volverá a la isla este mes junto a sus padres, que sus vacaciones fueron espléndidas, pero que nos ha extrañado y quiere volver a casa, también me ha dicho Adabel, que este fin de semana llegarán más turistas, el clima luce ideal, así que estoy segura de que tendremos que organizar más servicios de guías al faro y en la zona costera, sobre todo en el área de las cascadas…mis tías están fascinadas por cómo ha quedado la propiedad, aunque ha costado mucho recuperarla, pero todas las reparaciones que se le hicieron a la cabaña han valido el esfuerzo…hasta Luna se ve más contenta corriendo por el jardín...estoy tan feliz mi amor, y por supuesto, ahora que podré conocer a tus padres al fin, tengo todo preparado para su llegada a la isla —le dijo ella, mientras le acercaba una taza de chocolate junto con unas galletas dulces, al tanto que Luna se recostó junto a ellos.

—El estar a tu lado es lo que me hace feliz amor, y ésta ha sido la mejor decisión que te tomado…a veces, pienso en que sigues eligiéndome cada día, como yo a ti, y que, en eso mismo, está nuestro milagro en esta vida —le dijo él, quien le había contado hacía un tiempo sobre sus padres adoptivos y lo mucho que se alegraron al saber de ella. Así, sentándose a su lado, en uno de los balcones de la casa, ambos contemplaron al cálido sol que iluminaba el valle, y más allá, al suave ondular de las mareas.

—Es muy cierto cariño, puedo decirte lo mismo, y que he tenido más sueños en estos últimos meses, pero son muy diferentes ahora, sé lo que debo hacer…—le contó Elena sosteniendo sus manos, con la convicción de que con su don podía presentir mucho más de lo que antes hubiera podido imaginar, así como podría ayudar a quienes estuvieran en la oscuridad, como ella, una vez, lo había estado— he tomado también mi propia elección, ahora sé que no podría pedir nada más.

 

 




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