Vivir un día a la vez.
Al inició no entendía la frase, era aburrido recurrir a lo que sería un día normal, la rutina de siempre acompañada de la monotonía era exhaustivo… O eso era lo que creía.
Muchas personas se emocionan por predecir el futuro, poder ir a él sin ninguna repercusión y para que miento, la idea es tentadora. Saber que pasará los próximos días, evitar días malos y emocionarse de las sorpresas que la vida te prepara, es una propuesta fascinante. Libros, películas y hasta series que hablan de la trama de ir hacia al futuro y resulta que su bienvenida es un caos.
Si yo hubiera tenido la oportunidad…
Si tan solo hubiera tenido el suficiente intelecto para armar una máquina del tiempo y hubiera evitado todo esto.
Si tan solo hubiera disfrutado más, pero no lo hice.
La oportunidad de elegir es solo un privilegio, uno que yo no tuve, y ahora aquí estoy bajo la densa lluvia de una tarde de septiembre.
Mis lágrimas hace tiempo que cesaron, ahora solo disfrutaba las frías gotas empapar mi cuerpo. ¿Qué iba a solucionar? Nada, pero por un momento quería ser libre, añorar lo que algún día fue normal y aburrido, extrañar mi vida pasada antes de que todo fuera peor. Estar en este lugar me hacía sentir tan segura, como si mis problemas desaparecieran y solo existiéramos la naturaleza y yo.
Pero entonces pude sentir su presencia, no era necesario que hablará para poderlo reconocer. Tomo asiento a mi lado con la distancia que tanto le pedí pero omitió.
––Y ahora…
––No quiero hablarlo ahora, solo necesito un minuto de paz.
––Pronto vendrá el penúltimo eclipse y…
––No quiero hablar ahora,––demandé.–– déjame vivir el privilegio de escoger, por lo menos hoy.
No necesitaba más presión.
No necesitaba más dolor.
Necesitaba la paz.
Necesitaba vivir.
Vivir un día a la vez.