No entendía a los libros en el inicio dónde la chica narraba su vida mientras observaba su aburrido techo ¿Qué había en especial? Cuatro meses atrás mi respuesta era simple: No había nada en ello. Como si del cielo fueran a caer respuestas, algo irónico pensarlo en este momento de mi vida.
Iniciaré como tal comentado, pero con ciertas diferencias no muy alentadoras. Bueno me inspiraré por ustedes.
El suave césped me daba la suficiente comodidad en este momento de mi vida, las nubes se paseaban por la fría y oscura noche, las estrellas relucientes se escondían entre ellas huyendo de la panorámica escena que yacía bajo ellas.
Ja, cobardes.
Mi cuerpo estaba cansado y adolorido, mi cabeza estaba a segundos de explotar, todo el caos se volvió unísono. Solo éramos la luna que desbordaba su luz y yo, unidas de nuevo como todas las noches en la que se lo pedí, en que le rogué, por supuesto todo esfuerzo fue en vano.
––Venga Marie, no es momento para darse por vencida.–– alentó Susan, una de mis mejores amigas.
––Sabia que serías la primera en caer.–– se burló Nath.
––Me rindo, lo intente pero esto no es lo mío.–– exclamé.
Ambas se arrodillaron frente a mi con su amplia sonrisa ¿Cómo después de todo eso no se veían afligidas? ¡Dios, yo casi me hiperventilo!
La castaña, Susan, estiró su mano para que me apoyará en ella y pararme.
––No puedes darte por vencida en tu primer día.–– habló Susan.
––Si puedo y es lo que voy a hacer.–– dije mientras limpiaba mi trasero.–– ¿No te basta con el ejercicio que hacemos en el instituto?
––Esos solo son calentamientos.––respondió mientras flexionaba sus brazos.–– Deberías aprender a Nath que no se a quejado.
––No me a dado el tiempo.–– dijo Nath.–– Marie me a ganado todas las quejas posibles.
––Es que ¿acaso esto es necesario? Sabes que yo te aprecio, pero está ves te haz pasado.
––Lo prometiste con el meñique.–– me acusó Susan.
––Prometí que te acompañaría a ejercitarte en tu casa, no que me harías hacer ejercicio en el bosque ¡Menos cuando la oscuridad abunda!
Y es que en realidad ese era el trato, acompañarla mientras extendía su rutina de ejercicio a pesar de haberlo hecho una hora en el instituto, la muy cabrona omitió varios detalles tales como que vendríamos al bosque desolado y lo peor, obligarme a seguir su rutina. Aún no entendía su obsesión con el ejercicio y mantener su línea, digo, tampoco es como que la quiera entender. En fin.
––Oh, vamos, si el lugar es alentador.–– añadió Susan.–– A menos que creas en fantasmas y brujas que hacen ritos satánicos.
Soltó una risilla, burlándose de la evidente cara de sus de Nath.
––Es joda ¿Cierto?–– interrumpió Nath.–– En el pueblo no hay…
––¡No existen, Nath! Lo que si existen son animales hambrientos de carne ¿Y que crees? Seríamos un buen apelativo.–– inquiri con obviedad.
––Si lo dices por mi, jodete.–– dijo Susan sacando el dedo del medio.–– Suficiente tengo con mi báscula para que vengas y me lo recalques.
Le dediqué una mirada fulminante ¡Ella sabe que está en su peso ideal! Pero le encantan los halagos, los mismo que no pienso dárselos hoy.
––Estaría toda la noche aquí alegando el mismo punto, tu nutrióloga dijo que…
––Si si como sea.–– volteo los ojos.
––Oigan–– tartamudeó Nath.–– ¿Qu-qué es eso?
Todas volteamos a la dirección de Nath, la oscuridad entre los árboles daba un aire tenebroso, si no fuera peor estábamos en el bosque prohibido dónde nacieron distintas leyendas y mitos. Unos hablan acerca de criaturas mágicas, otros de cultos satánicos, unos pocos de universos paralelos, aunque lo más popular hablan acerca de brujas.
Paranoia suya.
––No hay na…–– traté de responder pero un ruido a mi espalda provocó que las tres respingaramos.
Varias ramas crujieron, detrás de los árboles, unas pisadas fuertes se escucharon con claridad. Todas intercambiabamos miradas, como si con los ojos pudiéramos hablar y un evidente ¿Lo escuchaste? Se proyectará entre nosotras. Suavemente y con el inició de mi nerviosismo giré sobre mi eje.
Tragué grueso.
––¿Qué fue eso?–– masculló Nath aterrada, mientras se posicionaba sobre mí.
––U-un animal, es lo más probable.– respondió Susan no muy segura.
––Susan, estoy segura que eso no fue un jodido animal.–– inquirió Nath.
––Yo creo que deberíamos irnos.–– sugerí.
––Estoy de acuerdo.–– me apoyo Nath.
––Me uno.–– y también Susan.
Estúpidamente las tres seguíamos mirando el mismo punto, la oscuridad entre los árboles. Sentí cuatro manos sobre mis hombros, al parecer ambas se mantenían rígidas sobre mi espalda.
Que buen escudo, eh.
Al mismo tiempo retrocedimos un paso, después otro, como si eso fuera lo mejor o aquello se fuera detener por nuestro pésimo plan de escape.
Fue entonces que de nuevo las ramas crugieron, está vez se habían escuchado más cerca, lo peor pasó después. Las pisadas fueron tan fuertes que nos había dejado en claro que aquello no era un animal en lo absoluto; una, dos, tres y luego un trote se escuchaba tras de los grandes árboles frente a nosotras.
––¿¡Quién anda ahí!?–– Susan gritó, sin siquiera pensar las consecuencias.
––¿¡Qué mierda haces!?–– masculló Susan.
––Lo que cualquier persona normal haría.–– respondió Susan.
––Una persona normal ya hubiera salido corriendo.–– comentó Nath molesta. ––¡¿Qué mierda estamos esperando?! ¡Vámonos!
Y realmente tenía razón, solo un completo tonto estaría parado esperando a que lo que fuera que estuviera asustandonos, pero bueno, no me juzguen. Una parte de mi gritaba que huyera de este lugar, pero la parte endemoniada me susurraba en el oído que me acercará, que me quitará está duda que me estaba carcomiendo.
Vale, el demonio de mi cabeza es muy buen manipulador.
Sin siquiera pensarlo me comencé acercar, con el corazón en la garganta y mi mecanismo de defensa actuando al doble de velocidad. Mi cuerpo temblaba a cada pequeño paso que avanzaba.