Eclipse de Medianoche

Capitulo 3

El dominante causa y efecto, tantas veces te lo advierten y hasta tu mismo subconsciente te lo advierte, sabe que esta es la ley de la vida.

La cosa es que mi ser impulsivo domina en ocasiones, como hoy.

Caminamos por los extensos pasillos en un silencio incómodo y sepulcral, el profesor no a dicho ninguna sola palabra en todo el transcurso y eso no es una buena señal. Su semblante serio y la indiferencia hacia mí solo me hace pensar miles y miles de futuros alternos donde todo sale mal.

–De tres mil futuros alternos ¿En cuál ganamos?

––Uno.

Solté una pequeña risa por lo bajo al recordar aquella escena, mal momento.

Si las miradas fueran armas juraría que la del profesor ya me hubiera masacrado.

Ignore su furia mirando por las ventanas de los salones a mi costado, ningún docente miraba hacia el pasillo, todos estaban “concentrados” , otros hacían sus actividades, algunos más tenían su mirada perdida o en alguien. Pase ante la indiferencia de decenas de alumnos, a excepción de la última aula, cuando choque con aquella mirada sombría de aquel chico de mirada perdida.

Los ojos del pelinegro desbordaban pesadez y podían doblegar a quien sea, las medias lunas debajo de ellos le daban un aire estremecedor. Su rostro era de cruel indiferencia y lo supe cuando corto al instante el contacto visual.

––Apresúrese señorita Johnson.–– rompió la ley del hielo el profesor, ganando mi atención.

Llegamos a la dirección, la secretaria Audrey ordenaba una pila de carpetas dándonos la espalda.

El profesor Wilson carraspeó su garganta llamando la atención de Audrey quien sus mejillas se tornaron rojizas al mirarnos, bueno, en realidad al mirar a mi acompañante porque cuando su mirada se enfocó en mí borró cualquier rastro de sonrisa.

––Pero que sorpresa, Marie.–– dijo fungiendo asombro mientras acomodaba sus lentes.

Dato importante: Audrey es ni más ni menos que mi tía, y de pura casualidad, me odia.

––La directora nos espera.–– habló Wilson.

––Claro, pueden entrar.–– respondió y abrió la puerta, dándonos acceso libre.

Aquí murió toda mi seguridad y valentía, no era que le tuviera a la directora, para nada. Tenía miedo al reporte o aún peor, que mandarán hablar a mi tutor.

Dulce.

No, no, no.

––Aquí están, los estaba esperando.–– habló la superiora.

Se paró de su modesta silla mirándome con una sonrisa de oreja a oreja.

¿Acaso estaba planeando mi peor castigo?

––Joven Voult, ella es Marie.–– me señaló.–– La que se encargará de ponerte al pie de todo lo referente a nuestra institución.

¿Quéeeeeee?

Inmediatamente voltee hacia el chico que estaba frente a mi con una sonrisa espléndida. Era aparentemente de mi edad, de tez aperlada y cabellera dorada, no tuve la intención de detallarlo más allá, ya que regresé mi mirada hacia la directora tratando de analizar lo que había dicho.

––¿Qu-qué?–– tartamudee.

No es que no quisiera, aunque esa es la verdad. Pero esto es una pésima idea, todos aquí saben que mi don no es socializar, ni ser amable, ni empática, me enojo muy fácil y cuando lo hago… No, no y no.

Una risa entre dientes llamó mi atención y por supuesto que sabía de donde provenía.

Pero me las va a pagar.

––Marie, por favor no des el mal ejemplo y dale la bienvenida a nuestro nuevo integrante–– dijo Wlison, mientras cruzaba sus brazos.

Ni de coña. Se lo que implica porque fue una regla impuesta, nadie protesto porque Vallejo es un pueblo pequeño y nunca había sido necesario dar la bienvenida.

Maldito profesor Wlison.

––No creo que sea necesario...

––Tiene razón– hablo la superiora, entusiasmada.– Es una bienve…

––Quisiera oírla.–– habló una nueva voz.

Al instante voltee a mirarlo, conteniendo toda idea de querer darle una pésima bienvenida. Mantenía su sonrisa, ahora mejor vista como una torcida y maqueovolica.

Mire a la superiora buscando ayuda, ella iba a posponerla ¿Porqué no ahora? Mi entusiasmo me decía que lo haría pero todo se desvaneció cuando se encogió de hombros.

––No puedo hacer nada al respecto, la reputación del instituto está en ti.

Todo mi diminuto cuerpo se tensó al oír lo último, cerré mis puños y ojos con fuerza. Huir de aquí era lo único que me rondaba por la mente porque ante todo mi dignidad, queridos.

Y de paso la expulsión.

Iba a hacer el ridículo de mi vida ante ellos, solo era cantar una pequeña frase y nada más. Pero no. Mi interior se negaba a hacerlo, mi garganta parecía que apoyaba la idea porque interrumpía a mis cuerdas vocales. Un nudo se atoro en mi diafragma, estaba a punto de estallar y eso es algo que no me convenía en el momento ¡No enfrente de la superiora!

––Venga, señorita Johnson, la estamos esperando.–– habló el profesor, ganándose una mirada asesina.

Fue entonces que una idea surgió ante sus palabras.

Si caigo, caes conmigo.

––Claro, solo que necesito una ayuda extra, o tal vez una voz más.–– voltee hacia Wilson, el cual enarcó una ceja al ver mis insinuaciones. ––¿Me haría el honor, profesor?

Reí internamente al ver cómo extendía sus ojos estupefacto.

––¿Qué?–– habló.

––Ah, vamos, queremos dar una buena imagen.

––Yo no creo que...

––Tiene razón, señorita Johnson.–– me apoyó la directora.

Los ojos de Wilson de hubieran salido si no fuera porque los tiene pegado al cuerpo.

––Es que... Yo no creo que sea necesario.–– comentó.

––Nuestra reputación está sobre ustedes.–– reiteró la superiora.

Hice un ademán de hablar, e iniciar la dichosa canción, pero antes de que pudiera decir algo de nuevo aquella voz me interrmpió.

––Tiene razón directora, si no afecta nada en mi proceso, no es necesario escucharla.–– habló el nuevo, ganando la atención de todos.

Vale, no sabía como tomar su comentario. En el fondo estaba agradecida con ello, porque no quería cantar mucho menos hacer el ridículo, pero recuerdo que hace unos instantes quería que lo hiciera.



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En el texto hay: destino, romance fantasia magia, secretos drama

Editado: 24.08.2022

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