Eclipse de Medianoche

Capitulo 8

Los caminos de la vida, no son como imaginabas…

Jamás había pensado sentirme tan identificada con una canción que resumía mi vida en varios párrafos. Después de tener que fingirle a Susan acerca de lo “nuestro” con Sam el destino tuvo la suficiente picardía como para que Nate escuchará nuestro gran “secreto”.

Mi enojo estalló cuando él muy imbécil de Sam me besará sorprendentemente la mejilla y, aún peor, me tapará la boca cuando iba a reclamar.

»––Disculpenla, aún le apena las muestras ante la gente.«

Ambos se fueron confundidos y nosotros tuvimos una extensa disputa sobre el gran circo que habían montado. Tuve que darle un pequeño golpe en la cabeza para que reaccionara y que, probablemente, esto podría salirse de control ¡Y todo por una estúpida mochila! Pero bueno, gracias a ese contacto mi cifra aumento un cinco por ciento y entre refunfuños accedió.

Y aquí, señoras y señores, nació el clan llamado: Halcones.

Sam dedujó que era buena idea nombrar nuestro equipo así. Accedí, no me perjudicaba en nada y aunque no le admití me gustaba mucho el nombre.

Y como toda un halcón astuto buscando su presa, me encontraba pedaleando mi bicicleta hacia la casa de Nate para seguir con nuestras sesiones escolares (y para conseguir la evidencia). Llegué al frente de su casa, subí los escalones y el recuerdo de un simio cerrando la puerta en mi cara se hizo presente. Sacudí la cabeza para olvidar la escena y decidida toqué la puerta.

Mi conciencia estaba preparada para que saliera aquel chico de ojos enmielados maleducado. Mi imaginación hizo su trabajo llevándome a un futuro dónde no articulé ninguna palabra y cumpla mí venganza o en uno donde haga mi gesto de asco y le blanquee los ojos, o tal vez…

La puerta se abrió y todas mis ganas de pelear se esfumaron cuando vi a Nate.

––Marie.–– sonrió al verme.–– Disculpa la tardanza, entra.

Mi cuerpo entró a un estado de flojera y en un perezoso movimiento entré. Nos posicionamos en la sala de estar que tenía una mesa lo suficiente amplia como para poner todos los cuadernos y apuntes, ordenamos y entre explicaciones acerca de las actividades o las aburridas lecturas de los libros decidimos tomar un pequeño descanso.

––No puedo creer que todo eso lo hayan visto en pocos meses.–– dijo Nate dejando caer su espalda al sillón.

––En realidad, no es ni una cuarta parte.–– respondí haciendo la misma acción.

––¡Me estás jodiendo!¿Qué creen que somos?¿Máquinas?

––Lo mismo dije, pero a Wilson no le agradó mi honestidad.–– frunció su ceño cuando escuchó lo último.

––No me digas ¿Estar conmigo es tu castigo?–– arqueó una ceja.

––Exacto.–– respondí y mi cuerpo se tensó al volverlo a repetir en mi mente.–– ¡Pero no me mal entiendas! No es que no quisiera estar contigo, es decir, no en esta situación.

Y la volví a cagar. Cerré mis ojos torpemente.

––Te entiendo, Marie.

Infle mis mejillas apenada con mi estúpido comentario. El lugar se envolvió en un silencio incómodo, por un lado estaba yo que meneaba mis pies desesperados por huir y por el otro estaba Nate sereno con una mirada tranquila y sus manos sosteniendo su nuca.

No pude evitar mirarlo un poco y una pisca de nostalgia se apoderó de mi ya que nadie le había dado la suficiente amabilidad para integrarse a esta comunidad. Si yo estuviera en su lugar tal vez si me hubiera sentido mal, porque ¿A quién le gustaría sentirse excluido solo por ser nuevo? A nadie, creo yo. Nate irradiaba tanta confianza y amabilidad que nadie le había correspondido, y bueno, yo como una Marie nueva llena de amor y paz para dar.

¿Desde cuándo?

Desde hoy, y déjame terminar mi discurso.

Sigamos, como una nueva Marie llena de amor y paz para dar sería la que por fin le diera la bienvenida a este pueblo.

––Mhm, Nate.–– mascullé.

––¿Si?

––Creo que, bueno me refiero a que no te hemos recibido como se debe.–– su ceño se frunció un poco.–– Lo que quiero decir es que, bueno.–– ¡Agh! ¿Cómo se hacen esas cosas cuándo ofreces tu amistad incondicional? Dios, pásenme tips para socializar, soy un tremendo asco.––, supongo que ya sabes…

––Marie basta, Sam es una buena persona jamás le haría algo como eso.

Mis ojos se abrieron como platos y un ligero ardor se apoderó de mis mejillas ¡Eso no era lo que trataba de decir!

––¿Qué? No, no me refiero a que…

––Tranquila, no se lo contaré a Sam pero que sea la última vez.

¿¡Pero qué mierda se cree!? Esto me pasa por querer ser amable, que alguien le diga a este idiota que suavizar la voz no es coquetear.

Malditos Voult y sus complejos.

––Necesito ir al baño.–– dije, como si con eso logrará hacerlo entender un poco.

No, necesitamos golpearlo en la nariz y hacerlo sangrar.

Maldita loca, solo es un malentendido relájate.

––Puedes ir al de arriba, el principal está en remodelación.

Asentí y sin más subí rápidamente los escalones llegando a un amplio pasillo desolado. Tomé una respiración profunda para que mis músculos se relajarán. Me detuve a observar cuál de las cuatro puertas era el dichoso baño; caminé hacia la primera, tomé la manilla y abrí la habitación echando un vistazo, en ella se situaban una amplia cama con un edredón gris pálido, varios muebles y zapatos esparcidos en el suelo, cerré la puerta y di varios pasos pero un golpe de mi subconsciente me hizo parar.

¿Eres estúpida o que? ¡La evidencia!

Regrese a la habitación y entré. ¿Cómo sabría si está era de Nate o Vlad? Sacudí mi cabeza y empecé con mi búsqueda tratando de saber indicios del dueño, no duré mucho ya que varios retratos de Nate con varias personas que no reconocía yacían en uno de sus muebles. Entonces salí.

Eso de ser una ladrona provoca cierto cosquilleo en mis hombros que me advierte el peligro de ser atrapada, pero los ignoré, el positivismo tiene que ser una virtud que debo poner en práctica.



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En el texto hay: destino, romance fantasia magia, secretos drama

Editado: 24.08.2022

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